What It Used To Be

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"¿Esto está bien?"

"Lo será siempre que estemos juntos"


Pero pronto se darían cuenta de que no era así.

Las palabras de sus padres se repetían en su cabeza como un mantra cada vez que ese cubano aparecía. Cada vez que le sonreía y cada vez que le mensajeaba.

"¡Pero mamá, él es lo único que tengo!"

"Tienes quince años, ya estás lo suficientemente grande para aceptarlo y ser solo su amigo"


La separación fue horrible, y poder hablarse normalmente de nuevo era demasiado irreal para él. Sentía que algún día se despertaría y nada de esto habría pasado.

"¿Podré seguir diciéndote cosas lindas?"

"No, ya no podremos decirnos nada lindo"

Ese chico lo había sido todo para él. Tal vez si no se hubiera tropezado, si no hubiera aceptado esa galleta con chispas de chocolate que le daba ese extraño chico de ojos azules como disculpa, nada hubiera pasado.


"Te amo, Keith"


Pero sinceramente, no sabía si eso era lo que quería.

"Yo también te amo, Lance"


–¡Keith!– Un grito lo sacó de sus pensamientos.

–¿¡Qué!?– Respondió exaltado.

–¡Llevas un buen rato mirando a la nada! ¿Esos son lágrimas?– Preguntó el hombre frente a él.

Su pálida mano se dirigió a sus ojos, confirmando lo dicho. Se limpió el rostro con las mangas de la campera y miró a su alrededor.

Había olvidado que estaba en la casa de Shiro debido a una excusa que le había dicho a Lance para no invitarlo a su apartamento. Ni siquiera podía mirarlo, menos podría pasar un día es su apartamento con él.

–Estoy bien, solo un poco cansado– Evitó Keith.

–¿Es por Lance?– Preguntó preocupado, haciendo que los músculos del menor se tensaran.

Shiro se había enterado de Lance y su historia cuando el azabache se había pasado de bebidas sin querer y decidió que sería buena idea hablar de su pasado. No hablaba mucho de él, por lo que el japonés casi nunca preguntaba.

–Estoy bien, en serio– Insistió con una falsa sonrisa y caminó hacia su habitación.

Se había quedado tantas veces allí que la habitación de empleados era mayoritariamente de él. Incluso tenía posters y decoraciones puestos por él a lo largo de los meses.

Se tiró en su cama mientras daba un gran suspiro. Estaba perdido.

Cuando comenzaron a actuar a ser "solo amigos", las cosas eran raras. Se agarraban de las manos inconcientemente, se acercaban para besarse cada vez que alguno obtenía un triunfo e incluso intentaban decirse cosas lindas por señas, las cuales Keith había aprendido gracias a Lance, pero nada servía.

Siempre los descubrían y debían ser cada vez más estrictos.

Y desde que Lance se fue a Cuba por tres meses, nada fue igual para los dos. Se respondían cortante y casi nunca se veían. Keith ni siquiera sabía qué había pasado ni qué había hecho mal, pero solo quería que el moreno volviera a ser el mismo.

No tardó en cumplir diecisiete, y por primera vez en dos años, Lance le habló. Empezó siendo una conversación corta, y se convirtió en una disculpa. Una disculpa por parte de los dos.

Hablaron y rieron hasta que acabó la noche y el castaño debía volver a su casa. En ese momento, a Keith no le importó que un simple chico de quince años le haga sentir esas cosas, no le importó nada más que no sea ese castaño y la forma en la que sus ojos se miraban.

Y ahí estaban, con veintidos y veinticuatro años, viéndose en las tardes como solían. Pero era obvio que los sentimientos ya no eran los mismos.

El azabache seguía igual de enamorado, pero el contrario ya había tenido novia y podría apostar que lo había superado.

O al menos eso pensaba Keith.

–¡Estoy seguro de que me odia, Pidge!– El latino escondió su rostro en la almohada.

En la otra parte de la ciudad, Lance estaba con su amiga quejándose de problemas amorosos.

–No lo hace, tenía que ir a la casa de Shiro– Repitió la pequeña por décima vez.

–¡Pero no es solo eso! Siempre me responde cortante y no puede pasar un minuto conmigo sin irse– Sollozó el mayor.

–Solo lo estás imaginando– Murmuró la castaña.

Desde que se habían conocido, de lo único que su amigo hablaba era de lo mucho que extrañaba a su ex novio de la preadolescencia y de que él ya lo había superado. Ya estaba cansada de que el latino no se declarara.

–¡No lo entiendes! Apuesto que ya no siente lo mismo por mi– Siguió el moreno.

–Tienes que comprobarlo– La italiana le alzó una ceja a su amigo.

El chico solo sacó la cabeza de la almohada para verla por unos segundos antes de volver a esconderla.

–Solo quiero que las cosas vuelvan a ser como antes– Suspiró el de ojos claros.

Y con el mismo deseo, los dos chicos se quedaron pensando el uno en el otro, como generalmente hacían.

Estaban perdidos el uno por el otro como la primera vez que se vieron, pero jamás se lo harían saber.





















...

I repeat, esto lo escribí antes de publicar el libro y no sé cómo alargarlo, por eso está tan corto.

Empezó siendo anotaciones de backstories de Keith, y me gustó la idea y la convertí en un drabble.

Anyways, pueden usarla si quieren, si la usan etiquétenme que lo quiero ver y seguro escriben precioso jsjsjs.

'k bye

|:Klance One-Shots:|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora