30. Ayudante de cocina

10 2 0
                                    

Nos quedamos un rato abrazados en completo silencio, entrando de nuevo en calor. Sabía que mi abrazo le había pillado por sorpresa y estaba segura de que él no había sabido cómo reaccionar. Pero había sentido el impulso de dárselo, no sólo por ayudarle a entrar en calor, sino también porque me apetecía. Me apetecía apoyar mi cabeza en su hombro y sentir su calor. Y compartirle el mío.


- ¿Mejor? – le pregunté aún abrazándole.

- Sí – hizo una pausa antes de continuar. - Mucho mejor – me respondió en un susurro.


Me separé de él, le peiné con las manos el pelo hacia atrás para poder ver bien su cara, y le sonreí. Me miró con un poco de incredulidad, pero enseguida me sonrió también.


Pasamos parte de la tarde sentados en la arena, observando el mar, haciéndonos fotos y charlando mientras terminábamos de secarnos.


De vuelta en la casa, con el atardecer de fondo, nos dispusimos a preparar la cena. Mientras él preparaba la barbacoa, yo me dediqué a picar hortalizas, que también haríamos a la brasa, y preparar una macedonia de frutas para el postre.


Una vez que todo estuvo hecho, nos sentamos a comerlo en el pequeño porche del patio trasero de la casa.


- ¡Está delicioso! – le felicité cuando probé la carne.

- Suelo hacer barbacoas con mis amigos de vez en cuando. Debe ser de lo poco que sé hacer – admitió.

- ¿Por qué no te apuntas a clases de cocina conmigo? Parece que te hacen falta – le aconsejé.

- Sería genial, pero no creo que pudiera cuadrar los horarios – asentí con la cabeza. – Aunque podrías enseñarme tú – me miró y bebió un trago de su cerveza.

- Me parece bien – respondí. – Así podrías ser mi ayudante cuando monte un restaurante – bromeé.

- ¿Vas a montar un restaurante? ¿De comida coreana? ¿En Corea? ¿Siendo tú extranjera?

- ¿Y por qué no? Nadie en este mundo nace sabiendo cocinar, ¿no? Tanto coreanos como no coreanos aprendemos a cocinar con el paso del tiempo, así que... ¿Qué nos diferencia? Puedo aprender a cocinar comida coreana igual que cualquier coreano – me crucé de brazos y me hice la ofendida. Jaehwan sonrió y asintió con la cabeza. Después, se quedó callado. - ¿Qué? ¿Estás pensando que no podría hacerlo?

- En absoluto. Ya te lo dije, confío en ti. Tú puedes – respondió.

- ¿Entonces? ¿Por qué te pones tan serio de repente?

- Porque hay algo que quiero decirte desde hace tiempo.


Me quedé callada y le presté toda mi atención. Él se quedó pensativo y comenzó:


- Verás, la primera vez que nos encontramos... Me pareciste preciosa. Físicamente me sentí completamente atraído por ti –confesó. - Después quise conocerte, conocer tu personalidad, tu forma de pensar... Y, bueno... Creo que ya debes saberlo, porque ni quiero disimularlo, ni sé cómo hacerlo, pero... Me encantas - hizo una pausa y me miró a los ojos. – Me he enamorado de ti, Alice – aclaró.


Mi corazón comenzó a latir tan rápido que podría haberse salido de mi pecho. Nos quedamos mirándonos fijamente un instante, y entonces, sentí otro de mis impulsos. Agarré su cara entre mis manos y uní mis labios a los suyos, dándole un suave beso. Supe que le había vuelto a pillar por sorpresa porque él no se movió. ¿Quizá había sido demasiado lanzada? Me separé y me mordí el labio esperando alguna reacción por su parte. Él me miraba con un una expresión de sorpresa.


- Tú también me encantas... - me sentí avergonzada de repente. - M-me siento del mismo modo. – confesé. Bebí un trago de mi cerveza. Jaehwan se humedeció los labios y sonrió.

- ¿Cuántas has bebido? – señaló mi cerveza.

- ¡Sólo esta! ¡No estoy borracha! – exclamé sintiéndome algo ofendida. – Lo digo en serio... Al principio pensé que sólo eras un acosador, muy guapo, claro, pero acosador al fin y al cabo – Jaehwan carcajeó. - Pero cuando empecé a conocerte me di cuenta de que eras un chico estupendo. Y todo lo que has hecho por mí, todos y cada uno de tus planes, son simplemente maravillosos. Soy feliz cuando estoy contigo, ¿y sabes? Egoístamente quería que esto no cambiase nunca, que mantuviéramos nuestra relación del mismo modo para siempre, pero... ¿Cómo se hace eso cuando los sentimientos simplemente siguen creciendo y creciendo? – le miré y me di cuenta de que me estaba escuchando con mucha atención, conteniéndose la risa. – No estoy borracha... De verdad... Me siento así – terminé.


Acababa de abrirle mi corazón de par en par. Todo lo que había intentado contener todo este tiempo había salido sin siquiera poderlo controlar, simplemente las palabras habían salido de mi boca prácticamente solas. Oh, Dios mío, qué vergüenza. Me tapé la cara con las manos y enseguida noté que sus manos agarraban mis muñecas y tiraban suavemente de ellas para que destapase mi cara. Entonces, Jaehwan soltó una de ellas y con la mano que le había quedado libre, me acarició la mejilla con suavidad. Aún me sentía muy avergonzada, así que intenté mirar hacia otro lado, pero me sostuvo la barbilla y me obligó a mirarle.


Su expresión facial era una mezcla de sorpresa, satisfacción y ternura, todo en uno. De nuevo me estaba mirando fijamente con esa mirada suya que me ponía tan nerviosa, y vi cómo poco a poco se estaba inclinando hacia mí, acercando su cara a la mía más y más. Movió la mano que sostenía mi barbilla hacia mi nuca, y me soltó la otra muñeca, para bajar su mano hacia mi cintura, atrayéndome ligeramente hacia él. Cerré mis ojos, entreabrí mis labios y enseguida noté su respiración sobre ellos.


Y a continuación, sus labios atraparon los míos en un beso cálido, dulce y deliciosamente lento.

No pude esquivarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora