—Si amor —comento papá desde su lugar—, ella está bien —papá me observo un momento y sonreí de medio lado—. Ambos iremos a casa en un momento —aseguro y siguió hablando con mamá por teléfono.
Coloque mis codos en mis rosillas y sujete mi rostro entre mis manos un tanto aburrida y un poco desesperada de igual forma.
Le pedí a papá que me trajera al hospital y tras dudarlo una fracción de segundos me permitió subir con él y con Eddie a la ambulancia, papá hizo su trabajo y me pidió quedarme sentada en la sala de espera mientras el terminaba su turno y trabajo.
Yo claramente y sin poner objeción obedecí, y es que mis padres nunca han tenido ese problema conmigo, desde pequeña he sido educada en el sentido de portarme bien en sus trabajos, pues sabía que si lo hacía bien tendría un premio al llegar a casa. Iba desde un chocolate, un helado o una tarde de mi caricatura favorita con mis padres.
—Toma —levante mi vista hacia la voz que me había llamado. Mi vista observo primero un pequeño vaso del cual salía un poco de humo y al levantar completamente mi cabeza, pude observar a Adam quien sostenía aquel vaso entre su mano—. Capuchino de vainilla. No pareces alguien que beba café —comentó este mirándome y con media sonrisa acepte el vaso.
—Gracias —agradecí sintiendo el calor del vaso entre mis manos—. ¿Qué te han dicho? —pregunte inquieta en mi lugar.
—Aun nada —Adam tomo asiento a un lado mío, la incertidumbre no me dejaba y no lo hizo nunca desde que mire a Christian en el suelo siendo llamado por su hermano con miedo en su interior—. Esperare a que el doctor revise completamente a Christian y me avise —asentí sin mucho ímpetu—. Tranquila —Adam tomo mi mano entre la suya dejando una suave caricia con su pulgar—. Él va a estar bien —sujete la mano de mi amigo con temor y un poco de fuerza y me recosté en su brazo esperando noticia alguna.
—¿Dónde está tu mamá? —pregunte tras uno segundos de silencio.
—Ya viene —aseguro Adam sin siquiera moverse de su lugar, ni yo del mío—. Con todo esto se me olvido llamarla y la llame cuando iba por los cafés —asentí sin saber que más hacer.
Repentinamente Adam dejo un beso en mi cabeza, un beso que recibía de una persona extraña que no era parte de mi familia o que fuera Ethan, sin embargo, eso no me molesto en lo absoluto y solo me acomode mejor en su brazo.
—¡Adam! —el nombre de mi amigo se escuchó por uno de los pasillos del hospital—. ¡Adam! —de nuevo alguien llamaba y por lo que pude apreciar un tanto desesperada.
—Es mamá —comento mi amigo mirándome como si me pidiera permiso de ir. Solté mi agarre de su brazo y asentí ante la mirada suplicante de Adam.
—Ve anda —señale con la cabeza.
—¿Es tu novio? —alguien tomo asiento a mi lado con un tono celoso y divertido.
—¿Te gusta para tu princesa? —pregunte con una pequeña sonrisa.
—Nadie me gusta para mi princesa —aseguro papá y sonriendo imite la acción que había tenido con Adam, recargándome en el brazo de papá. El acaricio mi rostro y tras un leve apretón dejo un beso en mi frente—. No contestaste a mi pregunta —solté una pequeña risa y negué sin alejarme de mi cómoda posición.
—Es solo un amigo —asegure—. No quiero saber nada de novios —asintió papá—. Por ahora —asegure divertida a lo que papá suspiro dramatizando las cosas—. ¿Por qué Christian tuvo un paro cardíaco? —pregunte sin entender por qué alguien tan joven tenía problemas así.
—Hay muchas razones cielo —respondió él—. Pero debemos espera a que el doctor lo evalué y sepan el motivo correcto. Él ya está bien cielo —papá me tendió un abrazo en forma de consuelo—. Solo esperaremos los resultados —asentí abrazada al gran hombre.
ESTÁS LEYENDO
Pon tus ojos en mi
Novela JuvenilAnnie, deportista, capitana del equipo de fútbol, un gran grupo de amigos y un novio. ¿Qué pasa cuando crees ser feliz pero sólo es rutina? ¿Por qué a pesar de eso no se siente cómoda con su alrededor? ¿Qué le hace falta... o le sobra? Christian...