Capítulo 32 Las nuevas Lily y Jenna

166 5 0
                                    

Lily  conduce.  Yo  tamborileo  sobre  mi  rodilla.  No  hablamos.  De  vez  en cuando la miro. De reojo, cuando estoy segura de que no se da cuenta. Miro  las  arrugas  que  brotan  de  sus  ojos  como  un  abanico,  el  moño simple  en  el  que  se  ha  recogido  el  pelo  y  el  prendedor  que  lo  sujeta descuidadamente.  Me  lleva  a  la  misión,  pero  lo  hace  por  mi  madre.  Me  he dado  cuenta.  Todo  lo  que  hace  por  mí  es  realmente  por  mi  madre.  Haría cualquier cosa por Claire.

Parecen estar enfadadas últimamente, y tiene que ver conmigo. Pero aun así veo la forma en que Lily mira a Claire, cómo a veces se acerca y la agarra de los hombros o la abraza sin razón aparente, el modo en que comparten algo de lo cual yo no soy parte.

Creo que alguna vez m e quiso, pero está claro que ya no es así. Ahora solo me tolera. Lo hace por Claire, supongo. De vez en cuando le conmueve algo de  nuestro  pasado  y  veo  una  grieta  en  ella.  El  día  en  que  pensé  que  me estaba  ahogando,  por  ejemplo.  Pero  después  vuelve  a  adoptar  su  rígida fachada, como si se protegiera de mí. ¿Creerá que soy peligrosa? ¿Qué quiero hacerle daño?

¿Y quiero? Quise hacerlo esta mañana en la cocina, cuando le dijo a Claire que no m e animara a salir con chicos. Creo que quise pegarle. Fuerte. Podría haberlo hecho, pero no lo hice.

Extrañamente,  quiero  caerle  bien.  No  sé  por  qué.  Tal  vez  sea  solo  porque quiero que las cosas vuelvan a ser como eran. Volver a ser la antigua Jenna. Alguien a quien no conozco, pero a quien Lily quería.

Vamos por carreteras secundarias. Los campos están marrones, secos, fríos. Sin embargo, bajo los matorrales secos emerge la primavera. Algunas matas de  hierba  de  un  brillante  color  esmeralda  contrastan  con  el  chaparral  que las rodea. El invierno no es bienvenido en California; estamos a principios de febrero y la primavera ya se ha empezado a abrir camino. Claire dice que le gusta el clima templado, que nunca volverá a los inviernos helados y que yo tampoco  lo  haré.  ¿Cómo  lo  sabe?  Tal  vez  decida  volver: no  siempre  tendré diecisiete años.

Pasamos por un edifico en ruinas, un montón de escombros devorados por raíces  y  plantas  trepadoras.  Después  del  terremoto,  algunas  partes  de California se consideraron dignas de reconstrucción y otras no.

—Uf —refunfuña Lily al pasar, olvidando nuestro pacto de silencio.

— ¿Tienes miedo? —le pregunto.

Finge sorpresa.

— ¿De los terremotos? No. Cuando sea mi momento de irme, me iré.

¿De verdad está tan segura de sí misma? ¿Adónde cree que irá?

— ¿Adónde te irás? — pregunto, disfrutando al provocarla.

Se  queda  mirándome  durante  un  rato  demasiado  largo,  considerando  que vamos a ochenta kilómetros por ahora.

—Qué más da —contesta, y vuelve a mirar a la carretera.

Yo  también  miro  hacia  delante.  Sé  lo  que  quería  decir  con  «me  iré»,  pero quería que lo verbalizara.

Morir.

Irse.

¿Al cielo? ¿Es ahí donde piensa que irá? ¿De verdad está segura de que se irá a un lugar que ni siquiera sale en el mapa? ¿Cómo puede saber que le gustará, una vez que llegue? Pero eso es precisamente Lily: un gran signo de interrogación.

Volvemos a nuestro silencio. No hay más comentarios acerca de edificios en ruinas, de quiénes somos o éramos, de la tensión entre nosotras. Volvemos a algo  antinatural,  doloroso  y  familiar.  A  la  forma  en  que  Lily  y  yo  somos ahora.

La adorada Jenna FoxDonde viven las historias. Descúbrelo ahora