Capítulo 3

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—¿NARCOTRAFICANTE?—grité alterada

¿Cómo era posible que en todo ese tiempo no me dí cuenta de nada?

—Poché, cálmate—me dijo Mario desde el otro lado de la sala

—¿Quieres que me calme? ¿Todo este tiempo estuve con un narcotraficante y quieres que me calme?—solté una risa irónica 

—¿Pueden dejarnos solos?—pidió a todos los hombres que nos rodeaban y estos asintieron en voz baja para luego abandonar el lugar

—¿Cómo es que no me dí cuenta de esto?—dije más calmada poniendo una mano sobre mi frente y siendo incapaz de mirarlo a los ojos

—En estos meses tenía que estar quieto porque la policía empezó una investigación. Entonces te conocí a ti—explicó

—¿Entonces yo era tu juguete de distracción mientras los policías hacían su trabajo?

—Sabes que no es así, también sabes que te quiero—se acercó a mi con pasos lentos hasta finalmente estar frente a mi y acariciando mi mejilla continuó—Para serte sincero yo no pedí enamorarme perdidamente de ti, pero lo hice y estoy feliz por aquello. Eres la segunda mujer más importante para mi después de mi madre y te protegeré siempre, también te juro que nunca te quise poner en peligro. Te amo— al escuchar las últimas dos palabras por primera vez de sus labios me quedé sin palabras por un momento y sin ser capaz de mirarlo a los ojos, mientras tanto una pregunta rondaba por mi mente «¿de verdad yo lo amo?»

Desde pequeña me he caracterizado por ser sincera. Mis padres me enseñaron a ser una persona correcta en todo momento, y es algo que con el pasar del tiempo nunca se ha eliminado de mi. No puedo decir que nunca he dicho una mentira, porque eso sería un ejemplo de una. Sin embargo, las veces que he dicho me he sentido realmente mal y casi siempre termino confesándome.

En esos minutos me cuestioné tanto sobre si realmente amaba a Mario Ruiz, llegando a la conclusión que no. Sentí que quería mucho al chico, pero no tanto como para decir que lo amaba. No quise engañarlo diciendo que también lo amaba, pero tampoco quise herirlo. Por lo tanto, tomé una decisión rápida y evité el tema.

—¿Cómo es que llegaste a esto?—coloqué mis manos detrás de mi cabeza, todavía sin creer

Durante todo el tiempo de relación estuve con alguien que creí conocer bastante, después resulta que no conocía una parte importante de su vida. Siempre había pensando que él era un chico inocente que no mataba ni una mosca, pero resultaba que aparte de matar moscas también mataba personas. Era increíble.

—Mi papá empezó el negocio y desde pequeño me entrenó. Me enseñó a manejar la droga, las rutas y también el dinero—dijo tomando asiento

—Pero no te enseñó a dejar de ser imbécil—gritó Calle desde la otra habitación. Me hubiera reído si no estuviera tan furiosa

—¿Por qué te siguen esos narcos, Andrés?—cuestioné usando su segundo nombre cuando sólo lo usaba al estar furiosa

—Uno de los compradores más importantes de Antonio dejó de trabajar con él. Me buscó y yo le di buenas propuestas y él quedó encantado. A Antonio pareció no gustarle y me buscó para enfrentarme, provocando una pelea entre nosotros, donde por suerte el idiota salió vivo—dijo echando un poco de Whisky en su copa

Una lágrima estaba a punto de salir por mis ojos y, sinceramente, no soy un persona a la cual le guste que la vean llorar. Hice todo lo posible para retener a esa lágrima, pero al parecer venía con fuerza y con compañía. Huí corriendo de ahí, me metí en la primera habitación que encontré y sin poder contenerme lloré.

TODO POR AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora