– Qué interesante lógica. Primero, la señora engaña, después ofrece perlas de sabiduría. – El agente asintió, pensativo.
– A ver, no soy tan mala. – Abuela negó con la cabeza. – Si los hubiera dejado a los dos a su suerte, se tomarían años para estar juntos. Ahora, solo míralos.
– Cierto. Solo mírelos. Desaparecidos.
– Yo no dije que tenía todo resuelto. Tengo ochenta y seis años.
– Lo que diga la señora.
Christopher
– Me voy a ir al infierno.
– Cuando llegues allá, dile a Alfonso que le mando un hola. – Christian me dio un golpe en la espalda y le pidió una cerveza al mesero.
Decidimos ir a un luau en vez de hacer una típica fiesta de despedida de soltero o soltera. Al fin y al cabo, solo necesitábamos de las fotos, y fue bien fácil convencer a mis papás de que no estaba interesado en eso.
Dulce pareció aliviada.Dulce... con solo pensar en su nombre sentía una ola de excitación en los lugares equivocados.
Su nombre me hacía desearla, y no solo físicamente, sino también emocionalmente, lo cual era ridículo.
Llevábamos solo tres días con nuestra relación y encima era falsa.
Y ahí estaba yo, desahogando las penas en la bebida y mintiéndole no solo a mis papás, sino que a todo el mundo.– No sé si esto ayudará a que te sientas mejor, pero abuela ya ha ganado dos veces. – Christian me pasó una cerveza.
– Bueno, no ayuda. – Tomé un largo trago. – Aún me voy a ir al infierno por mentirle a todos, y dudo que Alfonso esté allá, ya que ha cambiado tanto que hasta da náuseas.
– ¿Sí, verdad? – Se rió Christian. – Es como si fuera un hombre nuevo.
– ¿Y tú?
– ¿Yo? – Christian alzó las cejas, sorprendido. – Yo siempre he sido un buen mozo, no necesitaba cambiar, solo ser humillado por la abuela de tal manera que me volví una vergüenza no solo para mí, sino para la sociedad.
– Ah. – Hice una mueca. – Eso es muy alentador.
– Mala mía, es tu mejor chance de casarte con ella, enamorarte y procrear el mayor número de bisnietos posible.
– Nunca. – Empujé lejos la cerveza, sintiéndome enojado de repente. – Sabes que no puedo, Christian. Sabes que no quiero sentirme vulnerable de esa manera otra vez. No quiero compromisos.
– ¿Cambiaste de cerebro con Alfonso? – Christian se inclinó para quedar más cerca mío. – ¿O estás enfermo?
Lo empujé lejos y rodé los ojos.
– Es en serio.
– Ya han pasado dos años, Christopher. La vida sigue. Tienes que permitirte ser feliz.
– Yo sé cómo ser feliz. Solo decidí hacerlo sin una mujer a mi lado.
– ¿Porque secretamente prefieres a los hombres?
– Esta conversación se acabó.
Me levanté, pero Christian me hizo sentarme de nuevo.
– Mira, sé que solo han pasado tres días, pero es fácil invalidar el matrimonio. Tus papás no van a saber nada, pero para el mundo estarán casados. Cada uno puede tomar su propio camino después de que volvamos a Portland. Dulce puede volver a su divertidísima vida, jugando con enfermedades y comenzando a acumular gatos. Y tú puedes volver a tu gigantesca casa con una TV enorme.

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El Riesgo
RomantikEsta historia es una adaptación de @firesvondy, pero algunas amigas mías están interesadas en leerla y ellas no hablan portugués, así que yo hablé con ella y me dejó traducirla para todas ustedes, bellas mías. -- Dulce nunca hizo nada arriesgado. Na...