Cupid

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Ahí estaba otra vez.

Caminaba triste, con las flechas colgando de sus hombros cansados.

Keith ya lo había visto así.

Sabía que lloraría cuando creyera que nadie lo miraba.

Pero él sí lo hacía. Y odiaba hacerlo.

Siguió caminando hacia su propio deber.

Por más que quisiera decirle que él sí lo quería, no podía.

-Deberías decirle- Le sugirió Shiro al ser uno de esos días.

Uno de esos días en los que casi nadie venía a sus aposentos. Uno de esos días en los que Shiro bajaba desde su altar, un poco más arriba, a verlo.

-¿Acaso no lo entiendes? "Hasta que la muerte los separe", yo soy la muerte en persona- Suspiró mientras jugaba con su guadaña.

-Es peor que siga sufriendo, si odias verlo así, ve y detenlo- Agarró el gran arma con fuerza.

¿Y qué si eso solo hacía que Lance se sintiera peor? ¿Y qué si no le creía?

-No lo sé- Respondió, intentando hacer olvidar el tema.

Y no hablaron de ello en todo el día.

Ni hablaron de ello a la hora de irse para dejar a los demás guardianes.

Separaron caminos, y Keith cerró los ojos. Sabía qué vería. Sabía que no quería verlo.

Al pasar por el altar del guardián del amor, no pudo evitar fijarse si volvía a hacerlo.

Y lo hacía.

Desparramaba lágrimas por su suave rostro.

Tiraba las flechas y el arco al suelo, y luego caía él mismo, tapándose los ojos.

Y eso le dolía en el pecho al azabache. Le ardía.

Dio un paso hacia el moreno, pero en seguida volvió a retroceder. El miedo era demasiado grande.

Estaba por irse, sin poder soportar esa imagen, cuando lo vio moverse.

Había elevado la cabeza.

Sus manos flotaban junto a su rostro.

Y lentamente se estaban cerrando.

Lo vio arrodillarse. Pero su rostro seguía apuntando al mismo lugar.

Intentó seguir la mirada del menor, pero lo único que había en esa dirección eran esas flechas con puntas de corazón.

Abrió los ojos de par en par. Suplicó en silencio que no lo haga.

El chico se levantó por completo y caminó hasta quedar frente a esas damas que custodiaban el amor en ellas.

Se inclinó y agarró una, para luego volver a pararse.

Keith lo vio mirarla fijamente.

Quería ir hasta allá y sacársela de la mano, decirle que todo estaba bien.

Pero no lo hizo.

Se quedó ahí, viendo como agarraba esa flecha con las dos manos y la alejaba, apuntándola directamente a su pecho.

Se quedó ahí, viendo como la clavaba con fuerza.

Un líquido tan escarlata como los corazones que decoraban las ropas del muchacho comenzó a brotar de su pecho.

Un grito desgarrador salió de esos labios tan puros.

Hundió la flecha aún más, hasta ya no soportar.

Y la dejó clavada.

Después de todo, el dolor de esa herida jamás igualaría el dolor de ver a todas esas personas enamoradas y saber que tu nunca serás como ellas.

Pero el morocho sabía que elloy dos podrían serlo.

Pero no lo eran.

Con lágrimas colgando de sus párpados, corrió lo más rápido que pudo al altar de Hunk.

Abrió la puerta, sorprendiendo al guardián de la salud, quién elaboraba nuevos medicamentos.

-¡Dios! ¿Qué te pasó?- Preguntó ante tal interrupción.

-Es Lance, está realmente herido, debes ir con él- Y tras decir eso volvió a dirigirse con rapidez hacia su altar.

Dio una última mirada atrás mientras corría para asegurarse de que el hombre entrara a curar Lance.

Y al ver que lo hacía, apretó los dientes y aceleró el paso.

Al entrar en su hogar cerró la puerta y pegó la cabeza contra ella.

Ni siquiera podía ayudarlo cuando estaba lastimado y quería ayudarlo a sentirse amado.

Tiró la guadaña al suelo, rompiendo un pedazo de este. Pero ahora mismo no importaba.

Era una terrible persona, y merecía seguir cortándole la cabeza aquellos que habían sido en vida tan terribles como él.

Esa noche no pudo dormir.


















...

Bonjour y'all.

Me dicen Mister Drabbles a la Madrugada ;).

en mi defeNsa, tengo preparado un one-shot tan largo que podría ser considerado un libro si lo separo en capítulos.

So, esperarán un montón a que lo termine, pero mientras actualizaré los que ya están terminados, casi terminados y traducciones.

Ahora sí.

'k bye.

|:Klance One-Shots:|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora