Flor de noche

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02 enero 2024

Después de la repentina noticia de la muerte de Yoru, la última portadora de la katana de la Santa del Cristal. La ciudad de Kesshou se mantuvo de luto y la desesperanza se instauró en el corazón de los habitantes que solo podían ver aquello como un augurio de mala suerte ahora que habían perdido a su única protectora. Todo parecía perdido hasta que Hoshino, mano derecha de Yoru y vocero de la Santa, se presentó ante el pueblo de Kesshou y les explicó que era mentira que Yoru hubiera muerto. La verdad era que la Santa la había reclamado a su lado para transferirle sus poderes. Yoru había caído en un profundo sueño que había petrificado su cuerpo, esto como símbolo de que su protección ya no era necesaria porque la anhelada paz por fin había llegado. La nueva Santa despertaría de su sueño solo cuando su fuerza fuera requerida.

El pueblo volvió a sentir esperanzas, dado que su protectora no estaba muerta tan solo dormía. La paz por fin había llegado después de cien años de incontables guerras. La gente coreo alegre los nombres que su nueva Santa había usado en vida: Yoru y Hana. Los gritaban con tanta alegría que parecía escucharse el nombre de Yoru no Hana (Flor de noche).

A Yoru la alabaron como la nueva Santa de la ciudad de Cristal y le erigieron en la colina más alta, un templo donde pudiera acudir cualquiera a rendirle tributo. Su cuerpo fue preservado en una lápida de cristal para evitar que se dañara . Le llevaron flores, le compusieron epopeyas y realizaron festivales en su nombre. El nombre de Yoru no Hana se convirtió en una expresión de esperanza.

Ryo aún seguía sorprendido de la facilidad con que Hoshino había manipulado la situación para dejar satisfecho al consejo de ancianos cuando intentaron acusarlos de haber matado a Yoru. Lo más sorprendente fue que, como si Hoshino se hubiera convertido en un profeta la paz en efecto llegó a la región; las guerras terminaron. Se hicieron acuerdos y por primera vez, los samuráis que habían vivido atados a reglas draconianas que les quitaba su identidad como personas, se les permitió llevar una vida fuera del servicio.

La ciudad de Kesshou prosperaba y Hoshino se sintió aliviado de que su "pequeña mentira" se hubiera vuelto una realidad.

—Te das cuenta que eres un bastardo con suerte— mencionó Ryo observando desde lo alto de la colina la creciente ciudad del Cristal.

Hoshino volteó a ver a Ryo, aquel que había sido el pupilo y el hombre más querido por Yoru. En sus facciones ya no quedaban rastros del joven, ahora era un hombre y un verdadero samurái de la ciudad de Cristal por sus propios méritos y logros. Sin embargo para aquel hombre aquello no significaba nada, no cuando había perdido lo único que realmente quería. Él lo sabía mejor que nadie porque había amado a la misma mujer pero no con la misma intensidad que Ryo. Aún después de diez años, él la extrañaba y la añoraba en su corazón. Permanecía en un duelo perpetuo en sus recuerdos preso de un amor maldito.

Cinco años antes de que él decidiera irse a vivir solo, Hoshino lo había escuchado varias noches gritar el nombre de su amada en sueños y despertar cubierto de sudor. Seguramente él aún no se perdonaba el hecho de haberla atravesado con su espada aunque la misma Yoru le dijo que era la única manera de liberar su alma. Yoru se liberó pero condenó a Ryo a vivir con culpa durante toda su vida.

—Si lo soy, en muchos aspectos en realidad— dijo Hoshino y volteó a ver el templo detrás de ellos. Un fuerte viento meció sus cabellos canosos al mismo tiempo que arrastro unos cuantos pétalos de flores del gran árbol de Sakura que crecía ahí creando una delgada y nostálgica cortina rosada. —Quizás un poco más que tú...—añadió el samurái en voz baja.

Ryo volteo a verlo confundido por aquellas palabras.

Ryo volteo a verlo  confundido por aquellas palabras

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