81. Jekyll & Hyde

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Me dejó sentada sobre la cama, encendió la luz de la mesita de noche y buscó el mando a distancia para cerar la persiana. Una vez conseguida la intimidad correcta, se sentó en el borde de la cama y preguntó:


- ¿Por dónde íbamos?

- Ibas a quitarte esos pantalones – señalé.

- No, no iba a hacer eso. Pero es muy buena idea – me dio la espalda un momento para quitarse los pantalones que ya le había dejado yo abiertos y que se le habían ido cayendo un poco al ir hacia la habitación. – Pero qué lista es mi chica – deslicé mi mano por su columna, haciendo que le diera un escalofrío. Me reí. – Ya vas a ver... - murmuró mientras se giraba hacia mí con una mirada intimidante y una sonrisa tremendamente traviesa.

- "Jekyll and Hyde..." – canturreé una de sus canciones mientras me sentaba al otro extremo de la cama y me cubría por completo con las sábanas a modo de escudo.

- "geobeul meogeobeorin geu nunbit ireojima..." – le escuché canturrear en respuesta. Tiró de las sábanas con fuerza y las echó hacia los pies de la cama. Emití un gritito. Jaehwan carcajeó, gateó hacia mí, agarró mis tobillos y tiró de mí para acercarme a él.


Una vez que me tuvo suficientemente cerca, puso cada una de mis piernas a cada uno de sus costados y se inclinó hacia mí, poniendo sus brazos a mis lados para mantener su equilibrio. Nuestras caras quedaron de nuevo a escasos centímetros. Se mordió los labios mientras sus ojos viajaban desde los míos hasta mis labios. Acaricié su espalda, atrayéndole más hacia mí. Jaehwan atrapó mis labios entre los suyos con rudeza, como si estuviera muerto de hambre. Adoraba lo versátiles y cargados de sentimiento que eran sus besos según su estado de ánimo. Me entregué a la fiereza de aquel beso y pronto sentí una de sus manos subiendo rápidamente por mi espalda y desabrochando mi sostén con experta facilidad. Wow. Ni yo misma era capaz de desabrochármelo con una sola mano. Me dio la risa y rompí el beso, momento que Jaehwan aprovechó para mover su cara hacia mi hombro y agarrar el tirante de mi sostén con sus dientes. Tiró de él para sacármelo y yo le facilité la tarea estirando mis brazos hacia adelante. Una vez fuera, lo tiró a los pies de la cama, me observó un instante y, agarrándome por la cintura, me tumbó sobre la cama, apoyando mi cabeza sobre la almohada.


Se tomó otro momento para admirar mi cuerpo y decidió que mis braguitas también sobraban. Enganchó sus dedos a ambos lados de la goma y tiró de ellas. De nuevo le facilité la tarea levantando mi trasero. Jaehwan volvió a colocarse entre mis piernas, y se tomó otro momento más para mirarme de arriba abajo, esta vez deslizando sus manos por mis muslos y subiendo lentamente, acariciando y apretando absolutamente todo lo que encontraban a su paso.


Terminó recostándose de lado a mi izquierda, apoyándose en la cama con su brazo derecho y enredando sus piernas con las mías y sujetándolas para que no las mantuviera abiertas. Su brazo izquierdo seguía subiendo y bajando, acariciando incansable. Enterró su cabeza en mi cuello y me mordió suavemente. Mi cuerpo ya se estaba estremeciendo y arqueando desde sus primeras caricias y mi respiración ya empezaba a agitarse. Mi brazo izquierdo había quedado atrapado bajo él, así que lo flexioné para acariciar su espalda, y cerré los ojos, disfrutando al máximo cada cosa que me hacía y cada sentimiento que me provocaba.


- Eres preciosa – susurró en mi oído. Sonreí y arañé suavemente su espalda. – Absolutamente preciosa – repitió.


Su mano descendió lentamente acariciando y estrujando suavemente mis pechos, y siguió bajando por mi abdomen, hasta llegar a mi entrepierna. Emití un gemido cuando sus dedos acariciaron allí. Seguía besándome y mordiéndome en el cuello, y le escuché inspirar fuerte contra mi piel.

No pude esquivarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora