El Arcano

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21 de enero de 2019

No había donde correr, nos tenían rodeados. Era el último piso del edificio, mire hacia todos lados intentando buscar una salida pero fue inútil, cada camino del pasillo se encontraba bloqueado por alguno de los malditos hombres de Matsumoto. Apreté los puños frustrado y me puse al frente de mi familia, como si con eso pudiera evitar que les hicieran daño.

—Izuna, Izuna, deja de hacer esto difícil. Ya entréganos los hechizos— exclamó el más grande de nuestros perseguidores, dirigiéndose a mí.

Chasqueé los dientes sin quitarle la vista.

—No quieres que tu familia pagué tu rebeldía ¿No es así?— me preguntó como si realmente le preocupará su bienestar

Mi madre observaba la escena aterrorizada abrazada a mi hermano menor. Yo me limité a voltear a verlos y suspiré cansado. Si hubiera hecho lo de siempre, mi familia estaría a salvo aunque yo me estuviera desvaneciendo y es que cada vez que le entregaba mis hechizos a Matsumoto sentía como una parte de mi alma se estuviera muriendo, lo cual no era del todo errado. Los magos cuando entregan un hechizo y lo ceden a otra persona, es como si se arrancaran un fragmento de su alma. "Guardar" hechizos solo debe ser hecho como medida de último recurso pero Matsumoto, un gángster del bajo mundo y dueño del mayor territorio en Sherezade, se dedicaba a embaucar magos necesitados y sacar provecho de ellos... como mi padre.

Murió con su cuerpo infestado por los siete sellos de la corrupción para pagar una deuda que jamás tendría fin. Al entregar su séptimo hechizo, su vida termino, porque había consumido todos los fragmentos de su alma... Creyó inocentemente, que su muerte nos alejaría de Matsumoto pero al contrario, debido a su ausencia quedamos a merced de él.

Matsumoto buscó un sustituto de mi padre en mí y me vi obligado a proteger a mi familia, fragmentando mi alma en hechizos de alto nivel. Ya había entregado cinco hechizos, dos más y estaría acabado y mi hermano menor condenado a vivir una vida de esclavitud como yo...

— ¿Qué esperas Izuna? El hechizo, dámelo— la orden de aquel matón me regreso a la realidad. Voltee a ver a mi madre con tristeza y entonces hice lo impensable.

—Si está magia no es mía...—dije invocando un halo de luz en mi mano. — ¡Prefiero que no sea de nadie!— grite y del bolsillo de mi gabardina extraje el montón de hojas donde había escrito mi hechizo. Lo lancé desde el balcón y observe como el viento se lo llevó con él.

 Lo lancé desde el balcón y observe como el viento se lo llevó con él

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Arte de: JealousCartoonist 

Enseguida sentí un punzante dolor en mi pecho; otro fragmento de mi alma había sido arrancado.

— ¡Maldito Izuna!— dijo el hombre arremetiendo contra mí y me levantó con una sola mano por el cuello de mi camisa mientras sus subordinados bajaban corriendo por las escaleras del edificio para recuperar las hojas que había lanzado al aire.

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