Derek me abrazo por un tiempo indefinido, la verdad era que, si necesitaba ese abrazo, aunque no lo sabía en su momento. Mis brazos rodearon el gran cuerpo de aquel hombre apenas logrando tocar mis dedos cerrando el abrazo. Por un momento sentí que todo estaba bien, que todo volvía a estar bien, como si hubiera retrocedido el tiempo por unos minutos.
—Annie —la voz de mi amiga ocasionó sepárame del abrazo de Derek, limpie mi rostro antes de girar a verla—. ¿Cómo estás? —asentí en respuesta a su pregunta. Tras de ella salía Kevin con mi bolso entre sus manos.
—Toma Cavill.
—Gracias Kevin —tome mi pertenencia, agradeciendo con una pequeña sonrisa. Mire tras de Kevin esperando ver salir a los Brook, pero ninguno de los cruzo por la puerta.
—Se quedaron arreglando unas cosas —comentó Kevin, ganándose mi atención.
Los segundos parecieron eternos y ellos aún seguían dentro, las personas salían, pero ellos no lo hacían. Comencé a desesperarme, el coraje volvió apoderarse de mí, aunque sabía que ese coraje solo era tristeza y decepción.
—¿Derek me das las llaves del auto?
—Annie creo que es mejor que esperemos a los chicos —comentó mi amiga a mi lado. Tan solo la observé sin mencionar palabra alguna, volví a colocar mi vista en el responsable de todos nosotros.
—Aquí tiene —el me las entrego sin protestar—. Está aquí en el estacionamiento—. Asentí.
Sujeté las llaves entre mis manos avanzando hacia donde me había indicado, el estacionamiento estaba a la siguiente cuadra, solo tenía que cruzar una calle y así lo hice. Accione la alarma y entre la multitud de autos este se encendió de las luces activando el característico sonido de los autos. Avance hacia el vehículo de manera rápida subiéndome en la parte delantera, en el asiento del copiloto. Coloque nuevamente los seguros de todas las puertas y aguarde en aquel lugar esperando por los demás.
Sin pensar mucho en lo sucedido, recosté mi cabeza en el asiento abrazándome a mi misma. De ser una de las mejores noches de mi vida, pasó a ser una de la cual no deseo ni recordar. Si me fuera posible quisiera borrarla de mi mente en este instante. Las figuras de mis compañeros de viaje se hicieron presente entrando todos por la entrada del estacionamiento. Al parecer no mencionaban palabra alguna, la mayoría venia con las cabezas bajas. Quité los seguros de las puertas y me volví acomodar en el mismo lugar cerrando mis ojos.
—Annie
—Ahora no —interrumpí al menor de los Brook antes de que mencionara palabra alguna.
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—Señorita Annie —Derek llamó mi nombre antes de entrar al hotel. Me detuve en mi lugar girando mi cuerpo para ver a el gran hombre—. No deje que nadie arruine su vida y borre su sonrisa. Usted es más fuerte que cualquier idiota que la quiera hacer sentir inferior. No deje que ellos ganen, demuéstrele de lo que usted es capaz.
—Gracias Derek —sonreí ante el chico. Me di la vuelta para ir a mi habitación, pero me detuve volviendo a girar en dirección a nuestro tutor—. Derek —el nombrado giro al escuchar mi voz, avancé la poca distancia que nos separaba y lo rodé en un abrazo—; Muchas Gracias Derek. No sabes lo bien que me haces sentir. Gracias —me separé de nuestro abrazo—; Buenas noches Derek.
—Buenas noches señorita, descanse.
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Dentro de la ducha el agua caía en mi cuerpo llevándose con cada gota los residuos de aquella bebida, al igual que el trago amargo que había ocasionado. No pude evitar que mis lagrimas salieran, una tras otra descendía lentamente. Me sentí orgullosa de poder contenerme los más tranquila posible, a pesar de las circunstancias. No podía hacer nada para remediar la situación, ya había pasado y era así. La vida era así.
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Pon tus ojos en mi
Fiksi RemajaAnnie, deportista, capitana del equipo de fútbol, un gran grupo de amigos y un novio. ¿Qué pasa cuando crees ser feliz pero sólo es rutina? ¿Por qué a pesar de eso no se siente cómoda con su alrededor? ¿Qué le hace falta... o le sobra? Christian...