23. Planes

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– ¿La señora nunca para de meterse en la vida de otros?

Abuela entrecerró los ojos.

– No, por supuesto que no. Ellos me necesitan. Y, cuando yo termine de contarte la historia, te garantizo que vas a estar de acuerdo. La abuela sabe de lo que habla.

– Dudo mucho que sus nietos estén de acuerdo.

– Muy por el contrario. Mis nietos me aman.

– ¿Fue por eso que uno de ellos amenazó con estrangularla?

– Ay – Abuela bufó, con desdén –, tendría que atraparme primero.

Christopher

Chistoso como, algunos minutos antes, yo estaba a punto de matar a la anciana, pero, en ese momento, parecía que me habían arrancado el corazón, lo habían pisado, y lo habían puesto de vuelta en su lugar, todo sucio y aplastado.

– ¿Qué pasó? – Maite acercó a la abuela a ella para abrazarla y le lanzó una mirada suplicante a Christian. Él, a su vez, miró a Alfonso, que se encogió de hombros y me dio un codazo. Nada. No tenía idea.

– ¡Ay, creé una confusión! – Abuela se secó algunas lágrimas. – Creí que podía darme cuenta, pero...– Se sorbió la nariz – yo...  yo no pude. El plan era demasiado grandioso, y las mentes que me ayudaban, muy pequeñas.

– ¿Acaba de decirnos idiotas? – Preguntó Alfonso.

– No – respondí, sincero. – Si ella quisiera decirte idiota, lo va a hacer en tu cara.

– ¡Y ahora va a ser el fin de su carrera! – Se lamentó ella.

Tuve la terrible sensación de que yo era el "su" al que ella se refería, y que mi carrera se iría a la basura, pero, como siempre fui optimista, seguí escuchando

– Christopher.

Ah, mierda.

– Tus índices de aprobación están bajos, es verdad. He estado monitoreando los periódicos. Todo el mundo pensaba que te habías ido de vacaciones con tu nueva familia, pero alguien fue donde los periodistas y dijo que te inventaste esa historia para tapar otra. Y, cuando Natalia fue entrevistada nuevamente, soltó más porquería: que no eres un hombre de familia y que duermes con prostitutas.

Alfonso entrecerró los ojos.

– Eso, tarado, puedes tirar la primera piedra – le dije, prácticamente gruñendo. – Vamos a ver a cual de los dos va a atrapar primero.

Él negó con la cabeza y se cruzó de brazos.

– ¿Entonces por qué estamos aquí? – Preguntó Christian. – Parece que Christopher tiene que volver a Portland para resolver eso. Y la señora tiene que ayudarlo.

– Bueno – abuela unió las manos –, yo pude haber dejado escapar que él estaba aquí con la novia y la familia de ella.

– Pero por supuesto que la señora hizo eso. – Apreté los dientes, sin gustarme nada la dirección que esto estaba tomando. – Entonces eso explica por qué la señora nos llamó y por qué Alfonso y Anahí entraron en pánico cuando Rick no paró de llamarlos, pero...

– Ay, no puede ser. – Abuela se secó algunas lágrimas más. – Voy a decir todo de una vez.

– Por favor. – Estaba apretando tanto los dientes que se me iban a terminar quebrando.

El RiesgoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora