Muchas veces soñamos cosas que parecen sacadas de una historia. Este es mi diario de sueños, tan enredados como la hebra de una bola de estambre, donde cualquier cosa es o puede ser posible...
Ven, te invitó a soñar.
Sigue la hebra hasta el final...
Ante el inesperado e inminente ataque de los Djinn al castillo de mil y una noches, Iruse decidió cumplir la última petición de su Rey y maestro de escoltar al joven príncipe fuera de los muros del castillo y llevarlo al poblado de Hakim donde lo esperarían las familias de sus dos prometidas. Desgraciadamente mientras intentaban abrirse paso entre el caos del fuego y los sirvientes del castillo que trataban de defenderlo, uno de los Djinn los interceptó.
Iruse chasqueó los dientes molesta y apretó su lanza entre sus manos mientras con una mano colocó al príncipe Rajun detrás de ella.
Una hermosa mujer de piel clara, ojos tan dorados como la luna y cabellos tan oscuros como la noche se asomó a la habitación en la que el príncipe y ella se habían ocultado.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
—Tabia...—pronunció Iruse sorprendida.
—Querida Iruse, tanto tiempo sin vernos. Esperaba encontrarnos en otras circunstancias pero esto es perfecto. La mujer que me rompió el corazón y el hijo de mi maestra. Dos pájaros de un tiro, Zayn estará feliz conmigo— pronunció alegre.
—No te dejaré hacerle daño al príncipe Rajun— dijo la joven poniéndose en posición de ataque.
— ¿Crees que saldrás ilesa, cariño? Tengo el poder de la Djinn de negro ¿Qué puede hacer una tara mestiza de dragón como tú contra el poder de un Genio? No me hagas reír— soltó una risa y cubrió sus labios con sus dedos.
— ¡Reacciona Tabia! ¡Esta no eres tú, el poder del genio te está corrompiendo! ¡Tú jamás me harías daño o al hijo de tu maestra! ¡Eres mejor que eso!—gritó Iruse para hacerla reaccionar.
Tabia rio quedó al escuchar sus palabras.
— Es cierto Iruse, aún después de volverme un Djinn te sigo amando por eso no te mataré, quiero divertirme doblegándote pero el príncipe... ¡no correrá la misma suerte!— gritó mientras rio ampliamente y estiró su mano hacia ellos de la que empezó a salir un humo de color negro que pronto lleno la habitación donde se encontraban.
Iruse clavo su lanza en el piso y creó un campo de protección bendito.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
