02. 603

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Carol me despertó cuando llegamos a casa. Sacamos todas mis maletas y las metimos en el edificio con ayuda del conserje, a quien me presentó. Carol le explicó que a partir de ahora yo viviría aquí con ella y le pidió que cuidase bien de mí. Saludé vagamente porque el recibidor captaba más mi atención. Por fuera me había impresionado el bloque tan alto y nuevo, pero por dentro era muy luminoso y espacioso, y el suelo relucía como si estuviese hecho de oro. Carol se dirigió hacia el ascensor.


- Carol... ¿Esto son apartamentos de lujo? – pregunté curiosa.

- No. ¿Pero a que lo parecen? – me respondió ella. Asentí con la cabeza. – No son de lujo, pero digamos que tampoco son de la clase más baja. Tengo un buen sueldo, así que puedo permitirme este tipo de alquiler. Aunque cuando me mudé aquí tenía intención de pasar algo más de tiempo en casa, pero bueno, al final las cosas se complicaron en el trabajo y ya sabes... En la azotea hay un jardincito muy cuco, con bancos para sentarse a leer un libro o ver la puesta de sol. Seguro que se convertirá en uno de tus lugares favoritos. Y lo mejor es que lo podrás tener para ti solita, porque los vecinos no lo usan nunca.


Nuestro apartamento estaba en el 6º piso, de un total de 15. El apartamento 603. A la entrada de la puerta, había un teclado numérico sobre el que Carol marcó una contraseña. Sonó un pitido y la puerta se abrió.


- Si por algún motivo en algún momento no funciona el teclado, puedes abrir con la llave. El conserje tiene una copia, se la puedes pedir si en algún momento se te olvida la tuya – me explicó Carol.

- Jamás me desharé de mi fama de despistada, ¿eh? – repliqué.

- Jamás. Tienes un historial demasiado notable como para hacer la vista gorda – dijo Carol invitándome a pasar y ayudándome a meter las maletas. Nada más entrar, agarró un post-it que estaba pegado sobre la pared y me lo pegó en la frente. – Ésta es la contraseña. Memorízala, apúntatela en un papel y llévala siempre metida en la cartera, apúntatela en el teléfono móvil o incluso, tatúatela en alguna parte de ese sexy cuerpecito – me dio un suave azote en el trasero.

- Para eso primero necesito comprar un teléf... - Carol me tendió una bolsita.

- Bienvenida a Seúl – me dijo sonriendo y entrando en la casa. - Tengo que irme a trabajar, ¡así que ven que te diga 4 cositas, rápido! – me quité mis deportivas en la entrada y atravesé corriendo el pasillo por el que iniciaba la casa.


Al acabar el pasillo, llegué a una estancia grande, con un gran ventanal frente a mí, aunque para llegar a él tenía que cruzar el río de cajas de mi mudanza. En la pared a mi izquierda había una puerta.


- Esa es mi habitación – señaló la puerta. - Éste es el salón, el cual espero que recupere su estado original – Carol hizo un gesto con la mano para que me acercase más. Al entrar más en el salón, noté que casi incrustada en la pared a mi derecha había una cocina, separada del salón por una barra de desayuno. – La cocina. Hay comida en el frigorífico, come todo cuanto quieras, supongo que estarás hambrienta, ¿no?

- He comido en el avión, pero ni me acuerdo de a qué hora fue eso, así que sí, bastante – reí. Vi que detrás de Carol, justo en la pared contraria a la puerta de su habitación, había otra puerta.

- Tu habitación. Tienes tu propio cuarto de baño dentro.


Me acerqué para ver la habitación, pero Carol me detuvo.


- Después puedes inspeccionar toda la casa –me dijo Carol. - Ahora, más cosas importantes. Las llaves. Ésta es la del apartamento, ésta la del portal y ésta la del buzón – me tendió un llavero.

- Gracias...

- Encima de la barra de la cocina he dejado un plano de esta zona de la ciudad, para que si te apetece salir a dar una vuelta, sepas volver. Te he marcado supermercados, restaurantes, farmacias, y... ¡Ah! La librería donde vas a trabajar. Está a unos 20 minutos caminando, así que podrás ir a pie si lo deseas. También he dejado una libreta en la que hay apuntados teléfonos de emergencia, la contraseña del piso y... – puse los ojos en blanco y Carol paró un instante, aguántandose una sonrisa. - ... y la clave del Wi-fi – miró en mis manos la bolsita que me había dado y la señaló con el dedo. – Te voy a estropear la sorpresa, pero eso es un teléfono móvil. Ya tienes mi número guardado y también el de Jesse. Sé que no le conoces todavía, pero si necesitas algo cuando yo esté de viaje, puedes llamarle y decirle que eres mi amiga de España. Ya le he hablado de ti. No tendrás ningún problema con el inglés, ¿verdad?

- Ni con el coreano, espero – reí.

- Bien. Eso es todo. Come, descansa, ve ordenando todo esto y pórtate bien. Por si has perdido la noción del tiempo, hoy es jueves. Esta noche no dormiré aquí y mañana voy directa al trabajo, pero en principio, volveré por la noche. Y al día siguiente, sábado, te acompañaré a tu entrevista de trabajo a las 9 de la mañana. Hay relojes por toda la casa, así que ajusta bien la hora de los tuyos, ¿vale?

- Perfecto. Que te vaya bien – respondí con una sonrisa. Carol se me acercó y me besó en la mejilla.

- Con las ganas que tenía de estar contigo... - suspiró. – Bueno, ¡prometo compensártelo con alguna tarde de compras o alguna noche de chicas! ¡Hasta mañana! – se apresuró a salir por la puerta.


Sonreí y miré a mi alrededor. El piso tenía muy buena pinta, aunque tenía que desenterrarlo de entre las cajas de mi mudanza para poder verlo al completo. Pero antes que eso, me urgía mucho más comer algo y, quizá, dormir unas horas.


Encontré en la nevera un paquetito de plástico que contenía un sándwich de atún, huevo cocido y tomate, y un refresco de cola. Eso serviría. Mientras lo devoraba, abrí mi regalo de bienvenida e inspeccioné un poco el teléfono. Eran cerca de las 6 de la tarde, así que me echaría una siesta de 1 hora para descansar un poco más y después aprovecharía el resto de la tarde para ir desempacando. Programé la alarma y me aseguré de poner otras 3 alarmas más. Por si acaso.

No pude esquivarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora