La chica de belualin

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-Una pequeña niña como tu sabe de las diosas y de los demonios. No eres muy común ¿Quien eres niña?- pregunto Meliodas mostrando su modo asalto rápidamente.

-La paciencia no es tu virtud Meliodas- contestó Elizabeth algo nerviosa.

Meliodas se sonrojo un poco creyó que asusto a la diosa. Y volvió a ocultar su modo asalto.

-Entonces ¿Nos dirás quien eres pequeña?- volvió a preguntar Elizabeth mientras se agachaba a su altura y le sonreía amable

-No tengo nombre, bueno mas bien mi nombre solo es entendido por los demonios de alto rango. Tu deberías entenderlo Meliodas- hablo en un idioma muy extraño del cual el si entendió perfectamente

-Entonces eres muy peligrosa- contesto enseguida desenvainó su espada y la apuntó frente a ella.

-Meliodas es solo una niña pequeña que tanto peligro puede causar

El cielo de repente se torno grisáceo, unas nubes blancas muy brillantes comenzaban a formarse en una forma humana y las nubes grisáceas se tornaron completamente negras, soltando muchas auras malignas.

Las nubes negras formaron la forma humana de un hombre.

-¿Padre?- susurro Meliodas.

-¿Madre?- susurro Elizabeth casi al mismo tiempo que el rubio.

La deidad suprema y el rey demonio mostraban una parte de su poder tomando las nubes como forma suya.

-Esa niña que se esconde detrás de ti Elizabeth entregamela.- ordeno la forma humana blanca de nubes.

-No, Meliodas mata a esa diosa rápido y traeme esa niña, merece un buen castigo- habló ahora el cúmulo de nubes negras

-No entiendo porque quieres hacerle daño a esta pequeña niña- contestó rápido la diosa ojiazul, aun protegiendo a la niña.

-Nos engaño de una manera muy estúpida y merece un castigo ejemplar.- contestó rápido la forma blanca de nubes.

-Meliodas no pierdas tiempo y traeme a esa niña.- volvió a ordenar las nubes negras.

-Pasaras sobre mi si quieren a la niña- defendió de nuevo la diosa abrazando mas a la pequeña.

-Meliodas mata a esa diosa rápido- ordenó sin compasión el rey demonio.

Meliodas no contestaba se limito a ver a Elizabeth aferrarse a esa pequeña niña. Era obvio que desobedecería a su padre no podía hacerle daño a Elizabeth.

-No te atrevas a tocar a mi hija rey demonio- contestó el cúmulo de nubes blancas.

-Voy a matar a esa niña la próxima vez que la vea lo juro- grito esas nubes negras mientras se disolvían

-Ven de inmediato a casa Elizabeth me debes una gran explicación.- ordenó la deidad y las nubes se disolvieron rápido.

Cuando el peligro paso Elizabeth comenzó a soltar a la niña pero ella estaba aferrada a sus ropas mientras lloraba.

La diosa se compadeció de ella no podía dejarla sola pero debía ir con su madre o se metería en un problema con ella.

Junto a Meliodas la llevo a una cabaña oculta para mantenerla a salvo.

Luego emprendió vuelo para ir junto a su madre.

-Aqui estoy madre- hablo algo agitada, pues voló muy rápido para llegar.

-Que desobediencia es esa de tu parte me avergonzaste frente al rey demonio y su hijo. Ahora que pienso ¿Porque estaba un demonio junto a ti?- preguntó aun molesta

Elizabeth no sabia que contestar solo bajo su mirada. Su madre sabia cuando ella mentía.

-Elizabeth tu eres mi única hija natural, tengo puestas todas mis esperanzas en ti. Si me traicionas conocerás mi verdadera fuerza. Ahora vete no quiero verte mas.

La diosa soltó algunas lágrimas y salio rápido de ahí. Su madre de verdad se había molestado.

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Por otro lado Meliodas enfrentaba la furia de su padre que lo golpeaba sin compasión.

-¡Tu eres el heredero a ser rey Meliodas! No puedes traicionarme. No quiero que estés cerca de esa diosa de nuevo.

Meliodas soportó cada golpe que su padre le dio, se dio vuelta y algo herido caminó hasta su habitación.
Zeldris lo observó caminar muy débil y lo ayudó a ir a su cuarto.

Tres días pasaron y Elizabeth no habia visto a Meliodas de nuevo, comenzaba a preocuparse pero no debía ir a los dominios del rey demonio.

Esos 3 días los paso junto a aquella niña incluso le puso nombre.

-Merlín.

Merlín y el cachorro estarossa ahora estaban bajo su cuidado.

Ella ya no se sentía sola, aunque si extrañaba mucho a su rubio.

Al cuarto día por fin miro a aquel demonio que tanto extrañaba.
Sin pensarlo corrió a sus brazos mientras el se sonrojaba era la primera vez que ella lo abrazaba.

-¡Oh Meliodas! ¿Estabas bien? ¿Porque no habías venido?

-Lo lamento Elizabeth pero me tomo mucho venir hasta aqui, a decirte esto.

La diosa lo miraba atentamente esperaba que el continuara hablando.

-Yo, creó que sera mejor no vernos mas.

-¿Que? ¿Tu padre te lo pidió cierto? Mi madre me ordenó lo mismo pero me negué. Porfavor Meliodas, no debemos obedecer lo que dicen ellos.

-Elizabeth somos enemigos por naturaleza, algún día nos debemos enfrentar y cuando eso pase yo...

-No Meliodas, yo nunca peleare contra ti, siempre estaré de tu lado. No importa quien sea el enemigo.

El rubio se sonrojo completamente. Elizabeth era sincera en su mirada se notaba.
Ella lo tomo levemente de la mano mientras su sonrojo era muy evidente.
Meliodas unió mas sus dedos a los de la diosa y poco a poco la distancia entre ellos se fue acortando hasta unir sus labios en un cálido beso.

Ese beso que traería el pase a la tan temida guerra santa.

Pues ese beso fue visto por alguien mas.

Demonio y DiosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora