48. Tocando el cielo

14 1 0
                                    

Empujé a Jaehwan contra la puerta. Me miró con una mezcla de asombro y diversión. Le agarré la cara y volví a besarle. Me aventuré a buscar su lengua con la mía, y no tardé en encontrarla. Nos fundimos en un apasionado beso y sus manos acariciaron mi espalda y me atrajeron hacia él, apretándome tan fuerte que incluso me costaba respirar. Me separé un instante con intención de buscar aire, y noté en él una mirada de admiración y entusiasmo que me derritió. Volví a besarle mientras con mis manos le deshacía la corbata y le desabotonaba la camisa, pero ni siquiera me dio tiempo a acariciar su pecho cuando me hizo dar medio giro sobre mí misma y darle la espalda.


Me abrazó por detrás y noté su respiración en mi nuca. Sus manos se deslizaron suave y lentamente por mis brazos, primero desde abajo hacia arriba y después al revés. Su tacto me hacía cosquillas, pero eran unas cosquillas que me provocaban escalofríos y noté que se me ponía la carne de gallina.


Mientras con una mano me agarraba por la muñeca, con la otra me agarró la cara y suavemente me hizo ladear la cabeza para dejarle acceso completo a mi cuello. Tragué saliva. Me besó tiernamente en la mejilla y continuó descendiendo poquito a poco, primero por mi mandíbula y después por mi cuello, dejando un rastro de infinitos besos a su paso. Empecé a notarme realmente acalorada y solté un suspiro. No pude verle, pero escuché su sonrisa cerca de mi oreja. Me mordió el lóbulo suavemente y yo me mordí los labios para acallar un gemido.


Entonces, noté sus manos en mis hombros y a continuación en mi espalda. Comenzó a desabrochar la cremallera de mi vestido con una lentitud desesperante. Seguía sintiendo su respiración cerca de mi cuello, estaba segura de que estaba observando con toda atención cada una de mis reacciones. Una vez que la hubo bajado por completo, soltó mi cabello y comenzó a desvestirme. Pero en lugar de sacarme los brazos y dejar que el vestido cayera al suelo, lo fue sosteniendo con sus manos y se aseguró de que el propio vestido rozase todos los lugares sobresalientes de mi cuerpo. Jamás hubiera pensado que se pudiera quitar la ropa de forma tan excitante.


Quedé con mi ropa interior y tal y como había previsto, empecé a sentirme avergonzada, pero todo empeoró cuando Jaehwan, arrodillado a mi lado, me pegó un suave mordisco en una nalga. Solté un grito y me alejé de un salto, y entonces él soltó una carcajada y volvió a ponerse de pie.


- N-no es divertido – dije muerta de vergüenza girándome hacia él.

- Claro que lo es – me dijo aún sonriendo.


Entonces me miró de arriba abajo y se mordió el labio. Me tendió su mano y cuando la agarré, me atrajo de nuevo hacia él, aunque enseguida me empujó con suavidad de forma que quedé sentada sobre el borde de la cama. Volvió a arrodillarse frente a mí y levantó una de mis piernas. Deslizó mi media mirándome con una sonrisa traviesa en su cara y cuando la hubo quitado, hizo lo mismo con la otra. Aproveché para quitarme las gafas y dejarlas sobre la mesilla. Entonces volvió a agarrar mi mano y me ayudó a ponerme de nuevo de pie. Aproveché para empujarle de nuevo contra la puerta. Era mi turno.


La agarré la cara y volví a buscar sus labios, pero enseguida deslicé mis manos suavemente por su pecho, palpando cada uno de sus músculos. Al llegar a su cintura, desabroché su pantalón, que cayó al suelo. Puse entonces mi mano detrás de su cuello y tiré de él, pero como sus pantalones sólo habían caído y no habían terminado de salir del todo, se tropezó y perdió el equilibrio. De algún modo conseguí hacerle girar para que cayese sentado en la cama. Me agaché rápido para terminar de sacarle los pantalones y antes de que él pudiera hacer nada, me senté a horcajadas sobre él.


Se quedó mirando mi escote con cara de bobo. Me reí. Acaricié su pelo y le di un pequeño tirón que le hizo echar su cuello hacia un lado. Le mordí la oreja y le escuché gruñir. Descendí besando y succionando su cuello suavemente, terminé de sacarle la camisa y pronto sentí sus manos acariciando mi espalda, bajando hacia mi cintura y llegando hasta mi trasero. Me apretó las nalgas y solté un gemido. Él giró su cabeza para besar mis labios de nuevo.


Sin dejar de besarnos, me atrajo más hacia él y noté su excitación en mi entrepierna. Tiró de mí de forma que nos rozásemos y no pude evitar gemir. Repitió el gesto varias veces, y todas y cada una de ellas me robó un gemido. Me miró satisfecho. Entonces sus manos ascendieron de nuevo por mi espalda y desabrocharon mi sujetador con facilidad. Me lo quitó del mismo modo en que me había quitado el vestido, asegurándose de que la tela rozase toda la piel posible. Sentí que me ruborizaba de nuevo y quise volver a tirar de su pelo y esconder mi cara en su cuello, pero él fue más rápido y se lanzó a mi cuello para continuar descendiendo muy lentamente hacia mis pechos, los cuáles atrapó con sus labios y fue besando y lamiendo de forma alterna. Me abracé a él y acaricié su espalda y su cabeza. Retomamos aquel delicioso roce de entrepiernas y la habitación se llenó de respiraciones agitadas, jadeos, gemidos y gruñidos. Aún tenía mi braguita puesta, pero aquel delicioso roce junto a sus besos y sus caricias que se extendían desde mi espalda hasta mis muslos una y otra vez, me llevaron al orgasmo por primera vez.


Jaehwan se detuvo y alzó su cabeza para mirarme. Me mordí los labios, muerta de vergüenza una vez más. Me sonrió realmente satisfecho y me depositó con suavidad sobre la cama. Entonces se colocó entre mis piernas y continuó besando y lamiendo donde se había quedado. Al cabo de unos instantes descendió por mi abdomen, de forma dolorosamente lenta, y a medida que se acercaba a mi entrepierna, empecé a convertirme de nuevo en una maraña de respiraciones agitadas y gemidos. Jaehwan tiró de mi braguita y me la sacó por completo, y entonces enterró su cara en mi entrepierna. Me revolví en la cama al sentir su lengua lamiendo y succionando. Como la zona ya estaba súper sensible, tardé poco en alcanzar mi segundo orgasmo.


Jaehwan se incorporó lamiéndose los labios y me miró un momento. Me sentía completamente debilitada.


- Creo que necesito descansar un momento... - comencé a decir intentando recuperar el aliento. Jaehwan rió y se tumbó sobre mí apoyando su peso sobre sus brazos.

- Te quiero – me susurró al oído y me llenó la cara de besos. – Deseaba mucho hacer esto - le acaricié los brazos y observé sus músculos marcados. Tracé sus formas con la punta de mis dedos mientras él seguía devorándome a besos.

- Yo también – le dije sonriendo. - ¿Seguimos? – Jaehwan sonrió, me besó rápidamente, y se alejó.


Terminó de desvestirse y buscó rápidamente un preservativo en su pantalón. Cuando se lo hubo puesto, volvió a tumbarse sobre mí y me miró expectante. Asentí con la cabeza y entonces, nos convertimos en uno.


Después de tanto tiempo deseándolo, por fin estaba haciendo el amor con Jaehwan. Una vez. Y otra. Y otra más. La verdad es que perdí la cuenta de las veces que Jaehwan me hizo tocar el cielo aquella noche. 

No pude esquivarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora