Capítulo 12

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Me desperté debido al sonido repetitivo y fastidioso que inundaba mi habitación; puse una almohada sobre mi cabeza para evitar el sonido hasta que dejo de sonar, me volví a quedar dormida y según mis cálculos, solo habían pasado diez segundos hasta que volví a escuchar ese sonido. Me senté sobre la cama y comencé la búsqueda del origen de aquel sonido, dándome cuenta que provenía de mi celular y era una alarma, rápidamente mi mente se ubicó y recordé que comenzaría a trabajar. Miré mi celular y casi con la mandíbula en el piso trate de analizar en que momento había sonado tres alarmas más, minutos después me di por vencida y cancelé las otras seis que estarían por sonar.

Quité mi pijama y me metí completamente desnuda a la ducha—después de todo estaba sola en mi apartamento—en donde rocié un poco de shampoo sobre mi cabello teñido de rubio e hice pequeños masajes para que el producto llegara a todo mi cabello. Salí del baño con una toalla cubriendo mi cuerpo y otra en mi cabello; me puse mi ropa interior y caminé hacía mi armario, donde Paula había puesto la ropa que apartó para que usara en mi primer día de trabajo.

En el baño hice un maquillaje sencillo y que encajaba perfectamente con el atuendo que tenía. Me vi en el gran espejo que hay en el armario, me gustaba como me veía. Llevaba un jean —el único que no tiene rotos—, una blusa blanca que decía i'm happy, una chaqueta de cuero y unos tenis. Iba muy sencilla a primer día de trabajo, pues Paula me sugirió eso. Salí del pequeño apartamento después de tomar mi celular, bajé las escaleras con prisa ya que el ascensor estaba descompuesto. Después de bajar los ocho pisos, subí al taxi agitada.

Entré a aquel edificio gigante y habían muchas personas entrando en los ascensores, habían varios guardias de seguridad y algunas decoraciones que parecen costosas. En el primer piso no había mucho. En un extremo había un mostrador y a su lado una pequeña sala con algunas revistas, supongo que es la sala de espera. Caminé a paso lento y me odio por un momento por ser tan tímida y no poder ni acercarme al recepcionista a preguntarle que debo hacer. Me senté en la pequeña sala, al lado de una chica de mi misma estatura, pero un poquito más alta según mis cálculos; tomé la única revista que había en la mesa y me decepcione al saber que era de cocina, soy muy mala.

—¿Necesitas algo?—escuché preguntar al recepcionista en mi dirección. Me levanté y me posicioné del otro lado del mostrador

—Tengo una cita con la señorita Sutter—pronuncie tímida mientras me empino para verle la cara al chico

—Dígame su nombre

—Maria Jose—respondí

–Acomódese–señaló la sala–en un momento la llamo

Me senté nuevamente, esta vez contestando los mensajes de preocupación por parte de Paula, ella es testigo de las batallas que tengo diariamente con la alarma y por eso estaba pendiente.

—¿A que vienes?—habló la mujer a mi lado. Miré a todas partes para confirmar si se dirigía a mi y así era

—Mi primer día de trabajo ¿y tú?

—Probablemente me maten hoy—sonrío suave

—¿Por que lo harían?—cuestioné interesada

—No me llevo muy bien con los fotógrafos

El recepcionista llamó mi atención, indicando que un hombre que venía corriendo torpemente me llevaría.

—Disculpa la tardanza—dijo el chico completamente agitada—Vamos

Lo seguí hasta el ascensor, donde mostró su carnet de identificación y le indicó a los guardias—quienes estaban atentos—que iba con él. En el ascensor el chico se presentó con el nombre de Alejandro. Las puertas se abrieron en el último piso del edificio y los nervios acogieron mi pequeño cuerpo.

—Suerte—dijo el chico con una sonrisa

—¿Alguna recomendación?—pregunté al chico, quien me había caído bien

–Sólo dile señorita Sutter y no te atrevas a llevarle la contraria–indicó el hombre antes de irse

Me quedé varios minutos practicando que tipo de golpe hacer sobre la puerta o si debía gritar para tener acceso. Finalmente di dos suaves golpes en la puerta y entré al escuchar la voz de Kim permitiendo el acceso.

—¿Como están?—saludó la chica desde la ventana de la habitación. En la habitación no sólo estaba ella y yo, sino que también se encontraba la mujer que minutos atrás me había encontrado abajo. Ambas dijimos que bien y Kim se acercó a nosotras—Maria Jose te presentó a Sofía, Sofía te presento a María José 

Sofía y yo nos extendimos las manos en forma de saludo. Después tomamos asiento.

—Sofía, ella será tu nueva fotógrafa. Espero que con ella si te lleves bien—dijo Kim entrecerrando sus ojos

—Pensé que ibas a despedirme—habló la chica incrédula

—Hoy no será, pero si sigues con tus caprichos será pronto—dijo Kim seria

La chica pareció no importarle porque empezó a morderse sus uñas y subió sus pies al escritorio. Típica comportamiento de niña rebelde.

Kim informó que nuestra primera sesión sería en menos de una hora, tiempo suficiente para por fin poder desayunar. Después de desayunar, fui al lugar que me reuniría con Calle para poder entregarme kit de fotografía que había olvidado completamente en casa.

—Menos mal la cabeza la tienes pegada o también la olvidabas—bromeó Calle

Ella se ofreció a llevarme a la dirección que me entregó Kim, a lo que no me negué en lo absoluto. Sin embargo, llegué tarde—como siempre—y me tocó correr. Por suerte Sofía no había salido de maquillarse, eso me dio tiempo para organizar mi equipo.

—¿Ya podemos comenzar? Quiero irme para mi casa—dijo groseramente la modelo

Se puso en el lugar que le indiqué para tomar la foto del primer outfit. Ella estaba promocionando algunos atuendos de la nueva colección de ZARA.

Según lo que me habían dicho, la mujer era una total egocéntrica y caprichosa, siempre andaba tratando mal a todo por cosas insignificantes. Poco antes de comenzar con las fotos derramó un café caliente sobre un chico porque estaba demasiado caliente. Logré comprobar cada una de las opiniones de las personas en el estudio. En varias ocasiones me trató mal a mi diciendo que no sabía tomar fotos, ¿yo que culpa en que pusiera sus caras raras?.

—¿Puedes bajar un poco la cabeza?—le pedí amablemente

—Tu no me das ordenes—alzó más su cabeza. Le tomé la foto igualmente y luego se aproximó a ver el resultado—Que asco de fotos

—Yo no tengo la culpa que tu seas un asco—hablé en tono de voz bajo, pero logró oírme

—¿Que?—se puso delante de mi

—Nada—giré mi mirada a mi cámara

—Que asco de fotógrafa—gritó atrayendo la atención de todos 

—Que asco de persona—respondí casi inconscientemente

Me pegó una cachetada.

—¿Eso te hace sentir mejor?—reí sarcásticamente—Porque eso no quita el asco que me das—me acerqué más a ella—El problema no soy yo, el problema eres tu—me devolví a mi lugar—Ahora ponte allá 

La mujer raramente obedeció y siguió mis indicaciones para tomar las fotos. Desde donde estaba pude escuchar los murmullos de todos, al parecer están tan sorprendidos como yo.

TODO POR AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora