15 febrero 2020
Las habían encontrado dormidas dentro de su viejo automóvil. Los soldados de Wira tenían la orden de capturar a cualquier hombre o mujer oriundos de Mela y recluirlos en los campos de concentración destinados para ello.
Alka y su madre habían estado huyendo desde que la guerra entre Mela y Wira se agravó y llego hasta la puerta de su casa. Habían bombardeado su distrito y así las obligaron a abandonar el único lugar que habían conocido como hogar. A partir de ese momento, se la pasaron huyendo dentro de su viejo automóvil con el fin de llegar a la frontera con Sherezade y huir hacia el país vecino. Y tal vez lo habrían logrado si su combustible y comida no se hubiera terminado hace 3 días.
El ruido que hicieron los soldados al rodearlas las alertó y tanto madre como hija intercambiaron miradas de terror y preocupación, se abrazaron una a la otra hasta que unas manos ajenas las hicieron separarse.
—No temas— fue lo último que le susurró su madre antes de que la obligaran a soltarla.
Alka no lloró cuando vio que se llevaban a su madre a otro lado. Ella le había dicho que los soldados de Wira disfrutaban ver los rostros llorosos de los melanitas
mientras los sometían. Así que la joven aguanto su dolor lo más que pudo y al final, solo suspiro para contener las lágrimas que amenazaban con salir de sus ojos.
Uno de los hombres que se encontraba ahí y con varias condecoraciones prendidas de su uniforme la observó un tanto curioso.
— ¿No vas a llorar?— le preguntó en Melako.
Ella intentó no mirarlo y agachó su cabeza para ocultarse de su mirada.
El hombre se hincó frente a ella y sostuvo su barbilla con fuerza para obligarla a mirarlo. Alka no pudo evitar fijar su atención en el color de los ojos del coronel, eran azul rey, tan penetrantes y serios que sintió como si se tratará de una ráfaga invernal.
—Te estoy hablando, contesta— le ordenó.
— ¿Quiere que lloré? Si quiere eso lo haré— dijo Alka en Wirano y cerró sus ojos esperando un golpe. Así eran los Wiranos, despiadados y no se contendría con ella porque era una niñita pero sucedió todo lo contrario, el soldado la vio admirado, como si hubiera descubierto algo interesante.
—Coronel, ya revisamos la zona. No hay presencia de más Melanitas— informó un soldado raso de manera formal.
—Buen trabajo. Regresemos al complejo— contestó el coronel.
— ¿Qué haremos con la niña? ¿Quiere que la mande al campo minero? Oí que se les está acabando la mano de obra y...— el soldado calló abruptamente cuando el coronel hizo un ademán para que guardara silencio.
—Esta pequeña Melanita habla Wirano— dijo él y posó su mano enguantada sobre la cabeza de Alka—Creo que la conservaré, podría ser de utilidad para nosotros.
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Estambrisueños
Storie breviMuchas veces soñamos cosas que parecen sacadas de una historia. Este es mi diario de sueños, tan enredados como la hebra de una bola de estambre, donde cualquier cosa es o puede ser posible... Ven, te invitó a soñar. Sigue la hebra hasta el final...