25. Soonhee y Sian

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El timbre sonó tan sólo unos minutos después de que dejásemos de hablar por teléfono. Sian, que hasta entonces había estado dormidito, se despertó de golpe, asustado por el sonido. Con él llorando entre mis brazos, abrí la puerta.


- Vaya... Está bien, entonces me voy... – bromeó Jaehwan al ver el recibimiento que el niño le estaba dando.

- Olvidé decirte que no llamases al timbre. Lo has asustado – expliqué intentando calmar al niño. – Adelante.


Jaehwan se quitó sus zapatos y pasó hasta el salón. Soonhee aún estaba comiendo su cena. En cuanto le había quitado el ojo de encima, había dejado la cuchara y estaba comiendo de nuevo con las manos. Suspiré.


- Soonhee... Vamos a comer con la cuchara, como las personas mayores, ¿vale? – me agaché a su lado con Sian aún en mis brazos. – Venga, a ver, enséñame lo mayor que eres – dije alentándola. Ella agarró de nuevo su cuchara e intentó clavarla en su bol de arroz. La ayudé a tomar un poquito con una mano y a llevarlo a su boca. - ¡Qué bien! – la felicité. – Otra vez, ¿vale? – Soonhee sonrió contenta y decidió intentarlo de nuevo ella sola.


Sian se había callado de repente. Estaba mirando fijamente a Jaehwan y de repente empezó a reírse. Al mirar a Jaehwan, vi que le estaba haciendo caras graciosas. Me reí.


- Así sí que se recibe a alguien cuando viene a casa – acaricié la cabeza de Sian. – Puedes sentarte – le dije a Jaehwan. – Aún voy a tardar un ratito – le avisé. Se quitó una camisa de manga larga que llevaba sobre una camiseta de manga corta, la dejó sobre el sofá y se dirigió hacia la cocina.

- Voy a colarme un momento en tu cocina – me dijo dirigiéndose hacia ella. Una vez allí, se lavó las manos en el fregadero y volvió. - ¿Te ayudo con algo?

- Soonhee, ¿quieres que oppa te ayude? – le pregunté a la niña. Negó con la cabeza.

- Yo – respondió.

- ¿Tú sola? Wow, ¡de verdad eres mayor! – exclamó Jaehwan. La niña sonrió contenta y volvió a clavar la cuchara en su bol.

- Voy a prepararle el biberón a Sian – le informé. - ¿La echas un ojo? Que no coma con las manos, ¿sí?

- Claro – me dedicó una sonrisa. Mientras me dirigía a la cocina con Sian entre mis brazos, vi que Jaehwan se había sentado en el suelo, al lado de Soonhee, y empezó a charlar con ella sobre los dibujos que había en la televisión.


Dejé a Sian sentado sobre una mecedora que sus padres me habían traído mientras le preparaba el biberón. Yo también le hice caras graciosas mientras esperaba por su comida. Después, me senté en el sofá, acomodé al niño entre mis brazos y le di su biberón.


Soonhee había terminado con éxito su bol de arroz, y como recompensa le esperaba un delicioso plátano.


- ¿Se lo doy entero? – me preguntó Jaehwan.

- No. Por favor, córtaselo en trocitos para que siga practicando con el tenedor – le pedí.

- Eres estricta, ¿eh? – me dijo riendo.

- Sólo hago lo que sus padres me han pedido que haga – reí. Sian bebía su leche sin quitarme el ojo de encima.


Eran cerca de las 9 cuando terminamos de darles la cena. Jugamos todos juntos un ratito antes de dormir. Puse algo de música relajante en la televisión, tumbé a Soonhee en el sofá y a Sian en la mecedora, y bajé la intensidad de las luces. Después de un ratito, ambos cayeron profundamente dormidos. Esperaba que se mantuvieran así hasta que sus padres regresasen.


Jaehwan y yo nos miramos y nos dirigimos a la cocina. Él se sentó en una de las sillas a un lado de la barra de desayuno mientras yo limpiaba todo lo de los niños.


- ¿Así que también eres niñera? – me preguntó.

- Así es. Tenía demasiado tiempo libre y decidí invertirlo en las generaciones futuras – sonreí.

- Eso es bueno. ¿Qué más has estado haciendo esta semana para estar tan ocupada como para olvidarte de mí?

- Ir a clases de cocina y buscar otro trabajo.

- ¿Otro trabajo? ¿Cuántas horas tiene tu día?

- Sólo he hecho una entrevista, aún no estoy contratada.

- ¿Qué tal fue?

- Bien. Salí contenta, pero no me han llamado todavía.

- Bueno. Pronto lo harán.

- ¿Y tú cómo lo sabes?

- Porque confío en ti – me dijo. Sonreí algo avergonzada.

- ¿Qué quieres cenar?

- Cualquier cosa. ¿Qué has aprendido a cocinar?

- De momento, no estoy preparada para cocinar nada de lo que he aprendido. Dame algo más de tiempo para practicar – él se rió.

- Está bien. ¿Pedimos una pizza o algo así? – dijo sacando su teléfono.

- Vale. Pero invito yo.

- De acuerdo. Con tantos trabajos, vas a terminar siendo millonaria – me dijo. - ¿Para qué quieres tanto dinero? - me reí.

- Quiero ayudar a pagar el alquiler de la casa – respondí.

- Mmmm... - Jaehwan me observó pensativo durante unos minutos.

- ¿Qué piensas? – le pregunté con curiosidad mientras me acercaba a él por el otro lado de la barra de desayuno. Nos miramos fijamente unos instantes. Entonces, se inclinó hacia mí y posó suavemente sus labios sobre los míos.

- En que me encantan las chicas trabajadoras – confesó.


En ese momento, olvidé cómo respirar.

No pude esquivarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora