El hilo rojo del destino

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Cuando Elizabeth despertó estaba en su habitación de liones y junto a ella estaba Merlin, Elaine y Diane.

-¡Hola Elizabeth! ¿Te sientes mejor?- preguntó Diane.

-Chicas! ¡Hola! Si bien, pero ¿Que paso?- se pregunto confundida.

-Chandler intentó acabar con tu bebé- contestó Merlín muy seria.

Elizabeth se preocupó y acarició su vientre preocupada.

-Pero afortunadamente mi hermano logró salvar la vida del bebé y todo estará bien- contestó ahora Elaine.

Elizabeth suspiro aliviada. Una empleada del castillo les llevo comida y bebidas y las chicas continuaron platicando toda la tarde. Al caer la noche se despidieron de Elizabeth, ella se quedó a solas en su habitación algunos minutos y de pronto alguien tocó la puerta.

-¡Pase!- gritó Elizabeth desde adentro

-¿Como sigues?-

Esa voz la reconoceria en cualquier lugar. Miro hacia la puerta y ahí estaba el entrando con su típica sonrisa en su rostro, sus cabellos alborotados y aquellos ojos esmeralda.

-¡Meliodas! ¿Que haces aquí?- hablo muy feliz y corrió a abrazarlo.

-Decidí quedarme a tu lado Elizabeth. Debo protegerte.- respondió aun en los brazos de la princesa.

-¿Y que sucedió con tu poder de rey demonio?-preguntó de nuevo ya mirándolo a los ojos.

-Después de matar a Chandler por lo que te hizo, con la ayuda de King, Diane, Merlín y Zeldris Sellé ese gran poder. Nadie a excepción mía y Zeldris podrá liberarlo. Lo tenemos bien resguardado. Todo estará bien ahora.- explico brevemente mirando a su amada ojiazul.

-Oh meliodas ¿Estas seguro de lo que hiciste? Yo estare bien no me pasara nada, dudo que alguien más aparte de chandler quiera hacerme daño.-

-Elizabeth recuerda que te prometí salvar de la maldición y eso ya lo cumplí. Pero aun me falta una promesa mas que cumplirte.-

-¿Una mas?- preguntó la diosa confundida.

Meliodas sonrió, se arrodilló frente a ella y saco una pequeña caja roja la abrio poco a poco dejando ver una gran sortija.

-¿Te casarias conmigo Elizabeth?-

Ella se llevó ambas manos a la boca. Su emoción era muy notoria asintió con lágrimas en sus ojos y meliodas le colocó él anillo. Ella lo abrazó y lo beso tiernamente.


*** Seis meses después ***

-¿Has oído hablar del hilo rojo del destino hermanita?-

-¿Hilo rojo del destino? No, en realidad no.-

-La leyenda cuenta que cada persona al nacer tiene amarrado en el dedo meñique un hilo rojo que se une al extremo del otro amarrado al meñique de su alma gemela. Su pareja ideal. Se dice que por muchas pruebas que pasen el hilo jamás se rompera, podra estirarse enredarse e incluso rasgarse pero jamás se romperá, ese hilo se volvera en uno solo cuando ambas almas se encuentren y unan sus vidas en una sola.-

-Es una linda leyenda pero ¿Que tiene que ver eso ahora?-

-Pienso que tu meñique tiene aquel hilo que esta unido al de Meliodas, no importa todas las circunstancias que pasaron ustedes siguen juntos y ya con su primer hijo en camino.-

Elizabeth sonrió dulcemente, las palabras que Merlín dijo fueron muy bellas y llenas de razón. Ella y Meliodas estarán juntos eternamente. No habia nada que los separase. Acaricio su ya abultado vientre. Habían pasado ya 6 meses, 4 meses casada con su rubio amado quien ya vivia con ella después de que se casaron y el volvió a Liones como un Caballero sagrado.

Elizabeth no podía estar mas feliz, incluso creía que soñaba, un hermoso sueño que jamás despertaría de él.



Tres meses después su pequeño hijo nació, un varón idéntico a Meliodas pero con los ojos del color de ella.

Lo llamaron Tristan.

El pequeño niño crecía junto al hijo de Margaret y Gilthunder, y al de Verónica y Griamore.

Al fin luego de tantas problemas y batallas, todos podían vivir en paz y armonía.

Demonio y DiosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora