Capítulo 18 Luchar por lo que amamos.

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Después de verme hecha pedazos, mamá me dijo que caerse, estaba bien; que enamorarse de la persona equivocada, estaba bien; que llorar, estaba bien; que no había nada de malo en cometer errores, porque de ellos se aprende, porque nadie nació sabiendo y porque nadie es perfecto. Pero rendirse, me dijo, eso cariño, está prohibido. Y ella tenía razón, no podía rendirme, y no delante de los demás, pero si en mi habitación, donde nadie me veía donde podía llorar sin culpa alguna, donde no me veía débil o una tonta llorando por un chico. Lloraría hoy, todo lo que pudiera, porque mañana tendría la misma sonrisa en mi rostro.

Narra Christian

Acostado en mi cama me encontraba sin siquiera hacer nada. Hoy no tenía ganas de ponerme de pie, ni siquiera quería respirar, tan solo quería estar hundido en mi miseria tranquilamente yo solo. Yo, me sentía mal conmigo mismo, sentía que lo que había hecho no estaba para nada bien, lo sabía, había sido grosero y la peor basura del mundo al tratar asi a Annie, pero algo muy en el fondo sabía que lo que había hecho era lo correcto. Tenía que alejarla de cualquier modo posible de mí, de una u otra manera tenía que hacerlo, tenía que hacerlo por ella, por su bien. Debía hacer todo para que ella me odiara, para alejarla de mí y de mis demonios, ella no podía cargar con alguien como lo era yo, no se lo merecía.

Hablar de Annie era hablar de felicidad completa, ella era la definición exacta de amor. Era una persona que siempre tenía un tema de conversación, unas veces muy a lo Discovery y en otras más muy tontas, pero en las cuales ella lo hacía sonar tan interesante. Su voz era una voz suave, no era ni aguda, pero a su vez no era grave, era la mezcla perfecta en la voz de una chica, su modo de hablar era un tanto tranquilo, sin apresurar y sin ser muy lento, aunque cuando se ponía nerviosa, comenzaba hablar velozmente a tal grado que no se llegaba a entender mucho de lo que decía. Ella reía todo el tiempo, ya sea por culpa de Adam o cuando recordaba alguna anécdota divertida y no podía contarla porque moría de la risa, y aunque muchas chicas ríen falsamente, Annie era todo lo contrario, su risa era la risa más contagiosa del mundo, era inevitable no reírte cuando ella lo hacía. Ciertamente su risa daba más risa que cualquier mal chiste que contara en medio de una situación.

Ella siempre estaba ahí, desde el primer día, aquel en el cual ambos nos arrollamos el uno al otro, sacando a relucir su carácter y arrepentimiento. Desde entonces toda mi vida cambio, no sé si para bien o para mal, solo sé que muchas de las cosas buenas o malas las he vivido alado de Annie. Estoy vivo gracias a ella. No es como que deba estar con ella solo por eso, como ella misma lo dijo; solo actuó con forme su padre le enseño hacerlo, cualquier persona con el conocimiento lo hubiera hecho. Pero no, no me enamore de aquella chica por obligación, me enamore porque era imposible no hacerlo, cualquier persona que no la note en la vida es un completo idiota y quien no supo valorarla es un idiota por mil. Ella es, ella es perfecta. Así con su sarcasmo, su risa, su preocupación, su voz, su perfume, su actitud, su valentía, con su llanto, con su alegría y tristeza o con su rabia y coraje, ella era más que perfecta. Era un tesoro que yo no podía poseer y tan solo dejaría pasar.

- ¿Estas despierto? – la voz de mamá me indicaba que se encontraba por la puerta de la habitación

- Si mamá – parpadeé un par de veces y me senté en la cama - ¿Qué hora es?

- Son las 12:47 – contesto, sentí el colchón hundirse por lo que supuse mamá tomo asiento en el – ¿Cómo te sientes cariño? – puse sentir claramente como mi madre acariciaba mi frente y acomodaba mi cabello – Es tarde para que sigas en cama.

- Estoy bien mamá – aclare – Solo que la escuela me tiene un poco agotado y quiero descansar. Eso es todo.

- Mmnh – mamá hizo ese sonido cuando algo no la convence – Adam pregunto por ti, pero no quiere venir a verte porque piensa que lo odias – sonreí de lado con pesar – Está castigado por hablarte asi ayer – comento mamá – No era la manera de hacerlo.

Pon tus ojos en miDonde viven las historias. Descúbrelo ahora