– ¿En Hawaii? ¿Todo este tiempo? ¿La señora está diciendo que logró despistar al FBI y hacernos seguir pistas falsas solo porque quería darle al senador tiempo para...
– Divertirse – Abuela se estiró. – Pero por supuesto. Todas las parejas se merecen un tiempo para descubrirse el uno al otro. Yo les garanticé ese tiempo.
– Pero nosotros somos el FBI.
– Y yo soy la abuela. – Guiñó el ojo. – Ponte en tu lugar. Ah, y, querido... – Suspiró. – ¿Puedes tener la decencia de decirle al presidente que me llame cuando esté libre? Un hombre tan adorable...
El agente parpadeó y se levantó. La puerta de la sala se abrió.
– Déjela ir. La información procede.
– Pero...
– Nadine, sentimos mucho la inconveniencia.
Abuela le dio unos golpecitos en la espalda.
– No es nada. Estoy feliz por el chance de pasar un tiempo con Gus. Adoro una buena historia de amor.
Él dio una sonrisa mientras abuela salía saltando del edificio federal.
– Está loca. – Comentó el agente, con su superior.
– Esa mujer nos ayudó a ganar la Guerra Fría. "Loca" es hasta poco.
Dulce
Christopher golpeó la puerta de la cabaña y avanzó hacia mí. Sus manos pasaron por mi vestido blanco y descendieron por mis hombros desnudos.
– ¿De casualidad te gusta mucho este vestido?
– ¿Eh? ¿Por qué la pregunta? – Temblé.
– ¿Sí o no?
– No.
– Bien.
Arrancó el vestido de mi cuerpo, rasgándolo. Solo podía estar bromeando. Ese tipo de cosas pasaban fuera de las películas. Yo era testigo.
Que eso quede de lección para todas las mujeres: cuando su hombre se parece a Thor, él tiene superpoderes en la cama.
El vestido cayó alrededor de mis pies, lo que me dejó con solo tacones blancos y la ropa interior de encaje. Sentía mi cuerpo entero pesar del deseo.
Él extendió la mano y jugó con el encaje, sus dedos rozaban mis senos, haciendo que mi cuerpo temblara de deseo reprimido. Los ojos de Chris se oscurecieron, y me volvió a preguntar:
– ¿Y este conjunto? ¿Te gusta mucho?
– N... no.
– Bien.
Con un tirón, hizo que mi brassiere y mi panty se amontonaran en el piso.
– Mi buen Thor.
– ¿Qué? – ¡Pero qué mierda! ¿Había dicho eso en voz alta? – ¿Me dijiste "Mi buen Thor"?
En vez de asustado, Christopher se veía... miré hacia abajo... bien inspirado con eso.
Aparentemente, abuela había salido de su cabeza.
– Sí, sí te lo dije.
– Hum... – Se mordió el labio y me dio una sonrisa. – Creo que me gusta.
– ¿Ah, sí?
Sentí mi rostro enrojecer. No solo estaba parada frente a él, desnuda como vine al mundo. También había acabado de transformar nuestra primera experiencia sexual, de la cual nos acordaríamos siempre, en algo medio vergonzoso.
Me humedecí los labios, nerviosa, y esperé que me tocara.
En vez de eso, me miró.
Me estaba poniendo más nerviosa. ¿Por qué él podía seguir vestido? Traté de cruzarme de brazos, pero él alejó mis manos, saboreando con los ojos cada centímetro de mi desnudez, hasta que estuviera a punto de retorcerme. Él me hacía quererlo con la mirada. Bastaba una mirada, y yo estaba lista.– Yo me habría acordado de esto... Debería acordarme. – Christopher rozó los dedos en mis senos y descendió hacia mis caderas, admirando mi cuerpo con las manos mientras me acercaba más a él. – Con o sin drogas, un hombre nunca se olvidaría de algo tan perfecto.
– Yo tampoco me acuerdo – respondí, tímida, pasando mis brazos alrededor de su cuello. – Solo me acuerdo de las galletas.
Esta boca mía. Quería morirme.
– ¿Te acuerdas de las galletas, pero no de mí? – Me dio una sonrisa.
– Estaban buenos, ¿ok?
– Yo te voy a enseñar lo que es bueno.
– Yo quiero que me enseñes lo que es maravilloso – lo desafié.
– Puedo hacerlo.
Me alejó delicadamente y comenzó a hacer un striptease muy provocativo. Todo bien, hasta podía no ser tan provocativo, la verdad, pero para mí lo era.
Cada movimiento era lento, dándome atisbos de su piel bronceada y de su abdomen definido. Quería pellizcarme. Cuando la última prenda de ropa fue lanzada al piso, yo estaba sin aliento.
Entonces él me tocó.
Nuestras bocas se encontraron.
Sí, creo que nos habríamos acordado de esto. ¿No?
Metió las manos en mi pelo mientras su boca bajaba en círculos por mi cuello. Mis rodillas fallaron cuando me tomó en sus brazos y me cargó hacia la cama.
Cerré los ojos cuando ese cuerpo divino se puso encima del mío.
– Solo voy a ir despacio una vez. – Su expresión era de contención. – Después voy a llevarte a la piscina.
– ¿Para nadar? – Pregunté, inocentemente.
– Sí. – Sus ojos se oscurecieron más. – Para nadar, y después voy a llevarte a la ducha, que es algo que llevo soñando hacer desde ese día que me abrazaste desnuda.
Me quedé sin aire, cuando inesperadamente, comenzó a entrar en mí.
– No soy un hombre muy paciente cuando se trata de ti. Y me parece que tengo tres días enteros para llevarte a la locura.
Él entró un poco más profundo.
Hice una mueca de dolor.
Y me congelé.
Christopher abrió bien los ojos.– Mira nada más. – Dio una sonrisa convencida. – Parece que todo lo que hicimos esa noche fue comer galletas. Qué cosa.
– Pero...
– Entonces tal vez debería ir más despacio.
– Prefiero que vayas rápido. – Hice otra mueca.
Christopher se rió.
– ¿Qué te parece si hago que te olvides del dolor?
Pegó su boca a la mía, y me sentí flotando cuando su cuerpo se unió al mío por completo. Sí, sí. Yo me habría acordado de eso. Me habría acordado de la forma en que nuestros cuerpos encajaban perfectamente. Me habría acordado de cómo quería gemir a cada movimiento, pero no de dolor, sino de puro placer.
– Te amo.
La fricción de nuestros cuerpos me iba a terminar matando. Era demasiado bueno. Parecía que iba a explotar.
En vez de eso, me entregué. Me entregué a mi esposo, a mi futuro, y me junté a él en lo que seguramente sería una de las muchas veces en que trabajaríamos duro para conseguir uno de esos bisnietos que abuela tanto quería.
—
🚨🚨¡¡¡UN CAPÍTULO MÁS Y EL EPÍLOGO!!!🚨🚨
![](https://img.wattpad.com/cover/161955154-288-k120718.jpg)
ESTÁS LEYENDO
El Riesgo
RomantizmEsta historia es una adaptación de @firesvondy, pero algunas amigas mías están interesadas en leerla y ellas no hablan portugués, así que yo hablé con ella y me dejó traducirla para todas ustedes, bellas mías. -- Dulce nunca hizo nada arriesgado. Na...