Capítulo 1: Vulco

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—Si los quieres ven por ellos Vulvo —Los escondí enseguida enseñándole la lengua

—¡Soy Vulco!, y te complaceré —sonrió ligeramente.

—¡Genial! ahora haz retado al monstruo ese —miró hacía la cara —sin agraviar a los presentes  —.

—¡Me las pagaran! —se comenzó a ver un manto oscuro enfrente.

—Ahora tenemos que hacer lo que toda persona en sus 5 sentidos debe hacer —dije mientras la miraba.

—¿Correr? —preguntó Damara.

—No, correr es para cobardes. ¡Debemos enfrentarlo! —exclamé poniéndome en guardia.

—¿Estás estúpido? Nos hará polvo. —sentenció.

—Bueno, corre si quieres. Me quedaré a enfrentarlo —me puse en guardia.

—Correrás conmigo —me agarró el brazo.

—No —solté mi brazo.

—¡Qué si! —se comenzó a enojar.

—¡Que no! —me gusta hacerla enojar.

—¡Que si, carajo! —se molestó aún más.

—¡No! —me gusta pelear con esta chica jajaja.

—Perdón por esto —me dió un golpe en la nuca que hizo que me desmayara. Me cargó como pudo, guardó los libros me sacó de aquel baldío. Me subió en su auto, sin antes golpearme en la cabeza con la orilla de la puerta, subió ella al carro. Sacó el libro de la muerte —bien, Hon —lo miró —aun es raro hablar con un libro —susurró  —¿Cómo puedo dormirte? —.

—Si eres digna, lo harás —hablo Hon.

—Bueno —arrancó el carro y se dirigió a su casa —librin librin duérmete por favorsin (?) —dijo dudando.

—Ni cerca —dijo Hon.

—Hon duérmete o el coco te llevará—.

—¿Crees que soy un bebé? —reclamó.

—¡Ayyyy, me rindo! —dijo con rendición.

Desperté.

—Dios ¿qué me pasó?, pareciera que tengo una cruda cómo la de ayer —dije tocándome la cabeza.

—Te golpeé, querías enfrentar a un ser místico, ¿Recuerdas? —

—Perdón por querer salvar al mundo —respondí.

—De plano tú si estas mal de la cabeza —.

—Y tú de tus facultades mentales. Por cierto, ¿y los libros? —.Pregunté miré a mi alrededor, vi a Hon en las piernas de Damara.

—Están aquí, no se como dormir a Hon —agarré al libro.

—Creo que ya me acordé. Tu golpe me reseteo —miré el libro —¡Hon, icumu dormimur! —el libro durmió.

—El libro me hizo decirle unas frases ridículas —

—¿En serio? —me reí un poco —creo que le caíste bien —

—¿Cómo a un libro puede caerle bien una persona? Son objetos que no piensan, ni sienten —

-—¡Cállate!, puedes herir sus sentimientos —abracé a Hon y a Sonzai.

—¿Es en serio, Alex? —me miró sería por el retrovisor.

—Muy en serio, pero no apartes tu mirada del camino. Vamos a chocar—

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