5 Senses

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–Sabes que eso es el fetiche más raro del mundo, ¿cierto?– La castaña puso cara de asco.

–¡No lo es! Si tu no pudieras oler nada, lo entenderías– El latino se cruzó de brazos, avergonzado.

–No, definitivamente no tendría esos fetiches_ La cara de asco no hacía ninguna señal de irse.

–Es solo que... Quisiera poder sentir su aroma cuando me abraza, ¿sabes? Debe oler a vainilla– Miles de imágenes pasaron por la mente del mayor mientras sus ojos se cerraban.

–Te aseguro que la mitad del tiempo huele a sudor, pero cuando no entrena, a veces huele a chocolate caliente– Los ojos del moreno se iluminaron.

–¡Chocolate caliente! Dios, quisiera olerlo– El chico agarró la almohada y la colocó sobre su cara para no gritar.

Pidge rodó los ojos. Su amigo parecía una adolescente enamorada. Incluso aunque no pudiera verlo, podía sentir el golpe de la almohada en su cara y los gritos ahogados. Había aprendido a fortalecer sus otros sentidos, no iba a rendirse solo por no tener vista, lo supo desde chiquita.

–Si tan solo pudieras escuchar lo que dices– El tono sarcástico en la voz femenina era notorio.

–Tu ni siquiera puedes ver lo guapo que es, aunque es mejor para mi, ya que te gustaría si pudieras y yo lo quiero solo para mi– La chica podía casi escuchar su sonrisa.

–Lo único que sé es que tiene una "hermosa mullet morocha" y unos "adorables y grandes ojos púrpura asiáticos" y también tiene "una piel tan suave que incluso Shiro quiere sentir"– Respondió con tono burlón y entre risas.

–¡Hey! Estoy seguro de que Shiro amaría sentir esa piel– La italiana estalló en carcajadas.

–Creo que Shiro esta agradecido de perder el tacto, así no puede sentir como le pegas en la espalda mientras te quejas de lo inalcanzable que es Keith– Rió la chica.

–Saben que Shiro la pasó mal con los Galras, no está bien burlarse– Una voz los tomó por sorpresa.

La castaña debería estar asustada, pero después del grito de Lance no había nada de que asustarse.

–¡Hunk! ¡Casi me matas del susto!– El cubano se colocó una mano en el pecho respirando agitadamente.

–¡Lo siento! Solo venía a pedirles que prueben la cena– Se disculpó el paladín amarillo.

–Seguro, mejor que estar hablando sobre sus fetiches– La de lentes se fue antes de escuchar las quejas del mayor.

–Déjala, si la ignoraras parará– El castaño bufó.

–Es un ser sin corazón, jamás frenará– Se quejó.

–Y yo soy un ser sin sentido del gusto, y hay una sopa que debe ser probada– Bromeó el samoano.

Su amigo rió y asintió. Salieron de la habitación de Lance y se dirigieron a la cocina bromeando sobre cosas sin sentido. Tenían una buena amistad, se habían conocido gracias a sus defectos, pero esa amistad era una virtud.

Cuando llegaron, Pidge ya estaba con la cuchara en la boca y un poco de sopa en la comisura de los labios.

–¡Esta muy buena, Hunk! Aunque quedó muy salada– Objetó la chica sin dejar de tomar.

El latino se acercó a la comida y tomó un poco.

–No le hagas caso, está perfectamente perfecta– El cumplido fue acompañado con una sonrisa, la cual fue compartida con el cocinero.

–Oh, había olvidado que tengo un gusto superior– Sonrió la italiana.

El cubano la miró inexpresivo y luego miró de vuelta a su amigo, apoyándose sobre los codos en la mesada, como generalmente hacía con las muchachas para parecer "genial" y miró detrás de su robusto amigo.

El samoano miró a Katie, pero esta no se había dado cuenta del acto del mayor. Cuando el paladín amarillo siguió la vista de Lance, pudo notar una figura masculina detrás de él, viniendo desde el pasillo. Y ahí comprendió.

–Pidge, necesito ayuda para distinguir unos cables, ven conmigo– Usó el mensaje secreto que tenía con su amiga, y esperó a que ella lo entendiera.

–¿Pero si...? ¡Oh! ¿Son el rojo y el azul de nuevo?– Preguntó con una sonrisa.

–Sí, siempre tengo problemas con esos– Lance estaba bastante confundido.

–¿A dónde van?– La vista del paladín azul los miró y desvió hacia el pasillo con disimulo, aunque eso no evitó que sus dos amigos notaran sus nervios.

Keith ya había salido del pasillo y ya estaba prácticamente en la habitación. Debían apurar el paso.

–Cosas de mecánicos,no entenderías– Rápidamente la chica agarró al paladín amarillo y corrieron hacia una puerta elevadiza, la cual se cerró tras ellos.

Ahora solo eran Kogane y McClain.

–Bueno... ¿Qué te trae por aquí?– Intentó que la voz no le temblara, con escasos resultados.

El chico solo lo miró y caminó hacia el plato con sopa. Era una pena que no haya aceptado aprender lenguaje de señas con Shiro, ya que el latino tenía una sobrina muda, y sabía interpretar ese lenguaje.

Pero Keith aprendía bastante rápido, y por imposible que parezca, sabía cómo pronunciar palabras y qué letra hacía cuál sonido. El chico podía hablar perfectamente si tuviera voz. Lo había visto haciendo mímica a las canciones que escuchaba, y parecía que él estaba cantando.

Lance no dijo nada, solo se apartó y dejó que el azabache probara el alimento. Luego de una cucharada, el asiático cerró los ojos, como si estuviera concentrándose en disfrutar el momento. Lance sabía que la sopa de Hunk era deliciosa, pero ese muchacho se la tomaba a otro nivel. Luego de pensar eso, un par de hermosos ojos púrpura se dirigieron a él.

Algunos creían que los ojos de Katie, al ser vacíos, eran los mas penetrantes, los más profundos, los que podían ver a través de tu alma. Oh, que equivocados estaban.

Luego de darse cuenta de lo bellos que eran los ojos de Keith, no podía dejar de mirarlos. Esos ojos tenían el universo dentro, miles de galaxias atrapadas en sus iris, brillantes estrellas iluminando su vida. Su corazón explotaba cada vez que quedaba sumergido en la belleza de esos ojos, sus sentimientos se escapaban y las mariposas volaban. Sentía que todos sus secretos eran revelados, que su corazón era transparente y podía ver lo que había dentro. Sentía que caía en un abismo infinito del que jamás saldría.

El movimiento del mas bajo lo sacó de sus pensamientos.

El coreano había caminado hacia el refrigerador y había sacado unos ingredientes. El moreno se acercó, y pudo ver que el morocho estaba haciendo un batido, justo como los que hacía él.

A veces tardaba en elegir el ingrediente, pero lo hacía bastante bien y rápido, acelerando el corazón del cubano. Lance era el único que sabía hacer ese batido, hasta hoy, lo que le dejaba la idea de que Keith lo miraba.

Antes de poder reaccionar, el nombrado se estaba yendo mientras sorbía el líquido. El mas alto sacudió la cabeza y miró al muchacho irse, y luego miró el alimento en la mesada. Había un vaso más y la cantidad necesaria de ingredientes para hacer otro batido. Cuando Lance volvió a ver a Keith, éste ya había desaparecido.

Y con una sonrisa en el rostro, Lance hizo un batido y corrió por la puerta por donde se habían ido sus amigos, dispuesto a contarles lo ocurrido, aunque se burlen de él.

Dicen que en una relación, la comunicación es lo esencial, y varia gente lo dice. Bueno, esa gente no estaba perdidamente enamorada de un bello chico mudo.

Dicen que en una relación, la comunicación es lo esencial, pero a veces, las acciones valen más que las palabras.










...

Creé éste AU en el instituto mientras estaba aburrida, así que lo dejo aquí por si alguien lo quiere usar o algún pedo, equis de.

Bye!

|:Klance One-Shots:|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora