Ban, el pecado del zorro de la avaricia

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Después de convencer a Diane de unirse a la búsqueda de los pecados un caballero sagrado llegó al bosque.

Parece que Meliodas lo conocía.

-¡Chiqui Gil! Si que has crecido. ¿Que te trae por aquí?- pregunta muy confiado el rubio al pelirosa que llego ahí.

-Vine a derrotarlos. Porque Ahora yo soy mas fuerte que cualquiera de los pecados capitales.

Meliodas sabia bien a que se refería con esa frase. Se dio cuenta rápido de la situación en la que se encontraba aquel chico.

Diane y el lograron zafarse de aquel caballero y salieron del bosque blanco no sin antes sacarle información a aquel caballero sobre los otros pecados.

-Entonces Ban esta en la mazmorra de baste. No hay que preocuparnos de el se que cuando sepa que voy para ahí saldrá sólo.- comentaba el rubio a las dos chicas.

-Bueno iremos hacia ahi de todos modos ¿No capitán?- pregunto la gigante.

-Si, y según aquel caballero King esta muerto.-

-King no puede estar muerto- hablo diane.

-Se que no- contestó meliodas.

-Lo buscaremos capitán- contestó Diane.

Se dirigieron hacia la mazmorra donde se supone que Ban estaba.

El rumor de que Meliodas reuniría a los pecados se divulgaba rápido. Llegó pronto a oídos de Ban y aun encerrado sonrió.

-Se aproxima algo bueno ¿eh?-

Cuando llegaron al pueblo de Baste unos enemigos atacaron de sorpresa lo cual Meliodas salio herido. Diane los derroto fácilmente y luego los siguió hacia la mazmorra mientras elizabeth lloraba abrazando a un rubio herido.
Un doctor del pueblo les ofreció su ayuda y Elizabeth la acepto.
Sin embargo este doctor era aliado del enemigo y un caballero oscuro se presentaba frente a Elizabeth y a Meliodas quien aun estaba dormido en la cama con el cuerpo vendado.

Aquel caballero le arrebato a Meliodas una espada rota que llevaba siempre en su espalda pero Meliodas reaccionó a tiempo. Y una extraña marca apareció en su frente.

Aquel caballero huyo de miedo pues el expulsaba un aura maligna.

-¿Señor Meliodas? ¿Ya se encuentra bien? - pregunto la ojiazul algo asustada.

Meliodas la miro y volvía a ser el mismo.

-¡Hola Elizabeth! ¿Todo bien? ¿Donde estamos?

-Señor Meliodas que bueno que se encuentra mejor. Estamos en el pueblo de baste. Diane se adelanto a buscar a Ban. ¿Sus heridas estan bien?-  preguntaba preocupada mientras le tocaba su vendaje al rubio.

Meliodas sonrio el sabia que las lágrimas de Elizabeth habían curado sus heridas pero ella aun no recordaba que tenia ese gran poder.

-Estoy bien Elizabeth ¿Quieres tocar mas mi cuerpo?- pregunto con algo de coquetería en su tono de voz. Lo cual hizo sonrojar a la peliplata.

Ella quita sus manos de su abdomen marcado del rubio mientras gira su rostro apenado y el se colocaba su camisa de nuevo.
Salieron de aquella habitación y se dirigieron a alcanzar a Diane.

De nueva cuenta otro caballero apareció en su camino. Pero este tenia un as bajo la manga. Poseía una magia de ilusion, la cual puso a pelear a Meliodas y Diane entre ellos mismos.

Elizabeth trataba de hacerlos entrar en razón pero ellos no lograban salir de aquella ilusión. Pronto elizabeth se dio cuenta de que quisa uno de ellos controlaba la magia con algún objeto pero que podía hacer una simple princesa inútil por ellos.
Asi que solo se lanzo a el y comenzo a jalar de su brazo.

El quería sacársela de encima pero el objetivo de ella era aquel bastón que el utilizaba como arma. Al golpearla con ese bastón ella logro quitar la campanilla que controlaba aquella ilusión.
El caballero se sintió humillado y muy enojado se lanzo contra ella para golpearla mas de lo que ya estaba pero sus puños no lograron tocarla.

Meliodas llego a tiempo y detuvo el golpe. Furioso de ver a su princesa muy golpeada lo lanzo muy lejos. Diane llego junto a Elizabeth y la tomo en sus manos.

-Te llevare a un lugar seguro princesa.

-No señorita Diane, llevame contigo y el señor Meliodas, no quiero huir. Quiero seguir junto a ustedes.

-Te estas esforzando mucho princesa pero si te dejo sola el capitán se enfadara. Te llevare en mi maleta ¿Te parece bien?

Elizabeth asintió feliz y le agradeció. Pronto llegaron a aquella mazmorra donde se encontraba Ban.
Rescataron a la hija del medico que habia envenenado a Meliodas por ordenes de los caballeros que habían secuestrado  a su amada hija.

Cuando sacaron a aquella joven de la mazmorra unos pasos provenientes de la oscuridad hicieron que ambos giraran hacia aquella dirección.

-¡Oh capi, aqui estas!

-¡Ban!

Ambos se miraron la tensión en el aire se sentia.

-¿Porque hay tanta tensión?- preguntó el cerdo asustado.

-Ponte detrás de mi esto se pondra feo.- sugirió la gigante

Este obedeció y se coloco detrás de ella.
La tensión en el aire desapareció y ahora meliodas y Ban se saludaban muy alegres.

-¿Que sucede con estos tipos? ¿Siempre son así?- pregunta Hawk confundido.

-Dejalos ser- contesto Diane aburrida, al ver la escena que ocurría.

El saludo de aquellos dos pecados termino destruyendo la mazmorra y lograron salir.

Regresaron al pueblo para que el médico viera de nuevo a su hija. El apenado y muy arrepentido pidio disculpas a meliodas.

-Tranquilo, olvidalo, solo traje a tu hija, nosotros partiremos ya.

-No! ¡Espere! Déjeme recompensarles con una cena

-Bueno, no puedo rechazar tan generosa oferta.- contesto feliz Meliodas.

-Si pero sin veneno esta vez por favor- responde Hawk, quien recibe un buen golpe en la cabeza de parte de Meliodas.

Elizabeth despierta aun adolorida y se encuentra con la reunión y Meliodas presenta a Ban con la princesa.

-Llevemonos bien los 4 princesa.-

-Somos 5 idiota-

-¿Que? Capitán se contar somos 5.- responde Ban.

-¡5 Idiota! ¿No sabes contar? ¿O es que el golpe te afecto mucho?

Ban se asusta de ver al cerdo hablar y elizabeth a lo lejos solo rie ante la situación. Pues ella seguía acostada en una cama descansando.

-¿Sabes princesa? Fuiste valiente y gracias a eso el capitán y yo logramos salir de aquella ilusión. El ve una gran determinación en ti al igual que yo. No me molestaría pelear a tu lado.

-Señorita Diane gracias, es lo menos que podía hacer por ustedes.

-Deja los formalismos ¿Quieres? Llámame solo Diane y yo puedo llamarte Elizabeth ¿Vale?- contesta con una sonrisa

Elizabeth sonríe muy feliz y asiente con la cabeza. Esa noche todos platicaban y la pasaban a gusto.
Una lluvia de estrellas fugaces ilumino todo el cielo
Era el principio de una gran amenaza.

-Cuando el cielo se llene de estrellas danzantes la verdadera amenaza comenzara a los pocos dias-

Meliodas recordó las palabras que uno de los miembros de los 7 pecados le dijo tiempo atrás.

La verdadera guerra estaba pronto por iniciar

Demonio y DiosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora