22 de diciembre de 2018
Si tuve alguna vez un nombre no puedo recordarlo, solo sé que la vida aquí es un infierno, no sé cuánto tiempo más resistiré; yo soy de las últimas sobrevivientes del grupo...
Todo comenzó cuando desperté en un cuarto oscuro carente de ventanas sin recuerdo alguno junto a otros infelices que tuvieron la desgracia de compartir mi suerte. Todos éramos chicos de la misma edad entre unos 12 o 14 años y al igual que yo, no poseían ningún recuerdo.Intercambiamos miradas confusas y asustadas cuando un grupo de hombres ataviados con túnicas y capuchas sobre sus cabezas se presentaron ante nosotros.
—"Regocíjense hermanos, porque han sido acogidos por Savage en nombre de la gran Xaria, espíritu de las deidades animales" "Regocíjense porque solo uno de ustedes ascenderá"—cantaron ante nuestros aterrados ojos y nos lanzaron cubetas de agua fría.
Antes de que alguien pudiera asimilar lo que sucedía, cada uno de nosotros fue tomado por un hombre vestido de túnica. El hombre que me eligió, a partir de ese día me sometió a rigurosas pruebas de resistencia física y entrenamientos de combate con varias armas; cada falla o error era castigado de forma física por lo que acumule varias cicatrices y moretones en mi cuerpo. Cada que no podía levantarme más y el piso estaba manchado con mi sangre, él usaba un látigo y me obligaba a levantarme diciendo lo siguiente:
—¡No recibirás el favor de la gran Xaria en tu cuerpo, si no aguantas esto! ¡¡LEVÁNTATE!!—
Y una vez más, tenía que hacer lo que me pedía como un perro bien entrenado. Llegué a llorar, maldecir y quejarme por los golpes y los castigos que pronto hicieron estragos en mi mente y cuerpo; el dolor era tan intenso que por las noches no me dejaba descansar. Pronto, tanto mi voluntad como mi cuerpo se habían quebrado, llegué a pensar únicamente en la muerte y desear que la furia de mi "amo" como se había autodesignado mi mentor, un día lo hiciera enloquecer a tal grado para que me matara y acabará por fin con mi sufrimiento pero jamás sucedió. Como un ciclo interminable, él curaba mis heridas y volvía a dejarme al borde de la muerte.
—¡¿Por qué no me mata?!— le pregunté una vez antes de desmayarme por el dolor que me producía mis heridas.
—Porque sé que eres la única que lo lograrás— me contestó él en un susurro. Fue la única vez que me habló sin ordenarme algo.
Entre más me entrenaba y menos errores cometía, mi amo dejó de golpearme y comenzó alabar mi destreza y habilidad pero yo no deje de sentir un creciente odio hacia él y Savage. Juré que en cuanto tuviera una oportunidad buscaría escapar de aquel infierno y recuperaría mi vida; mi verdadera identidad. No aceptaba que mi único nombre fuera "mascota" y que la única verdad que conocía era entrenar hasta desfallecer por el amor enfermizo hacia Xaria. Si tenía que esperar lo haría con tal de obtener mi venganza, sería paciente.
Pasó mucho tiempo para tener mi oportunidad. Una tarde mientras practicaba en los aros a la vista de mi amo, otro amo entró a la sala de entrenamiento seguido de su mascota, un chico delgado y alto, de cabello rebelde color negro, que cubría uno de sus ojos; al igual que yo su cuerpo estaba cubierto de cicatrices. Mantenía su vista fija al piso como si temiera ver lo que había a su alrededor y temblaba de manera constante, su mirada parecía asustada y vacía, aunque por un momento me pareció que su único ojo visible había emitido un brillo similar a las de las bestias.
—¿Qué tal Agamenón? ¿Esta es tu mascota?— preguntó el recién llegado a mi amo y fue la primera vez que escuché su nombre.
—¡Largo de aquí Tántalo! ¡No puedes traer tu mascota frente a la mía!— le increpó molesto mi amo.
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Estambrisueños
NouvellesMuchas veces soñamos cosas que parecen sacadas de una historia. Este es mi diario de sueños, tan enredados como la hebra de una bola de estambre, donde cualquier cosa es o puede ser posible... Ven, te invitó a soñar. Sigue la hebra hasta el final...