01 de abril de 2018
Su nombre era Yami y pertenece al clan Inugami, o mejor dicho, le contaron que pertenecía a ese clan; él era descendiente de la honorable familia de yokais con forma de perro. La mayoría del tiempo y en presencia de los humanos, él poseía una figura tan natural como los demás, aunque su notable altura y sus músculos lo hacía sobresalir y también, su peculiar forma de vestir. Un pantalón oscuro de cuero, una playera con un estampado de alguna banda de rock y un chaleco de mezclilla era su habitual indumentaria, acompañado por su largo y rebelde cabello negro cayéndole en cascada sobre su espalda y esos hermoso ojos verdes que me cautivaron.
La primera vez que lo conocí fue cuando regresé corriendo a la biblioteca. Había olvidado mi bolso que contenía mi cartera con todo mi gasto del mes. En ese entonces, trabajaba como mesera por las tardes para poder pagar mi estancia en el dormitorio para chicas cerca de mi universidad. Así que ese dinero era prácticamente todo mi capital.
Busqué en la silla en donde me había sentado y pregunté discretamente a las personas que pasaban por ahí, pero al parecer, nadie había visto mi bolso. Fue hasta que vi pasar a la bibliotecaria con un carrito lleno de libros y olvidando el miedo que le tenía en medio de mi desesperación (la mujer poseía un carácter prepotente y altivo por lo que prefería evitarla) le pregunté acerca de mi bolso perdido.
—Disculpe ¿Ha visto un bolso color café de lona? Lo he dejado en aquella silla— indiqué el lugar donde había estado sentada los últimos minutos y traté de buscar alguna señal en su rostro de una respuesta positiva.
Ella se acomodó sus lentes en su imperturbable rostro y me dirigió una despectiva mirada.
—Lo siento señorita, no lo he visto.—contestó con voz seca la mujer y sentí que mis esperanzas se esfumaron hasta que alguien más intervino.
—Yo le acabo de dar un bolso así porque lo encontré en esta silla. ¿Dónde lo puso?—preguntó una voz masculina detrás de mí, se trataba de Yami que frunció el ceño molesto de que aquella mujer me mintiera.
—No sé de qué habla, joven— dijo la bibliotecaria con nerviosismo y retrocediendo a la ira de Yami.
—Mentirosa y ladrona, lo que más despreció— dijo él con molestia y la amenazó con decirle a su superior si no nos daba el bolso.
En poco tiempo salí acompañada de Yami junto con mi bolso y el contenido de mi cartera en perfecto estado.
—Gracias—Le agradecí efusivamente, tanto que olvide mi timidez habitual. Era la primera vez que alguien me defendía de esa forma por lo que me sentía sumamente conmovida.
—No deberías ser tan suave, las personas como esa bruja suelen herir a personas como tú todo el tiempo— me dijo soltando un suspiro. Y a pesar de sus duras facciones me pareció sincera su preocupación.
Creo que fue en ese instante en que me enamoré de él. Yo no sabía mucho del amor pero cuando lo vi bajar las escaleras de la biblioteca y lo vi partir, supe que si no hacía algo al respecto me arrepentiría toda la vida.
—¿Quieres ir a comer un helado aquí cerca?—levanté la voz hacia él y me sentí estúpida porque noté que casi había gritado; atrayendo la voz de la muchedumbre. Mi timidez volvió atacar y pensé mil cosas como solía hacer. Tal vez él pensaría que era infantil por invitarle a comer un helado o tal vez muy atrevida por gritarle; como fuera, lo hecho, hecho estaba
Yami se volteó y me miró sorprendido evocando una sonrisa.
— ¿Me estás recompensando?— preguntó de forma pícara y sentí mi corazón latir a mil por hora.
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Estambrisueños
Cerita PendekMuchas veces soñamos cosas que parecen sacadas de una historia. Este es mi diario de sueños, tan enredados como la hebra de una bola de estambre, donde cualquier cosa es o puede ser posible... Ven, te invitó a soñar. Sigue la hebra hasta el final...