Noche infinita

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22 de septiembre 2018

Hacía poco que me mudé al centro de la ciudad para poder encontrarme a mí misma. Deseaba un poco de espacio y un cambio de ambiente; algo que me hiciera olvidar los constantes fracasos en mi vida. Así que con el poco dinero que había ahorrado de mis múltiples trabajos y con el dinero que obtuve al empeñar un dije de oro que me hubiera regalado mi abuelo, alcancé a dar el primer depositó para un pequeño departamento nada ostentoso pero sí lo suficiente apacible para sentarme por las tardes, luego de un largo día de trabajo, a escribir la novela que pretendía presentar en el concurso de escritores.

Mis padres no aprobaban aquello, luego de que estudiara una carrera que al final no ejercería; se sentían decepcionados con mi decisión y entendí que no me ayudarían más para cumplir mi nuevo sueño. Así salí de su casa con mis pocas pertenencias y mi gato en una transportadora en busca de lo que había elegido.

Comencé a trabajar en una clínica veterinaria a unas cuantas cuadras de mi casa. Decidí usar a mi favor la carrera para la que había estudiado como un medio para alcanzar mi verdadera meta. El trabajo era pesado pero bastante divertido, amaba a los animales pero anhelaba ser escritor.

El nombre de mi jefe era Derek, un hombre joven que debía tener 6 años más que yo, admiraba la forma en que se comprometía a su trabajo y luego estaba Lex, mi compañero,un estudiante de veterinaria que trabajaba medio tiempo; tan solo era dos años más joven que yo. Nuestra relación en el trabajo se volvió difícil a raíz que le conté que mis padres se habían hecho cargo de los gastos de mis estudios para que al final decidiera que lo que realmente quería era convertirme en escritor.

La familia de Lex era bastante humilde y él tenía que hacerse cargo de todos sus gastos para poder estudiar en la universidad. No lo juzgue mal ni me molesto su enojo; entendí perfectamente que yo había rechazado una oportunidad por la que Lex había tenido que trabajar arduamente pero eso no me haría cambiar de opinión. Derek que era un verdadero amante de su profesión, aplaudió mi determinación, creía firmemente que uno debía hacer lo que ama e incluso me animaba; llegó a leer algunos párrafos de la novela que escribía cuando aprovechaba mi descanso para adelantar un poco más. En esos instantes, Derek llegaba tan sigiloso como un gato, me arrebataba mi cuaderno y sin preguntarme si podía leerlo, comenzaba hacerlo mientras sonreía y paseaba de un lado a otro con la vista fija en mi cuaderno,leyendo las nuevas líneas que había agregado. Luego, me dirigía una pícara mirada y pasaba su gran mano sobre mi cabeza para acariciar mis cabellos como si fuera una infante.

—Sigue así, habrá un día en que todo mundo hablará de Selina Baskerville y yo diré que trabajo en mi veterinaria. Eso sin duda me dará más clientes— y dicho eso me guiñaba un ojo para desaparecer por la puerta que conducían a las jaulas de nuestros pacientes peludos.

Durante toda mi vida, jamás había conocido un hombre tan amable y trabajador como él. Constantemente me preguntaba cómo una persona así se mantenía soltero: era atractivo, trabajador, amable y le gustaban los animales; el sueño de cualquier chica. Y sin embargo, aunque muchas clientas coqueteaban con él, se mantenía indiferente ante ellas; rechazaba sus invitaciones a cenar y algunos regalos. El desfile de supermodelos con sus bonitos perros de raza de todos los tamaños era el pan de cada día en la clínica. Lex (cuando estaba de humor) y yo solíamos comentar entre risitas que algunas eran bastante evidente en sus intenciones. Llegué a pensar que incluso, tal vez mi jefe tenía preferencias de otro tipo hasta que una noche en que tuvimos un caso de urgencia y terminamos hasta tarde, se ofreció acompañarme hasta mi departamento. Creí que aquello era un mero acto de amabilidad pero su repentinas palabras me hicieron pensar que tal vez, yo le interesaba.

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