75. Relax

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Tras el desayuno, Jaehwan puso a llenar la bañera y me ayudó a cambiar las sábanas de la cama, ya que se habían impregnado del maldito olor del refresco que había quedado en mi pelo la noche anterior y me hacían sentir que estaban sucias y pegajosas. Cuando la bañera estuvo lista, me invitó a entrar.

- ¿Necesitas que te ayude a desvestirte? – me preguntó con una sonrisa pícara.

- Pervertido...

- Sí, ¿pero te ayudo? – preguntó emocionado. Carcajeé y asentí.


Me quitó la bata desde atrás y después agarró el borde de mi camisón y tiró de él hacia arriba. Levanté mis brazos para que pudiera sacármelo y quedé en braguitas, de espaldas a él. Se detuvo un momento, y me giré un poco para verle a través del espejo. Estaba mirando los moretones en mis hombros.


- No me duelen a menos que apriete – dije quitándole importancia.

- Pues a mí sí me duelen – respondió con seriedad. Se inclinó ligeramente para llenarlos de suaves besos.


Cuando terminó, se agachó, puso sus manos en mi cintura y tiró hacia abajo de mis braguitas. Me acarició las piernas un instante y me pegó un mordisquito en una nalga. Emití un chillido y me reí. Después se levantó y se colocó frente a mí. Agarró mi mano derecha y con mucho cuidado me quitó la muñequera. De nuevo se llevó mi mano a la boca y también la llenó de besos. Era su mágica forma de conseguir que me dolieran menos. No era que me curase el dolor físico en sí, pero sus besos, sus caricias, sus mimos y su amor sanaban mi corazón.


- Parece que está un poco menos hinchada que ayer – comentó observándola. - ¿Te duele menos?

- No duele a menos que haga movimientos muy bruscos o me apriete – dije.

- Vale – me agarró la mano izquierda y me ayudó a entrar en la bañera. – Disfrute de su baño relajante, señorita.

- Muchas gracias – dije sentándome y apoyando mi espalda en la pared de la bañera.


Jaehwan me echó un rápido vistazo y salió del baño, cerrando la puerta tras de sí. El agua estaba bastante caliente, casi como el de los baños termales, pero esa calidez me resultaba agradable y le hacía bien a mi cuerpo aún dolorido y agotado. Recogí mi pelo en un moño y me hundí más para poder apoyar también mi cabeza sobre el borde de la bañera. Cerré los ojos.


No habían pasado ni 5 minutos cuando Jaehwan llamó a la puerta y asomó su cabeza. Me giré para mirarle.


- El caso es que... - comenzó a decir.

- ¿Sí? – pregunté intrigada.

- Verá, señorita, éste un baño mixto, y me preguntaba si le importaría compartirlo con un caballero.

- ¡En el anuncio no ponía que era mixto! – exclamé. – Me siento engañada, devuélvame mi dinero – extendí mi mano e hice un gesto de reclamo.

- Lo siento, no hacemos devoluciones – dijo.

- Estafador...

- Pero puedo hacerle un sexy striptease a modo de recompensa – se ofreció. Me incorporé en la bañera, me ladeé y apoyé mis brazos sobre el borde.

- Bueno, algo es algo... - dije haciendo un gesto de conformismo con mis hombros. – Tiene toda mi atención, caballero.


Jaehwan empezó a cantar una canción sexy, y empezó a pegar pequeños saltitos. A continuación, se dio la vuelta y empezó a mover su trasero de una forma absolutamente ridícula. Me dio la risa. Volvió a darse la vuelta y metió sus brazos por las mangas de su camiseta. Empezó a forcejear y a girar la camiseta en una y otra dirección, como si se hubiera quedado atrapado y estuviese peleando por salir. Tras unos momentos, se sacó la camiseta y la tiró al suelo enfadado. La pisoteó. Después, se volvió a dar la vuelta y se acercó a mí pegando saltitos hacia atrás, moviendo de nuevo su trasero de esa forma ridícula.


- ¡La última prenda es para la señorita! – gritó.

- ¡Qué honor! – exclamé poniendo mis manos en su trasero. Apreté sus nalgas. - ¡Boing, boing!


Puse mis manos en la goma de sus boxers e hice intención de tirar de ellos hacia abajo, pero no estaba segura de poder hacerlo con la mano que me dolía. Solté una risotada.


- Ayúdame, no puedo con la derecha – le pedí.

- Ohh... - se dio la vuelta y se sentó en el suelo, al lado de la bañera. – Verá, señorita, si tira usted de un lado y yo del otro, voy a necesitar agacharme, y entonces voy a quedar en una posición muy poco caballerosa frente a su cara, que se encuentra a esta altura – hizo un gesto con su mano. Yo lloraba de la risa. – Me lo quitaré yo mismo, pues. Con su permiso... - Jaehwan se quitó los calzoncillos y me los ofreció.

- ¡Uhhh! – exclamé emocionada, los agarré con mi mano sana, levanté el brazo y los hice girar. Jaehwan sonrió y se inclinó hacia mí para besarme. Frené el movimiento de mi brazo en seco, lancé los calzoncillos a alguna parte del baño y bajé mi mano para acariciar su cara. Me miró con ternura y sonrió.

- Me encanta el sonido de tu risa – me dijo. – Es mi sonido favorito en el mundo. Déjame escucharlo muchas veces de ahora en adelante, por favor – le acaricié la cara y me mordí los labios.

- Lo intentaré – le prometí y volví a besarle.

- ¿Me haces un sitio? – susurró.


Me moví hacia la parte delantera, dejándole libre la mitad trasera. Él se sentó detrás de mí, con su espalda apoyada sobre la pared de la bañera, como minutos antes había estado yo, y pasó sus largas piernas por mis costados. Sus manos agarraron mi cintura y me atrajeron hacia él. Me recosté apoyando mi espalda sobre su pecho y mi cabeza sobre su hombro. Me envolvió con sus brazos e inclinó su cabeza para besar cada parte de mi cara que quedaba a su alcance.


El cuerpo de Jaehwan era realmente cómodo, sin duda adoraba recostarme sobre él. El calor que emitía siempre era reconfortante, y adoraba escuchar su respiración y sentir los latidos de su corazón. Cerré mis ojos, respiré hondo y me relajé.

No pude esquivarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora