– La barra está limpia. – Abuela miró su reloj. – Dime, querida, acá entre nos, ¿fue bueno en la cama? Si no, conseguí recuperar uno de esos maravillosos posters. Me haría feliz marcar una sesión mañana en la mañana para que podamos discutir formas de comunicarte mejor con tu cuerpo.
– Chao, abuela.
– Pero, ¡mi amor! ¿Ustedes saben lo que están haciendo?
– Lo vamos a descubrir.
– ¡Dulce, en serio, sé razonable! ¡Esta vieja de aquí ya está en el mundo hace décadas! Puedes confiar, sé mucho sobre cómo tener sexo.
– Voy a cortar ahora.
– Bueno, voy a mandarte unas fotos solo en caso de que estés confundida sobre dónde va cada cosa. En mi primera vez, yo...
Dulce
Riéndome, corté el celular y negué con la cabeza.
– Entonces, era abuela. – Me reí. – Dijo que la barra está limpia.
No iba a contarle sobre el consejo que me había dado o sobre las fotos que traumatizarían mi celular para siempre. Hablar sobre abuela siempre terminaba haciendo que mi esposo se vea menos hermoso.
Christopher bostezó y se estiró a mi lado, completamente desnudo. Gracias a Thor.
– ¿Y...?
– Ella dijo que, si algún día eres electo presidente, quiere que un tipo llamado Gus sea tu vicepresidente.
– Dile que voy a pensarlo. – Dio una sonrisa malvada. – ¿Y cómo así que si soy electo?
– Ay, mi amor... – Le di unos golpecitos en la barriga. – Estoy segura de que ella solo estaba bromeando.
– Eso mismo. Tengo que ser presidente, aunque sea solo para hacerle la vida un verdadero infierno a Brett.
– Olvídate de eso, mi amor.
– Nadie se mete con mi esposa y vive para contarlo.
– Me gustó esa palabra.
– ¿Cuál? ¿Esposa?
– Esa misma.
Solté un suspiro alegre y le di unas palmaditas en el pecho.
– Parece que estoy lista.
– ¿Estás segura? – Christopher frunció el ceño, preocupado. – Digo, es normal querer una pausa, Dul. En serio, lo entiendo.
– No, ya es hora.
– Verdad.
Levantó las manos en señal de rendición.
– Me llenas de galletas.
Christopher agarró una galleta con chispas de chocolate de la caja y me la puso en la boca.
– Tus deseos son órdenes. Por Dios, tu boca es perfecta.
– Ya deberías saber eso.
Me sonrojé.
– Sí, debería.
Un mechón de pelo me cayó en la cara. Él lo quitó y soltó una risita.
– ¿Qué pasó? ¿Tengo migajas en la cara?
– No, no es eso.
– ¿Qué es, entonces?
– ¿Puedo jalarte el pelo?
– ¿Lo harás usando el disfraz de Thor?
– Solo si tú usas el de She-Ra y finges que te estás ahogando mientras yo te salvo a ti y a las galletas.
– Perfecto.

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El Riesgo
RomanceEsta historia es una adaptación de @firesvondy, pero algunas amigas mías están interesadas en leerla y ellas no hablan portugués, así que yo hablé con ella y me dejó traducirla para todas ustedes, bellas mías. -- Dulce nunca hizo nada arriesgado. Na...