The Untold Fake Truth

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–No es lo que crees, Keith– Los ojos celestes se dirigieron a las manos del mayor, las cuales eran puños llenos de furia.

–Dijiste que ya no irías a verla– El azabache apretó los dientes, callando todos los insultos que querían escapar.

–¿Acaso no puedo ver a una amiga?– Preguntó el cubano, cansado de la insistencia del contrario.

–¡No es solo una amiga y lo sabes!– La voz del asiático temblaba, llena de sentimientos que jamás había sentido por su pareja.

–No tienes forma de saber si nos acostamos o no, estás celoso y no puedes evitarlo– El moreno se cruzó de brazos frente a la puerta de la habitación dónde estaban.

–¡Está bien! ¡Estoy celoso, Lance! ¿¡Y qué!? ¿¡Que tiene ella que no tenga yo!? –el control del morocho se había ido por completo– ¿Acaso es más guapa? ¿Más inteligente? ¿Más graciosa? ¿Tiene mejor cuerpo?

Las manos, antes cerradas, ahora estaban por lo aires, moviéndose con cada expresión que hacia el coreano. Se podía ver como intentaba retener las lágrimas y los gritos con nulos resultados. Era algo que Lance nunca había visto por parte de su novio.

–Keith, estás exagerando– Intentó el latino, pero al acercarse, fue empujado.

–¡No, déjame hablar! ¡Siempre que estamos juntos pareces incómodo y nervioso, pero cuando ella viene ríes y coqueteas como solías hacer conmigo! Puedo pedir unos días libres en el trabajo, ¿sabes? ¡No tienes que irte con otra!– Durante el momento en el que Keith lo miró directamente, vio que los hermosos ojos galácticos que lo volvían loco estaban rojos y llorosos.

–No hicimos nada– Seguía repitiendo el castaño.

–¡Tienes su perfume! ¡No intentes disimularlo! ¡Pudiste haber cortado conmigo y así estabas libre para ella, no tenías que romper el corazón que prometiste que juntos íbamos a reconstruir!– Gritó, mirando a los ojos de su amante.

Y eso llegó como una bala hacia el corazón del menor.

–No quiero romper contigo, por favor Keith– Cada vez que intentaba acercar una mano hacia el azabache, éste la sacaba de un manotazo y se alejaba.

–¿¡Entonces por qué vas con ella a mis espaldas!?– El lado irracional del muchacho había despertado, ahora nada podía hacer que dejara de gritar.

–Si me preguntaras te diría a dónde fui, no es secreto que voy a su casa– La voz del moreno se estaba alzando peligrosamente.

–¡Pues me parece que si le fuiste infiel a tu pareja y luego te perdona, deberías decirle que vas con la misma chica con la que te acostaste por primera vez!– El cuerpo entero del asiático temblaba de ira.

–¡Si tu me dirías que te vas con Shiro hasta la medianoche, tal vez te diría que me voy con Allura menos de dos horas!– Lance tenía paciencia, sobre todo con Keith, pero sus nervios estaban altos, muy altos.

–No metas a Shiro en la conversación– El mayor lo apuntó con el índice.

–¿Así que no confías en tu novio, pero sí en un compañero de trabajo que es 10 años más grande que tú? Y mira quién estaba hablando de infidelidad– La voz del cubano se había librado de preocupación, solo ironía y enojo.

–¡Son solo 7, Lance! ¡Y no me acuesto con él!– Se defendió el mayor.

–Siempre que me quedo despierto cuando llegas, vienes cansado y no respondes ninguna pregunta que hago– Murmuró el de ojos claros.

No quería pelear con Keith, pero sabría que algún día pasaría. Generalmente cuando discutían Keith estaba tan enojado que actuaba por instintos y lo besaba, cosa que Lance amaba, pero hoy no era una simple discusión, y Keith quería sacar todo el odio que había dentro de él.

–¿¡Tal vez por que llego a la madrugada de un día de trabajo sin cesar!? Además, ¿por qué cambias de tema? ¿Entonces es verdad? ¿Te acuestas con ella?– Preguntó entre lágrimas de tristeza e ira.

–¡Jamás dije que lo era, y aunque lo fuera, eso no te da derecho a acostarte con Shiro!– Exclamó el más alto.

–¡No me acuesto con gente que no amo, no soy como tú!– Acusó el coreano.

Y los gritos eran cada vez más dolorosos. Las lágrimas cada vez más fuertes. La distancia cada vez más grande.

Peleaban sin parar, habían guardado esos sentimientos por meses, y salieron todos a la misma vez. En vez de ser simples pensamientos de una pareja insegura, eran palabras horribles que salían ser sin control, dañando al contrario de a pedazos.

Vivían en un vecindario sin gente, por lo que el volumen no era problema. Pero en estos momentos, ojalá lo fuera, así podrían terminar de decir todas esas cosas, cosas que en el fondo no sentían.

–¿¡Sabes que, Keith!?– Exclamó de una vez por todas el latino.

–¿¡Qué!? ¿¡Me vas a cortar y te irás con ella!?– Preguntó el contrario, no del todo seguro de querer escuchar la respuesta.

–¡Y lo debí haber hecho hace mucho tiempo!– Los ojos púrpuras se abrieron de par en par.

Unos segundos de silencio se hicieron presentes, donde Keith no salía de su sorpresa y Lance esperaba que le dijera que no se vaya.

Finalmente, el azbache cerró con fuerza sus ojos, dejando que las lágrimas en sus párpados caigan, deseando que al abrirlos estuviera en su cama, viendo la cara de Lance como hacía todas las mañanas.

–¡Está bien! ¡¡Vete con esa zorra y no vuelvas!!– Limpiándose las lágrimas, el chico logró gritar sin querer demostrar el dolor que sentía.

–¡Ten por seguro que no volveré a pisar esta casa!– El más alto agarró su campera, olvidando que era la campera que Keith le había regalado en su aniversario, y salió del cuarto.

El mayor pudo escuchar los pasos bajando la escalera y luego la puerta abriéndose, no tardando mucho en cerrarse.

Y al fin, Keith se permitió llorar.













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Intento de Klangst 1.0

Probablemente haya otro, así que cuídense bbs.

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