Lily conduce. Yo tamborileo sobre mi rodilla. No hablamos. De vez en cuando la miro. De reojo, cuando estoy segura de que no se da cuenta. Miro las arrugas que brotan de sus ojos como un abanico, el moño simple en el que se ha recogido el pelo y el prendedor que lo sujeta descuidadamente. Me lleva a la misión, pero lo hace por mi madre. Me he dado cuenta. Todo lo que hace por mí es realmente por mi madre. Haría cualquier cosa por Claire.
Parecen estar enfadadas últimamente, y tiene que ver conmigo. Pero aun así veo la forma en que Lily mira a Claire, cómo a veces se acerca y la agarra de los hombros o la abraza sin razón aparente, el modo en que comparten algo de lo cual yo no soy parte.
Creo que alguna vez m e quiso, pero está claro que ya no es así. Ahora solo me tolera. Lo hace por Claire, supongo. De vez en cuando le conmueve algo de nuestro pasado y veo una grieta en ella. El día en que pensé que me estaba ahogando, por ejemplo. Pero después vuelve a adoptar su rígida fachada, como si se protegiera de mí. ¿Creerá que soy peligrosa? ¿Qué quiero hacerle daño?
¿Y quiero? Quise hacerlo esta mañana en la cocina, cuando le dijo a Claire que no m e animara a salir con chicos. Creo que quise pegarle. Fuerte. Podría haberlo hecho, pero no lo hice.
Extrañamente, quiero caerle bien. No sé por qué. Tal vez sea solo porque quiero que las cosas vuelvan a ser como eran. Volver a ser la antigua Jenna. Alguien a quien no conozco, pero a quien Lily quería.
Vamos por carreteras secundarias. Los campos están marrones, secos, fríos. Sin embargo, bajo los matorrales secos emerge la primavera. Algunas matas de hierba de un brillante color esmeralda contrastan con el chaparral que las rodea. El invierno no es bienvenido en California; estamos a principios de febrero y la primavera ya se ha empezado a abrir camino. Claire dice que le gusta el clima templado, que nunca volverá a los inviernos helados y que yo tampoco lo haré. ¿Cómo lo sabe? Tal vez decida volver: no siempre tendré diecisiete años.
Pasamos por un edifico en ruinas, un montón de escombros devorados por raíces y plantas trepadoras. Después del terremoto, algunas partes de California se consideraron dignas de reconstrucción y otras no.
—Uf —refunfuña Lily al pasar, olvidando nuestro pacto de silencio.
— ¿Tienes miedo? —le pregunto.
Finge sorpresa.
— ¿De los terremotos? No. Cuando sea mi momento de irme, me iré.
¿De verdad está tan segura de sí misma? ¿Adónde cree que irá?
— ¿Adónde te irás? — pregunto, disfrutando al provocarla.
Se queda mirándome durante un rato demasiado largo, considerando que vamos a ochenta kilómetros por ahora.
—Qué más da —contesta, y vuelve a mirar a la carretera.
Yo también miro hacia delante. Sé lo que quería decir con «me iré», pero quería que lo verbalizara.
Morir.
Irse.
¿Al cielo? ¿Es ahí donde piensa que irá? ¿De verdad está segura de que se irá a un lugar que ni siquiera sale en el mapa? ¿Cómo puede saber que le gustará, una vez que llegue? Pero eso es precisamente Lily: un gran signo de interrogación.
Volvemos a nuestro silencio. No hay más comentarios acerca de edificios en ruinas, de quiénes somos o éramos, de la tensión entre nosotras. Volvemos a algo antinatural, doloroso y familiar. A la forma en que Lily y yo somos ahora.
ESTÁS LEYENDO
La adorada Jenna Fox
Science FictionAntes era alguien. Alguien que se llamaba Jenna Fox. Con esas palabras da comienzo una historia de ciencia ficción en un futuro cercano. Jenna Fox es una adolescente que acaba de despertar del coma. Un terrible accidente la dejó en ese estado durant...