The Red: La Infalible

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22 enero 2020

- ¿Es verdad que le darás el libro de Rojo a ella?-La voz de The Blue resonó por el pasillo, se oía preocupada y a la vez molesta. Había interceptado a mi maestra, The Black antes de que entrará al santuario donde se resguardaban los libros sagrados de Sherezade: Los libros de Rojo, Azul, Blanco y Negro.

Por "ella", The Blue se refería a mí; yo sería la próxima Cardinal Arcana en proteger el libro de Rojo. La anterior Cardinal estaba muerta, alguien la había emboscado y aunque logro proteger con éxito la llave de su libro, sus heridas le causaron una muerte lenta y dolorosa. Era normal que The Blue se encontrará perpleja con la decisión de mi maestra y debo confesar, que no era la única que se sentía así.

-Ella está más que preparada, estoy más que segura que mi elección es la más acertada- contestó mi maestra con total naturalidad.

- ¿Por qué The Black?- contestó The Blue apretando sus puños como si no pudiera desviar su molestia hacia otra parte de su cuerpo. - ¡Buscas un remplazo para The Red cuando su cuerpo aún está siendo velado! ¡¿Acaso los Arcanos Cardinales valemos tan poco?! ¡¿Cómo puedes hacer esto?!-

 - ¡Buscas un remplazo para The Red cuando su cuerpo aún está siendo velado! ¡¿Acaso los Arcanos Cardinales valemos tan poco?! ¡¿Cómo puedes hacer esto?!-

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Desde la columna donde me ocultaba pude ver como The Blue ya no podía ocultar las emociones que la embargaban. De sus hermosos ojos azules corrían lágrimas que empaparon sus blanquecinas mejillas que se tiñeron de rojo por el esfuerzo. Era muy hermosa y joven, la mayoría de los arcanos somos de esa forma, se cree que descendemos de los dioses. The Blue parecía una melancólica náyade que había sido arrancada de su hogar...

Lo que no estaba muy alejado de nuestra realidad. Todos los Arcanos que vivíamos en el castillo de las Mil y unas noches fuimos arrancados de nuestros hogares y obligados a vivir enclaustrados en este lugar. Se decía que era para protegernos e instruirnos en el arte de la magia, pero yo lo veía más como una prisión; una vez dentro del castillo no había manera de escapar. A menos que fueras convocado o te volvieras aprendiz de cardinal, como en mi caso. Solo los cardinales eran libres de ir y venir a voluntad y yo, más que nada deseaba volver a mi hogar.

El sonido de un fuerte golpe atrajo mi atención nuevamente. Mi maestra había golpeado a The Blue en el estómago con un rápido gancho que la hizo doblegarse y dar de arcadas en el piso.

- ¡No olvides tu posición! ¡No hay tiempo para sentimentalismos!- le gritó mi maestra sin misericordia y luego dio media vuelta para continuar su camino al santuario pero antes de retirarse se detuvo y volteó a ver de nuevo a The Blue que la veía furiosa desde el piso.

-Si The Red murió es porque era débil y si no quieres tener el mismo destino que ella, será mejor que madures y sepas que quien la mato sigue allá afuera esperando hacer lo mismo con nosotras y los que están aquí. ¡Si nosotros que somos los magos descendientes de los dioses no podemos protegerlos quién lo hará!-dicho eso, se retiró con paso firme y yo salí de mi escondite para seguirla.

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