Capítulo 36

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Michelle nos dejó en el auto a una gran distancia de un edificio que daba la impresión de estar abandonado. Tenía alrededor de siete pisos, pero no pude precisar esta sospecha porque estaba todo oscuro. Desde el punto donde estábamos no se veía ninguna luz encendida, lo que aumentaba nuestro temor de ser tomada desprevenidas por cualquier lado. Michelle nos hizo prometer no salir del auto por nada del mundo y que apenas ella llegara con Daniela tendría que acelerar con mucha rapidez, razón por la cual me encontraba en el asiento del piloto.

Pasaron exactamente dos horas cuando di por hecho que algo raro estaba ocurriendo en ese edificio y tomé  la decisión de salir a averiguar por mi propia cuenta. Esta desesperada, nerviosa y curiosa por información sobre lo que ocurre allí adentro y si realmente Michelle había encontrado a mi novia. No entendía como podía estar demorando tanto si ese edificio aparentaba estar abandonado; todo indicaba que sí estaba vacío, pero ¿entonces por qué no la traía conmigo si Daniela estaba aquí? Tenía la inmensa necesidad de gritarle lo estúpida que era y después abrazarla fuertemente y besar sus labios.

—¿Adonde crees que vas, María José?—me detuvo mi mejor amiga al captar mi intención de salir del coche. Su mirada era dura conmigo, transmitiendo lo irracional que era

—No voy a quedarme aquí como una estúpida. Si quisiera atormentar mi mente me hubiera quedado en casa—respondí esquivando su fuerte mirada. Me tomó del brazo cuando intenté salir de nuevo

—No seas estúpida ahora, Poché. Dime, ¿qué harás adentro si Daniela se encuentra allí?—se quedó mirándome moviendo sus cejas de arriba a abajo, esperando una respuesta que no tenía— ¿Mm?—siguió buscando mi respuesta y bufé

—¿Y qué haré aquí si Daniela se encuentra allí?— le devolví la bomba, haciendo que sonrisa burlona desapareciera de su rostro—A ver dime qué haremos si Michelle se encuentra en problemas adentro. ¿Acaso vivirás tranquila sabiendo que pudiste hacer algo y no lo hiciste por miedo?

En ese  momento escuchamos el fuerte sonido de la puerta cerrándose. Quizás el sonido no fuera tan fuerte, pero teniendo en cuenta que todo estaba en pleno silencio, logramos sobresaltarnos. Entonces vi a Kim pasando por mi lado a pasos apresurados y antes de que llegara muy lejos la alcancé y evité que se acercara al edificio.

—Déjame—dijo con la voz quebrada. La volteé con delicadeza para que quedara frente a mí y sin dudarlo la abracé, sintiendo cómo sus lágrimas estaban mojando mi cuello. La verdad no había pensando en los sentimiento de nadie aparte de mi, lo que me hizo sentir egoísta mientras abrazaba a Kim. Era obvio que ella estuviera sufriendo por la ausencia de sus dos mejores amigas, pero estaba tan metida en mis pensamientos que no la tuve en cuenta

—Ve al auto—le susurré cuando consiguió calmar su llanto. Ella negó aún con su cabeza enterrada en mi cuello—. Iré yo. Mira que tu tienes una hija que cuidar, en cambio todo lo que me importa puede estar ahí dentro en problemas

—Está bien—contesta luego de varios minutos. Se aparta y me mira a los ojos mientras que asiente con su cabeza. Me da un beso en la mejilla y con media vuelta se dirige de nuevo al auto

En ese momento sentí la oleada de nervios recorrer mi cuerpo. De pronto mis pies empezaron a temblar y mis manos siguieron aquel baile. Decidí ignorar todos estos movimientos involuntarios en mi cuerpo y me concentré en realizar una buena comunicación entre mi cerebro y mi cuerpo para tener pasos firmes. Debo admitir que sentí que realicé la caminata más larga de mi vida, aunque desde el auto la distancia no se veía tan grande.

El primer piso no se veía tan grande, tan solo tenía una pequeña recepción en desuso y al otro lado tenía un espacio donde supuse que iría una sala no tan grande. Lo siguiente era un pasillo en dirección a un elevador, una puerta abierta y otra puerta cerrado enfrente donde estaba la señal que indicaba que ahí yacían las escaleras. Caminé a pasos lentos hasta llegar a la puerta abierta, notando que el espacio era mucho más grande de lo que pensaba; en el interior no había absolutamente nada. No sabría decir exactamente que quedaba ahí, pero me atrevo a decir que era una especie de restaurante por la cocina que me encontré más adelante. Seguí caminando curiosa hasta que escuché voces cercanas.

—¡Que me digas donde carajo está!—descifré aquel grito y además la voz perteneciente a Mario.  Estiré mi cuello para darle visión a lo que estaba ocurriendo y descifrar de que estaba hablando

Michelle se encontraba amarrada de pies y manos a una silla con la cabeza caída debido a múltiples golpes que pude ver aún con la distancia. Mario se encontraba a unos pasos de distancia acompañado de dos hombres a su espalda, uno sostenía una bolsa llena de hielos y el otro un balde; fue ahí donde me di cuenta que Michelle estaba empapada. Mario dio tres pasos hacía atrás, dándome vista de una chica de pie atada de las manos y una gran soga cubriendo la zona de su cuello, además estaba sobre una silla. Mi corazón se aceleró cuando reconocí ese rostro incluso más golpeado que Michelle, pues se trataba de mi novia.

Aquel chico dio una gran patada a la silla debajo de Daniela, haciendo que esta se caiga y mi novia se vea obligada a hacer fuerza con la soga atada a sus manos, de lo contrario moriría ahogada. Michelle suplicaba que pararan, pero nadie le hacía caso. Daniela resbaló y la soga de su cuello la apretó, haciendo que su mejor amiga pelee con sus ataduras. Uno de los chicos atrás de Mario le lanzó un balde con agua y el otro se apresuró a meter sobre su ropa varios cubos de hielo, haciendo que mi novia se remueva y a su vez el nudo de su garganta la apriete más.

A ese punto ya me encontraba llorando en silencio.

—Por favor—me escuché decir en voz alta mientras salía de mi escondite. Los ojos avellana de Calle me miraron sorprendida y empezó a removerse más, tal vez por el hielo en partes incomodas o por mi presencia—. Por favor, Mario—me dirigí a mi ex novio llorando

No esperé respuestas, corrí hasta Calle sin miedo a las consecuencias y puse la silla bajo sus pies.

—No deberías estar aquí, Poché—susurró él, fijando su mirada en mis piernas 

—Hago lo que quieras—dije frente a él, ignorando los quejidos de Calle a mis espaldas. Mario me miró con el ceño fruncido—. Si quieres me caso contigo aquí mismo, pero por favor déjalas ir ahora

—¿Cuál es el truco?

—No hay ningún truco. ¿Esto es lo quieres, no?—le dediqué una pequeña sonrisa a Daniela cuando di una vuelta. Ella tenía ojos curiosos pero no podía decir nada por el trozo de tela que tenía en la boca—Estoy cansada de toda esta mierda y estoy dispuesta a hacer todo esto para que no le hagas daño. La única condición que establezco es su seguridad

Quería acabar con todo este tormento y elegí el camino más fácil para salir de aquí. Todo esto había empezado por mi culpa y lo mejor sería que yo misma lo acabara, así tuviera que ser infeliz por el resto de mi vida, pero al menos el amor de mi vida estaría bien. Tal vez ella pudiera conocer a alguna chica que no viniera con este montón de problemas. 

Es claro que la amaba con todo mi corazón, pero hay ocasiones donde uno debe dejar todo por amor. Esta era mi demostración de amor. Estaba lanzándome a un futuro infeliz, con un hombre cruel y una vida llena de peligro. Estaba dispuesta a hacer todo por ella, de la misma manera que ella siempre me demostró que lo haría por mi.

Ella dejó su mundo lleno de diversidad en muchos aspectos por mi, todo por el amor que me tenía. Esto era lo mismo, pero la diferencia es que la dejaba para que ella pudiera ser feliz.

—¿Trato hecho?

Mario extendió su mano para cerrar el trato. Di otra vuelta para mirar a Daniela que negaba con la cabeza junto con Michelle, que me miraba sorprendida. Miré a Mario y tomé su mano.

—Trato hecho


TODO POR AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora