Run Away

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Apenas llegó, ya lo estaban recibiendo como generalmente hacían.

-¿Dónde carajo está mi corrector?- Su hermana le pegó en la cabeza con un pincel para sombra de ojos.

Estaba a medio maquillar, recién salida de cambiarse.

-No sé dónde está tu tonto corrector- Respondió cansado.

-Lance, no digas malas palabras- Lo corrigió su padre mientras fumaba y leía el periódico.

-No creas que no sé que lo usas para tapar esas asquerosas pecas que tienes -amenazó Verónica-. Me pregunto que otras cosas usarás, es raro que tus pestañas crezcan de la nada.

-¿A qué se refiere tu hermana, Lance?- Por primera vez, su padre levantó la vista del diario.

-¡A nada!- Estaba por correr a su cuarto cuando su hermana le pasó la mano desde el puente de la nariz hasta la mejilla.

Un rastro de pequeñas pecas quedó al descubierto, y la mano de la muchacha manchada con corrector.

-¿Lo ves?- Le pegó una vez más y subió al segundo piso, probablemente a buscar en su cuarto.

-¡Estás castigado! ¿Le sacas las cosas a tu hermana para luego usarlas tú? Inaceptable- El mayor dejó su cigarrillo en la mesa y apuntó hacia las escaleras.

El chico corrió hacia ellas, ignorando los gritos de su padre tras él.

Pasó todo el resto de la tarde allí, en su cuarto. Intentaba no llorar mientras escuchaba canciones con los auriculares. Los cuales solo le habían dado para que no molestara a los demás con su odiosa música.

Llegó la cena, y con la barriga rugiendo, bajó las escaleras. Debía ayudar a su madre ya que nadie lo hacía, y si nadie la ayudaba, se desquitaría con él de todos modos.

Luego de poner las cosas en la mesa y obtener un pequeño manotazo detrás de la cabeza, se sentó a comer.

Pero no pudo comer ni un bocado del pollo antes de que Rachel hablara.

-¡Sírveme a mi primero! - la chica rodó los ojos- Por eso es que te sacas malas notas, idiota.

Lance le sirvió bebida y se dedicó a pinchar la comida con el tenedor y llevársela a la boca.

-¿Y tu novia? Esa Allura nos daría buenos nietos, más te vale hablarle mañana- Lo reprochó su padre.

-Sí, papá- Respondió sin mirarlo.

Estaba cansado. De eso. De todo.

-Dame el pomelo, estúpido- Su hermano le pegó un manotazo en la cara y luego colocó la palma frente a él, esperando lo pedido.

Sin rechistar, el menor dejó de comer y agarró el refresco para luego dárselo al chico.

Miró a sus padres, pero ellos solo los miraron y siguieron comiendo.

-¡No me digas que vas a llorar!- Río el mayor de los hermanos al ver como sus ojos se humedecían.

-¡Lance! Te dije que tenías que ser menos llorón, o jamás serás un hombre -gritó su padre-. ¿Acaso nunca escuchas?

|:Klance One-Shots:|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora