capíтυlo 17: roвar y нυιr.
Los pájaros anuncian el amanecer, cantando hermosas melodias que cualquiera se enamoraria de estas de solo escucharlas, claro, cualquiera con sus cinco sentidos.
–Malditos demonios con alas –lanzó una almohada a la ventana donde los pájaros cantaban, estos salieron volando lejos– malditas resacas –se acarició la cabeza, sentía un dolor punzante en esta.
El felino bajó de la cama con cuidado de no caer, ya de pie pudo detenerse a observar el rostro dormido de Keith y cómo de este caía un hilo de saliva hasta la almohada. Una pequeña sonrisa de ternura se formó en sus labios e inconscientemente unas ganas de vomitar le entraron, tenía que devolver toda la cerveza de ayer.
Tras unos cuantos minutos en el baño, y otros más limpiando y eliminando el olor a vómito, salió a la taberna vacía de Coran, por la mañana no abría, así que podía pasearse con total tranquilidad por el lugar, llegó a la misma barra de anoche, encontrándose a Keith sentado en esta, riendo junto a Coran sobre quien sabe que.
–Buenos dias Lance –sonrió Keith mientras tomaba chocolate que Coran preparó, Keith se veía resplandeciente.
–El joven príncipe es bueno para las resacas –rió Coran al ver el estado de Lance, con ojeras y cansancio en el rostro.
–Coran, comida, por favor –dijo Lance en un hilo de voz, su garganta ardía.
Coran fue a la cocina dejándolos solos, Lance se sentó en la silla a lado de Keith y recostó su cabeza contra la barra, a pesar de haber dormido hasta medio dia, no tenia energías, Keith lo miraba curioso mientras se acababa el chocolate caliente, sus orejas están gachas, algo inusual de Lance, sus garras se entierran en la barra de madera, haciendo pequeñas marcas en esta.
Dejó su taza de lado y acercó su mano dudoso, acarició los cabellos de su nuca hasta orejas, recibió un quejido que pasó a un ronroneo, Keith apartó la mano, sus cabellos eran suaves y sus orejas ligeramente esponjosas, volvió a acariciarlo recibiendo nuevamente un ronroneo y una cola meciéndose.
–El desayuno está lis...to... –observó la escena de Keith y Lance, se dió la vuelta volviendo a la cocina– mejor regreso despues.
–¡Espera! –el grito de Keith despertó a Lance– ¡Coran!
–¿Porque gritas tanto? –preguntó molesto Lance– molestas.
Keith apretó sus labios, miró a su lado, tenía un Lance enojado al lado, Coran entró nuevamente y dejó el desayuno en la barra, Lance empezó a comer con molestia en su mirada, mirando a la nada frente a él. Coran hizo una seña para que Keith se acercara, Keith pasó sobre la barra, y acercó su oreja.
–Esto solo es una de sus etapas de resaca, después estará normal, el molesto Lance una de las ultimas. –Coran terminó de susurrar y se alejó.
Keith asintió volvió a mirar a Lance quién ahora se ve más relajado, al parecer tenia, hambre, algo para tomar nota, el genio de Lance se arregla con comida.
Lance tomó el último sorbo del chocolate caliente que Coran había servido junto a su desayuno, y soltó un suspiro de relajación al ver los platos vacíos.
Los recogió de la barra y le preguntó a Keith si también llevaba su taza, dudó y lo vio confuso al principio pero al final agradeció, por el favor.
Llegó a la cocina y dejó todo en el lavaplatos, donde los empezó lavar, mojando su ropa pero restandole importancia. Ya todo limpio, salió de la cocina, llevándose un susto al no ver a Keith sentado en la barra.
Empezó a buscar y llamarlo por todo el bar, hasta mirando bajo las mesas y sillas para cerciorarse, pero no estaba en ningún lado, preocupado fue hasta la habitación donde lo encontró organizando las cobijas, o eso se supone que hace, hay un montón de cobijas mal dobladas.
–Ni siquiera esto sabes hacer... –suspiró cansado el felino, recibiendo una mirada a asesina por parte de Keith.
Lance se sentó sobre el colchón y cogió una de las cobijas mal dobladas y la puso sobre sus piernas.
–Has lo que yo hago –Lance empezó a juntar las esquinas y hacer bobleces de lado a lado, Keith hacía lo que podía.
Lance suspiró y se ubico detrás de Keith, rodeándolo con sus brazos y deteniendo sus manos. Keith detuvo su intento de doblar y se tensó, sus mejillas enrojecieron y sus dedos tiemblan levemente.
Lance hace que con sus manos las puntas se junten y doblar de forma geométrica, hasta que al final quedó como un cuadrado.
–Ves que no es difícil Keef... ¿Keef? –volvió a llamar al no resivir respuesta.
Keith estaba congelado, recordando el calor de la piel de Lance sobre la suya, algo que lo hizo temblar, volteó a mirar a Lance y fingió estar bien.
–Tienes razón –concordó Keith.
–Siempre la tengo –alardeó Lance, al ver la cara de molestia ante su actitud, tosió falsamente, desviando el tema– ¿quieres regresar ya?
Keith pensaba al respecto, había amado el lugar y Coran era el mejor anfitrión, —a diferencia de él y Lance — pero extrañaba el estar a solas con Lance, posiblemente era un poco envidioso con Lance.
–Regresemos –dijo Keith con una sonrisa.
–Entonces, vamos –salió del cuarto, siendo seguido por Keith hasta la barra donde Coran siempre está– Coran ¿cuánto te debo?
–No te preocupes por eso, la estadía sera un regalo para el príncipe, y la tuya alcanza con lo que tienes –sacó la bolsa de dinero de Lance y empezó a contar. Lance empezó a palapar sus bolsillos, no estaba la paga de Nyma, sonrió.
–Siempre trabajas bajo el sigilo a pesar de tu gran tamaño, gracias por todo Coran.
–Gracias Coran –agradeció de igual manera Keith– eres muy agradable, espero volver pronto.
Coran se despidió con una reverencia, y los acompañó a la puerta, despues de todo ya tenía que abrir el bar, se despidieron por ultima vez en la puerta.
Caminaban de regreso a la cabaña, atravesaron nuevamente el mercado y Keith seguía igual de asombrado, y más al ver la tienda de gemas preciosas, habían dos collares de los cuales colgaban dos gema, una de color rojo y otra de azul, los ojos de Keith no mentían, amó el par de joyas.
Lance quería darle un regalo más, y ese era perfecto, pero toda su paga había terminado, no había forma de conseguirlo, bueno, la forma legal.
Lance aprovechó el descuido del vendedor de darse la vuelta, y Keith al no estar poniendo atención, tomó el par de joyas en cuestión de segundos y las guardó en sus bolsillos, y él seguía como si nada hubiera pasado, después de todo, era todo un experto ladrón.
Volteó a ver a Keith y sonrió al ver su cuello e imaginándose como le quedarían los collares, pero pronto llegó un sudor frío, su corazón se aceleró en segundos. Todos miraban a Keith, cayó en cuenta, y Keith no tenía su antifaz puesto.
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¡No Soy Una Princesa! - Klance
HumorHace mucho tiempo atrás nació el príncipe heredero del reino de la familia real Kogane, un reino prospero y lleno de diversidad sin prejuicios Al príncipe no le agrada la idea de pasar su vida sentado en un trono, así que el príncipe de nombre Keith...