30. La noticia

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El agente bostezó.

– Entonces, el senador confesó lo que sentía. Qué bueno por él.

– No – Abuela suspiró –, no es nada bueno. Mira, había una cosa con la cual no contaba, una persona que no podía... – Se encogió de hombros – administrar.

– ¿Quiere decir una persona que la señora no podía controlar?

– Prefiero el término administrar. – Mirando mal al agente.

– Administrar, pues.

Dulce

No pegué el ojo en toda la noche. No tenía nada que ver con el hecho de que había un dios nórdico roncando a mi lado. Hasta me había acostumbrado a los ronquidos. Se convirtieron en una especie de ruido blanco, un sonido tranquilizante.
Había algo mal.

No estaba segura de si era yo, si era Christopher o si simplemente era la situación. Pero, mientras más pensaba en el asunto, más me daba cuenta que debía ser la situación.

Todo estaba yendo bien hasta que las cosas se calentaron mientras nadábamos bajo la luz de la luna. Era casi como si hubiera visto un fantasma. Apoyé el mentón en la rodilla y suspiré.

¿Era yo? ¿O era otra cosa?

Lo miré de soslayo, consciente de que me estaba haciendo la pervertida, observando dormir al chico sexy. Estaba dando una de Bridget Jones. La cicatriz cerca de su ojo era más evidente a la luz de la luna, lo que me hacía preguntarme cómo se la hizo. ¿Tal vez jugando fútbol americano? ¿O cuando Alfonso lo golpeó? Sonreí para mí misma.

Solo dos días más, y mis vacaciones llegarían a su fin. Lo que quiere decir que lo que Christopher y yo sentimos el uno por el otro, esos sentimientos serían puestos a prueba. La experiencia parecía algo salido de The Bachelor. La verdad, mientras más pensaba en el asunto, más me recordaba la situación a un reality show. Desde las citas a los paseos. Fruncí el ceño. No sé porqué no había pensado en aquello antes, pero, en el instante en que la idea surgió en mi cabeza, casi me pongo a llorar.

Abuela nos había puesto en un programa de TV. Y, sí, hasta estaba comparando mi vida a un reality show. Estábamos en un retiro romántico, con acción y aventura, con terapia inútil de pareja seguida de un momento vulnerable de Christopher. Incluso hasta la aparición de Brett. Christopher y yo habíamos sido manipulados de una forma tan ridícula que ni risa daba – ni parecía real.

Nada de eso era real.

Había recibido exactamente lo que había pedido.

Algo falso.

Puedo apostar que abuela había acordado todo con los papás de Christopher para hacerlo sentir culpable. Al fin y al cabo, él había llegado a escribir en una hoja de papel que nunca quería decepcionarlos. Cosa que pasaría si no se casaba conmigo.

Yo era una chica inteligente. Siempre lo fui. Desgraciadamente, había pasado la última semana ignorando mis instintos y mis sentimientos, que me decían que había algo mal en eso. ¿Christopher y yo, mundo real? ¿Bajo los flashes de fotógrafos, rodeados de gente? El cuento de hadas se iría por el drenaje y yo me quedaría atrás – volvería a cero, antes de que todo eso comenzara. Sola.

Solo que, esta vez, para rematar, tendría el corazón roto. Estaba dejando que mis inseguridades asumieran el control. Pero no podía evitarlo, porque eso aún no tenía sentido. ¿Por qué ÉL me querría? ¿Por qué ÉL pensaría en mí como un amor perdido?

El RiesgoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora