Epilogo

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NARRADOR OMNISCIENTE

Una mujer se despierta de su profundo sueño a causa de su molesta alarma que le indica que son las siete de la mañana y debe atender a sus pequeños. Sin ánimos de levantarse, se queda unos minutos más dentro de su inmensa cama, hasta que siente un pequeño bulto hundirse en la suavidad del colchón.

—Mamá—susurra la niña mientras juega con los cachetes de su madre. Esta decide hacerse pasar por dormida, pero sin querer se le escapa una sonrisa cuando su hija trata de abrir sus ojos con sus pequeños dedos—Mamá tramposa—la acusa sonriendo.

—Buenos días, pequeña—saluda, finalmente abriendo sus ojos avellana. Su hija tiene el cabello hecho un nido, su ropa desaliñada y una gran sonrisa, de esas que realiza cuando va a pedir algo o va a hacer una travesura

—Yo no soy pequeña—defiende ofendida—. Tía Michelle dijo que crezco 1 centímetro por cada año—dice orgullosa, sin saber el verdadero significado de sus palabras.  Su madre no puede evitar soltar una carcajada. Debe asegurarse de no  dejar asolas a su hija con su mejor amiga. De nuevo aparece esa sonrisa traviesa.

—Lo que vayas a pedirme, la respuesta es no, sin derecho a reclamar—anticipa.

—No voy a pedirte nada, mamá—rueda los ojos divertida. Su madre entrecierra sus ojos—. Esta bien, si quiero algo. No quiero ir a la escuela hoy, está haciendo mucho frío y me voy a enfermar—diagnostica antes de toser de manera dramática.

—¿De verás te vas a enfermar?—le sigue el cuento Daniela. Su hija asiente limpiando el sudor imaginario de su frente y acariciar su nariz con un puchero—Entonces tendré que llevarte al hospital para que te apliquen una inyección.

María Daniela al escuchar la palabra "inyección" salir de los labios de su madre abre sus ojos sorprendida y niega velozmente con la cabeza, repitiendo la acción con su dedo. Dice sentirse mejor ahora.

—Quiero quedarme contigo hoy, mamá—se acuesta en su pecho y la abraza por el cuello. 

Su hija es tan dramática en las mañanas que no podía no ver a su esposa en cada una de sus actitudes. Cada día va pareciéndose a ella, piensa Calle con una sonrisa en sus labios. En las mañanas es tan floja como ella y se inventa cualquier excusa para quedarse en la cama. Y es impresionante la cantidad de excusas que puede decir, con tan solo cinco años. No se quiere imaginar cuando sea mayor y esté en la etapa de los noviazgos.

Al final decide cumplir el deseo de su hija y quedarse en casa, solo con la promesa que María sería más ordenada con sus juguetes. Esa cualidad la sacó de Daniela, ella misma lo admite. 

Cuando decidieron levantarse de la cama, se encontraron con Samuel José sentado frente al televisor pantalla plana de la sala viendo sus caricaturas favoritas. El pequeño de tres años es más tranquilo y juicioso que su hermana mayor, y siempre logra de alguna levantarse primero que todos en la casa. Daniela le besa la cabeza y se dispone a hacer el desayuno.

Horas más tarde, deciden ir al zoológico para saludar a los mejores amigos de María, los cuales se tratan de una jirafa, un mono y una lora. Ella los bautizó con el nombre de Pizza, coca cola y galleta porque cuando los conoció tenía hambre y cada uno le recordó el alimento que deseaba devorar. 

—Hola Pizza—saluda alegremente a la jirafa, la cual esta comiendo de la mano de un joven. La jirafa se jira y se encamina hacía la voz que lo ha llamado. Pronto María esta acariciando al animal.

—Es sorprendente—escucha una voz a sus espaldas—. Cada vez que ella viene Dizzy sale corriendo hacía ella. A algunos de nuestros empleados no los permite   

TODO POR AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora