Capítulo 7

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—No dejes que te cojan si descubren la droga que puse en tu chaqueta—susurró Calle en mi oído

—¿Que?—digo asustada

—Actúa normal—recomendó con una expresión tranquila

Estábamos en un aeropuerto, por el pasillo que conduce al avión, donde requisan a todos. Pude sentir como mi rostro tomó un color pálido y aún así continúe caminando.

—¿Tienes algo abajo de la chaqueta?—me preguntó la guardia. Calle ya había pasado sin problema

—Si—respondí sin dejar de mirar a Calle

—Puede quitársela, por favor?—eso hice

Pasé a través del detector de metales y el aparato empezó a sonar. Una policía se acercó y empezó a requisarme. Nervios, nervios y más nervios.

—Es el reloj—dijo la señora que iba atrás de mi

Me quité el reloj y pasé nuevamente, esta vez no sonó nada y me dejaron pasar sin más.

—Te hubieras visto la cara—Calle se carcajeó

—¿Por qué no metiste la droga en la mía y no en la tuya?—estaba molesta

—Era bromeando, nunca te haría eso—nos sentamos

Le pegué un puño en su brazo.

Bajé del avión y me estiré un poco. Estaba haciendo un clima adorable en Medellín. El camino hacia la área de las maletas fue largo y agotador. Mientras esperábamos las maletas yo quise recorrer el lugar, la verdad siempre me ha gustado esa ciudad.

—No te apartes mucho—me indicó Calle mientras iba por las maletas

Sin embargo, no le hice caso y salí de la para tener una mejor vista. Después de un rato, un señor me tomó del brazo muy fuerte y me llevaba en dirección a un auto, le pedí varias veces que me soltara pero no lo hizo y tampoco dijo nada. Le pegué un codazo sin querer y me di cuenta que hizo que se quejara, pero su rostro no lo pude ver. Me subió a la parte trasera del auto y en cuestión de segundos subió conmigo y el conductor arrancó.

—¿Tu eres estúpido o qué? Ponle la venda—reprochó el conductor

Mientras me ataban las manos, observé bien al copiloto: de cabello mono, ojos pequeños, barba, muchos tatuajes y se ve de estatura pequeña. Se me hace conocido.

–¿Juan Pablo?–pregunté dudosa

Juan Pablo era mi mejor amigo en el colegio, estuvimos juntos un par de años pero se vino a Medellín para estudiar y perdimos contacto.

Él voltea y se pone nervioso mientras negaba con la cabeza. Definitivamente era Juan Pablo, sus brazos tenían los mismos tatuajes.

Me pusieron algo en la cabeza y no pude ver más.

Mucho tiempo después sentí como pasábamos por un camino totalmente rocoso, trataba de adivinar el lugar en el que estaba pero aunque adivinara sería muy difícil intentar algo y más aún cuando no conozco Medellín. Sentí como una especie de aparato golpeó mis manos que estaban atadas en mi espalda, toqué el aparato varias veces hasta confirmar que era un celular. Lo metí como pude en mi pantalón y pegué mis manos al lugar para evitar que se viera. No sabía de donde había salido el celular y tampoco quería averiguarlo. 

El auto se detuvo, me bajaron y me guiaron para poder caminar. Me quitaron la cosa que tenía en la cabeza y me adentraron a una habitación sin ventanas, oscura, vacía y mojada. Me aseguré de no tener vigilancia por medio de cámaras, una vez quedó confirmado que no había ninguna, me senté y comencé una batalla entre la cuerda que ataba mis brazos. Cuando por fin logré quitar el nudo, se escuchó el sonido de la puerta y dejé mis manos atrás.

—Hola señorita Maria José Garzón—entró un pequeño barrigón con pinta de vaquero y la barba más desordenada que he visto—¿Cómo la han tratado?

—He tenido mejores—logré articular

—Me presento, soy Ernesto, más conocido como Tintin—reí para mis adentros ¿por qué todos tienen sobrenombres tan raros?—Te estrecharía mi mano para darte un apretón pero estas atada

—Eso crees tu—respondió mi subconsciente. Sin embargo, ninguna palabra salio de mi boca

—Quiero hacerte una propuesta—habló el hombre prendiendo un cigarrillo y dándole una halada—¿Tú eres la novia de el muchachito este, verdad?—asentí acomodándome en la pared—Necesito que llames a ese desgraciado

—No puedo hacer eso—contesté

—Si que puedes—sonrío con el cigarrillo entre sus dientes—Vas a llamarlo y decirle que venga por ti. Tengo una sorpresa para él

—¿Que sorpresa?—pregunté pensando lo peor

Sacó un celular de su bolsillo y me lo entregó en las manos. Miré el aparto y negué con la cabeza apretando los ojos.

—Lo siento, no puedo hacerlo

Levantó una pistola y la puso en mi frente, amenazando disparar si no hacía esa llamada. Nerviosa y aún con el arma en la cabeza le di el número de Mario y él lo puso en altavoz.

¿Aló?

Contestó Mario

Hola Mario, soy Poché

¿Donde estas? Daniela ya me contó

Necesito que vengas por mi a...

me quedé en silencio tratando de entender lo que el hombre frente a mi susurraba

...la casa de Ernesto —completé

¿Ernesto? ¿Estás con ese idiota?

Mario sonaba molesto

Ernesto  quitó el celular antes de poder decir algo más y colgó la llamada.

—Si lo hubieras hecho por las buenas no tendría que usar a mi bebé—dijo haciendo referencia a su arma mientras daba un masaje en mi cabello rubio.

Salió de la habitación y pude escuchar como decía "Ya va para allá la zorrita".

Me apresuré a tomar el celular que estaba casi en mi ropa interior y marqué al número de Mario, sonó una, dos y hasta tres veces pero no contestó. Trate de llamar al número de Calle pero no recordaba el orden, intenté la primera vez y contestó una anciana; en el segundo intento no contesto nadie; en el tercer intento ni siquiera sonó. Cerré los ojos con fuerza tratando de recordar el orden correcto, intenté nuevamente, sonó tres veces y finalmente contestaron.

¿Si?

Escuché su voz y mi corazón se aceleró

No tengo mucho tiempo, pero a Mario le están haciendo una trampa

Hablé rápido

¿Poché?

Preguntó confundida y asentí

Mario se dirige al lugar equivocado, yo no estoy allá

Esta bien ¿donde estás?

Cuestionó

No lo se, me traían con los ojos vendados

Trata de describir tu alrededor

Miré mi alrededor, no había mucho que decir.

Paredes de madera, olor intenso a popo, sin ventanas, sucio...

Seguí mi descripción lo más exacta posible.

Voy para allá

TODO POR AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora