Mermaid Tales

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Lance McClain estaba volviendo del trabajo, se había quedado hasta tarde.

Sabía que debía apresurarse, ya que tenía un compañero de casa que lo estaba esperando. Le había comprado comida debido a los enojos por parte de su amigo si venía a casa con las manos vacías.

Ese muchacho tenía un fuerte carácter, pero a Lance le encantaba.

Abrió la puerta con una mano mientras sostenía las bolsas con la otra.

-¡Ya llegué!- Exclamó prendiendo las luces del hogar.

A su amigo no le molestaba la falta de luz mientras el moreno no estaba, ya que podía ver fácilmente sin ella.

-¡Era hora! ¿Porqué llegaste tan tarde?- El asiático tenía los brazos cruzados sobre su pecho, mostrando una obvia desconformidad.

-Tranquilo mullet, el jefe me pidió un poco mas de tiempo, eso es todo- El mayor dejó las cosas sobre la mesa y se acercó a la gran pecera.

-¿Al menos me trajiste algo?- El azabache alzó una ceja, causándole una sonrisa al contrario.

-¡Por supuesto que sí! Te traje varias frutillas- Lance se volvió a acercar a la mesa, y tras revolver un poco las bolsas, sacó unas cuantas.

-¡¿En serio?!- Los ojos del muchacho comenzaron a brillar y una gran sonrisa se formó en su rostro.

Sinceramente, el moreno amaba ese rostro.

-Sí, toma- Le sacó los tallos y las tiró en la pecera.

Todavía no sabía al alimentación específica de tales tritones, pero sí sabía lo feliz que le ponían las frutas dulces.

El joven morocho agitó la cola y comenzó a nadar por la pecera, atrapando las frutillas que caían lentamente.

El cubano retrocedió unos pasos y se sentó en una silla, observando a aquella peculiar criatura que tanto le fascinaba. Desde el momento en el que entraba a la casa y veía la figura en la gran pecera, su día mejoraba por completo.

-¿Lance?...- El asiático aún tenía la boca un poco llena y unas manchas rojizas en el mentón.

-¿Si, pececito?- Sonrió inconcientemente debido a lo tierno que se veía el contrario.

-¿Me puedes contar la historia otra vez?- El azabache limpió las manchas en su cara y se sentó un una roca que tenia su hogar de vidrio.

-Te gusta esa historia, ¿cierto?- El moreno solía contarle contarle esa historia, a pedido del azabache, casi todas las noches.

El menor solo asintió y se dispuso a escuchar.

-Comienza desde el principio de todo- El tritón se veía sereno, pero con una pizca de entusiasmo.

-Desde el principio de todo....- Repitió Lance, asegurándose de recordar la historia a la perfección.

-Por favor- El moreno no podía resistirse a tal belleza.

-Bueno, todo comemzó cuando el chico tenía 10 años de vida... Su abuela le había regalado un pez que solo era conseguido en las zonas menos pobladas de Corea del Sur. Ella le había dicho que ese pez era muy especial, y que debía criarlo a escondidas de sus amigos y padres, era como un secreto entre abuela y nieto...- Lance frenó un segundo al ver la cara de entusiasmo del morocho.

No importa cuantas veces contara esa historia, su compañero jamás se cansaria de oírla, y él nunca de contarla.

-¿Pasó algo?- La voz del contrario lo sacó de sus pensamientos.

|:Klance One-Shots:|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora