Stories & Realities (3)

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–Entonces lo primero que hay que hacer es buscar refugio– Todos asintieron ante las palabras del viajero.

Eran días estresantes.

Pidge y Hunk habían tratado de decirle a sus padres, pero pensaron que se trataba de una broma, incluso llegaron a creer que estaban alcoholizados.

La única ayuda que tenían era el libro del Chico Realidades, la información en el libro de Pidge, y la esperanza que les quedaba.

–Luego intentaremos traer a sus familias –prosiguió–. Y finalmente, vamos con Shiro y buscar más armas.

–Exacto, necesitamos guardar provisiones, así que Pidge y yo iremos al supermercado, ustedes dos agarren lo que encuentren aquí o lo que sea– Ideó Lance.

Cuando estuvieron de acuerdo, los dos amigos subieron al auto.

Manejaron lo más rápido posible, procurando no ser multados.

Pidge traía el dinero que guardaba para la universidad, a la que ya no llegaría a ir.

Lance traía el dinero que había recaudado de sus antiguos trabajos, y el de Hunk, que logró sacar a escondidas.

Bajaron en un gran local y trataron de agarrar lo necesario.

Bromeaban con lo que veían, como un pan llamado de manera vulgar.

Consiguieron comida saludable, mucha bebida, y unos walki talkies. Por si acaso.

En la caja, Pidge vio una de esas tazas con nombres.

Divisó el nombre Matt. Y al lado, Katie.

Luego de comprar, solo les sobraban dos dólares. Pero no importaba, tenían suficiente.

Salieron con las compras. Y las tiraron en el auto.

El más alto suspiró y puso las manos en el volante. Pero no encendió el motor.

Y la muchacha no le dijo nada. Simplemente esperó.

Era como ese videojuego que jugaba con su hermano y Lance. Sobre el apocalipsis.

Pero, lamentablemente, no había botón de revivir en la vida real.

El auto arrancó, pero no se miraron.

No hubo risas cuando casi cruzan una roja.

No hubo insultos cuando fueron adelantados por un anciano.

No hubo gritos felices cuando una canción buena sonaba en la radio.

Y no se volvieron a mirar hasta llegar, ya que Pidge necesitaba ayuda con las bolsas.

Hunk corrió a ayudarlos, y así lo hizo el morocho.

–¿Alguna cosa útil?– Preguntó el cubano.

–Encontramos una honda de Marcos, el bate de béisbol de tus primas, supongo, y Chico Realidades tiene en esa mochila más armas que otra cosa.

|:Klance One-Shots:|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora