– Déjeme ver si entendí. ¿La señora sella la carne de ambos lados y después coloca el vino?
– Eso mismo. – Abuela asintió. – Así el centro queda suave y suculento.
– Interesante.
Alguien golpeó el vidrio. El agente del FBI se enderezó en la silla y carraspeó.
– ¿Entonces, dónde estábamos?
– En alguna parte entre las drogas, el baile y Justin Timberlake.
– Eso debería estar en YouTube.
– ¡Ay, yo amo el Tube! ¡Y el Facebook! ¡Y el Twitter!
– ¿Por qué la señora usa artículo antes de los nombres?
– Para demostrar respeto. – Abuela levantó las cejas al máximo. – Nosotros no nos referimos al presidente como presidente. Decimos "el presidente".
El agente hizo una pausa.
– Ok, ahí me cogió.
Dulce
– ¡Muy bien, quiero ver! – Grité, más alto que la música.
Tenía veinticuatro años, había sido drogada por una viejita y estaba en una discoteca. Ah, sí, y también había sido acusada de prostitución.
Qué bien, oficialmente había llegado a la crisis de la edad media. Por lo menos tenía a Thor. Pero, pensándolo bien, podía ser solo mi imaginación.
Podía estar conectada a una computadora enorme, como en la película Matrix, creando mi propio mundo soñado.
Casi no había bebido en la cena. Imagínense.Me mordí el labio, dejando que el dolor me distrajera un ratito mientras mi corazón seguía martillando. La última vez que bailé había sido en el baile de graduación.
No bromeo.
Yo no bailo.
No bailé en el matrimonio de mi hermana. Tomé vino y escondí el Kindle bajó la mesa, para leer cuando nadie estuviera mirando. Y, adivinen qué: nadie estaba mirando hasta que Christopher apareció.Se estaba tambaleando. Ya saben cómo es. Esa forma de caminar sensual que solo un hombre que sabe que ha sido bendecido con todos los dones conocidos por la humanidad puede tener. Buena apariencia, dientes blancos, cuerpo atlético. Ay, mi buen Thor, está hecho una delicia.
Aquella noche dejé a mi mejor amigo en el piso. Mi Kindle. Lo había derrumbado sin querer y me había quedado boquiabierta cuando Christopher extendió la mano y me preguntó si quería bailar. Me había negado. Bueno, la verdad, solo había negado con la cabeza y suspirado, porque me acordaba de él, y era como estar en mi propio cuento de hadas. El Príncipe Azul había caminado hasta mí entre la multitud y me había escogido. Y, a mí me había encantado eso. En vez de bailar, tomamos algunos tragos, que fueron entregados con mucha alegría por el Expreso de Drogas de la abuela.
– Vamos. – Christopher se humedeció los labios y me acercó más a él mientras atravesábamos a la multitud de parejas felices. Estar así tan cerca de él no me hacía olvidar del hecho de que, de ahí a cinco míseros días, le diría adiós al único hombre del que me enamoré de verdad.

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El Riesgo
RomanceEsta historia es una adaptación de @firesvondy, pero algunas amigas mías están interesadas en leerla y ellas no hablan portugués, así que yo hablé con ella y me dejó traducirla para todas ustedes, bellas mías. -- Dulce nunca hizo nada arriesgado. Na...