15. Su efecto sobre mí

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- ¿De verdad?

- De verdad – aseguré. Escuché de nuevo el sonido de su sonrisa.

- Tendremos que madrugar un poco – me advirtió.

- No hay ningún problema.

- Parece que hoy es mi día de suerte, así que voy a intentarlo de nuevo: ¿Crees que podría...? – hizo una pausa. - ¿...pasar a recogerte a tu casa? – me preguntó.


Sonreí. Era insistente con el tema. Pero ya me había decidido a confiar en él.


- Está bien. Cuando colguemos te enviaré la dirección.

- ¡Wow! ¿En serio? ¿Me darás la verdadera? – reí.

- No podremos pasar el día juntos si no lo hago – dije sin pensar. Segundos después, me morí de vergüenza. Menos mal que él no podía verme.

- Sé que te va a sonar extraño, pero... ¿Podrías llevar un cambio de ropa completo? – me preguntó de repente.

- ¿Q-qué? – tartamudeé. ¿Un cambio de ropa completo? Oh, por Dios, ¿qué íbamos a hacer? Le escuché reír.

- No vamos a hacer nada raro. Te lo prometo. A menos que quieras...

- ¡S-Sí! – respondí. Me había puesto muy nerviosa de repente.

- ¿Sí? ¿Sí quieres hacer...?

- ¡Sí puedo llevar un cambio de ropa! – le interrumpí para que no llegase más lejos. Él se rió. - ¿A qué hora pasas a buscarme?

- ¿Qué tal a las 8?

- ¡P-perfecto! ¿A-algo más?

- Creo que no. Descansa bien y repón fuerzas. Las vas a necesitar – maldición, me estaba provocando.

- ¡B-buenas noches! – despedí y colgué sin esperar respuesta.


Estaba segura de que en ese momento él debía estar riéndose mucho de mí. De haber conseguido ponerme nerviosa. ¿Por qué? ¿Por qué tenía ese efecto en mí?

Respiré hondo y le envié mi dirección en un mensaje.


- Está bien, Ali... Está bien. Tranquila. Sólo se estaba burlando un poco de ti. Todo va a estar bien – me convencí a mí misma mientras me golpeaba levemente las mejillas. Las tenía ardiendo. Me había metido en la cama mientras hablaba con él, pero salí de nuevo para refrescarme la cara.


Entonces recordé que ya tenía planes con Carol y Jesse. Lo había olvidado. Me miré en el espejo. Podía llamarle de nuevo y decirle que había olvidado que ya tenía planes... Pero seguramente él pensaría que me había asustado de nuevo. No. Había decidido confiar y pasar el día con él.


Carol sería comprensiva si cancelaba los planes con ella y su novio. Debían llevar tiempo sin verse, así que dejarlos a solas seguramente no sería ningún problema para ellos. ¿Estaría dormida? Salí de mi habitación y me acerqué de puntillas a su habitación. Pegué la oreja a su puerta e intenté escuchar algún sonido. No escuché nada. Llamé suavemente.


- Adelante – me dijo. Abrí la puerta y sonreí. Estaba metida en la cama jugando a algo en el móvil - ¿No puedes dormir? – me preguntó. Me reí.

- No es eso...

- Cuéntame – golpeó su cama para que me sentase.

- Verás, es que... ¿Recuerdas el chico del que te hablé?

- ¿Cómo olvidarlo? Debes haber sido la extranjera más rápida en conquistar a un coreano – bromeó.


Me reí y le conté que me había vuelto a encontrar con él dos veces más en el parque.


- ¿Y...?

- Y me ha invitado a pasar el día con él... mañana.

- Y quieres ir con él, ¿verdad? – me preguntó. Asentí con la cabeza. - ¿Te has depilado? Compra protección por si acaso él no lleva...

- ¡Carol! – la golpeé en el hombro. Ella se rió – No es nada de eso.

- Pero dijiste que es muy guapo.

- Y lo es. Es muy guapo. Pero eso no lo es todo, ¿sabes? No tenemos ese tipo de relación, sólo nos estamos conociendo.

- Está bien, está bien... No te preocupes por mí y por Jesse. Otra vez será – me dijo sonriendo.

- ¿De verdad no te importa?

- Para nada. ¿A dónde vais a ir?

- No me lo ha dicho... Dijo que es una sorpresa – Carol rió.

- Te digo yo que quiere...

- ¡Carol! – la interrumpí. Se rió.

- Está bien, está bien... La verdad es que me alegro de que hayas hecho un amigo. Pasadlo bien, ¿vale?

- Te quiero – dije abrazándola.

- Y yo a ti, nena – me devolvió el abrazo.


Esa noche, casi no pude dormir de lo nerviosa que estaba. Definitivamente, las sorpresas eran algo que me inquietaba. Así que a las 6 me levanté para hacer algo de provecho hasta que llegase la hora en Jaehwan que viniera a buscarme. No sabía qué planes tenía, pero pensé que si íbamos a pasar todo el día juntos, en algún momento tendríamos que comer. Hice la tortilla que le había prometido y la metí en una tartera para poder llevarla. Si de casualidad sus planes incluían comer en algún sitio, simplemente se la daría para que él la comiese en su casa.


Una vez hube terminado, eran las 7 de la mañana. Aún faltaba una hora para que viniera a buscarme, así que me metí en la ducha. Pensé que, dado que desconocía los planes, lo mejor sería ir lo más cómoda posible. Parecía que el día iba a ser caluroso, así que me puse unos shorts vaqueros y una camiseta blanca con salpicaduras de muchos colores. En los pies, deportivas. Decidí llevar el pelo ondulado y suelto, pero me puse una gomita en mi muñeca, por si en algún momento necesitaba recogerlo. Preparé también el cambio de ropa completo que él me había pedido.


A las 8, le estaba esperando en la puerta de mi bloque con una bolsita en la que llevaba todo. Cerca de las 8:10, un coche de color azul clarito paró justo delante de mí. La ventanilla del conductor se bajó, y como ya era habitual, Jaehwan apareció con su cara cubierta con gafas de sol y mascarilla.


- Buenos días. ¿Subes? – me invitó. ¿Así que íbamos a ir a ese lugar en coche? Asentí con mi cabeza, rodeé el coche y entré por la puerta del copiloto. 

No pude esquivarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora