En dias de Guerra

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La tan temida guerra Santa estalló por fin.
Ángeles y demonios se enfrentaban a muerte.

Elizabeth saco fuerza y valentía y muchas victorias se debieron a ella y Meliodas.

-Es una poderosa combinación luz y oscuridad.-

Incluso la diosa se enfrento en un par de ocasiones contra el arcángel Ryudoshiel quien habia tomado de rehenes a dos de los mandamientos.

En medio del caos Mael perdió la vida o eso era lo que creían..

Muchas vidas valiosas se perdieron y muchas otras fueron reemplazadas.

Con la traición de Meliodas y Elizabeth a sus respectivos clanes los lideres supremos debían darles un castigo ejemplar.

-Amaste a quien no debías Elizabeth y te maldecire.- hablaba la deidad suprema que se mostraba por primera vez en todo su esplendor en aquella guerra.

-Meliodas tendrás también un castigo ejemplar.- el rey demonio lanzo un ataque hacia el, matándolo al instante.

El rubio cayó y la diosa corrió a auxiliarlo pero nada pudo hacer ya que la deidad suprema no se lo permitió.

-Reencarnación perpetua. Y en cada una de tus vidas te encontraras con Meliodas y el inevitablemente te vera morir a los tres días de que recuperes tus memorias.

-Vida eterna. No te permitiré descansar en paz. Vivirás condenado a encontrarte con ella y verla morir.

-¡Hasta el fin de los tiempos! - gritaron al unisono ambos lideres.

Luego de maldecirlos, la deidad mató con lágrimas en los ojos a su única hija.

Elizabeth yacía en el suelo tirada junto a Meliodas tomados aun de las manos.

Tres días después de que ellos murieran la guerra santa acabo.
Los mandamientos fueron sellados con el poder de Elizabeth y Meliodas un dia antes de morir.

El sello de los vampiros se debilito, al grado de que ellos podían salir por las noches por una brecha y asi podían cazar.

Cuando Meliodas despertó el cuerpo inerte de Elizabeth lleno de sangre ya seca estaba a su lado. Aun ella tomaba su mano. El se aferro a su cuerpo y llorando de dolor se balanceaba de un lado a otro. Pero todo era inútil su amada diosa estaba muerta.

Enterró su cuerpo y comenzo a caminar en la desolada britania.
Veía a su alrededor muchos cadáveres.

No supo cuantos días camino sin rumbo.

Solo sabia que la guerra por fin llego a su fin.

Los años pasaron y sobrevivia a su manera. Pero cierto dia mientras caminaba por un largo desierto sus ojos se encontraron nuevamente con los de ella.

Sin duda era su amada. Tenia el mismo rostro. El mismo color de ojos. Solo su cabello no era el mismo. No tenia sus alas y vivía como humana en una aldea primitiva.
Corrió a abrazarla de felicidad y fue recibido por un gran golpe.

Ella no recordaba nada.
Comenzó a convivir con ella y poco a poco sus poderes de diosa regresaron.
Ayudaba a los demás a curar sus heridas.
A la semana de recuperar sus poderes. Ella recordó la maldición impuesta en ambos.

-Meliodas fuimos maldecidos, mi madre y tu padre nos maldicieron. Promete que romperás esta maldición de alguna manera o otra.

-¿De que hablas Elizabeth?

-Prometeme que romperás esta maldición no quiero verte sufrir.

-Bien te lo prometo, no importa lo que te pase, seguiré mi camino y rompere la maldición.

Elizabeth abrazo fuertemente a su rubio amado.
Nuevamente se entregaron a su amor.
Y tres días después ella murió frente a sus ojos.

-La maldición de la deidad y el rey demonio es imposible de romper. Debes tener la misma fuerza mágica del rey o la deidad. Mientras tanto seguirás viéndome morir a los 3 días de que recupere mi memoria.-

Esas palabras resonaban siempre cada dia. Y el tenia que vivir con eso toda su vida eterna.

Un castigo ejemplar para un sentimiento maldito que nunca debió existir.


¿Sera ese su destino de los amantes?

Demonio y DiosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora