Capítulo 44. Gracias, despedidas y perdón

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—Buenos días linda —saludo Adam—. ¿Dormiste bien? —pregunto moviendo sus cejas de arriba abajo, dándome una mirada divertida mientras yo me encontraba enredada en el edredón de Christian a punto de salir de la habitación.

—Mejor que nunca —comente uniéndome a su juego.

—Tu cama es muy cómoda, podrías pasar hoy la noche ahí si gustas.

—Buenos días Adam —deje un beso en su mejilla para salir de la habitación e irme a la mía sin pretender ser vista por alguien—. ¿Despiertas a tu hermano para desayunar juntos?

—claro —asintió—. Con un par de besos haber si sabe reconocer tus labios de los míos —solté una pequeña risa y abrí la puerta de mi habitación. Ingrese a ella percatándome de que Maya comenzaba a despertarse.

—Buenos días —salude con una sonrisa—. Me daré una ducha —mi mejor amiga asintió más dormida que despierta.

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—Solo pensar que pronto volveré a casa, me comienza a deprimir nuevamente —comento Kevin de manera dramática.

Y es que Kevin tenía razón, mañana regresaríamos a casa de nueva cuenta. A nuestro lugar frío de nueva cuenta, aunque la primavera y el verano en casa era de lo más agradable, no pasábamos un calor como tal y eso era lo que mas amaba.

—Fue divertido —comento Maya llevando un bocado de pastel a su boca.

—Que se repita el año que viene —propuso Kevin de manera entusiasmado.

—Adam no estará el año que viene —mencione tomando la mano del mayor de los hermanos—. Se nos ira a la Universidad

—En la Universidad también hay vacaciones —menciono Kevin. Al parecer el no se daba por vencido.

—A menos que no me quieras con ustedes —comento Adam en tono tristemente dramático.

—Por favor. Si sabes que yo te amo con todo el corazón. Obvio que te quiero conmigo para siempre y hasta el final de mi vida —lo abrace de costado de la manera más empalagosa posible.

—Yo también te amo amor mío —comento Christian a mi lado.

—Oye no seas celoso —reclamé—. Prácticamente conocí primero a Adam.

—Pero te hiciste mi novia.

—Pero es mi mejor amiga —contraataco su hermano—. Estos brazos siempre te van a consolar cada que ese ser feo te lastime.

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—¡Gol! —celebre—. Ustedes de verdad que tiene dos pies izquierdos —me burle de ambos hombres.

—Oye los pies sirven para correr y lo hacemos muy bien —acordó Adam.

—No para patear balones —apoyo Kevin—. Nosotros somos unos dioses con las manos.

—Ya llorones —mencione restándole importancia—. Entiendo que siempre hayan salido con porristas que no saben siquiera lo que es un balón, pero lo siento. Acepten que les gano una chica.

—Juguemos otra cosa —menciono Adam.

—No podemos jugar beisbol, así que ni lo pienses —sentencie.

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—¿Saben que es lo mejor? —me acosté en la arena a un lado de Christian descansando mi cabeza en su cuerpo—. Que ustedes pusieron el juego y también les gane.

—Tenías a Maya quien su mamá era jugadora profesional —se quejó Kevin.

—Ustedes eligieron el juego —mencione recordando una vez más que ellos hicieron una mala elección—. Son unos malos perdedores. Qué feo.

Pon tus ojos en miDonde viven las historias. Descúbrelo ahora