Estoy tumbada en mi cama. La mirada fija en el techo. Claire va de un lado a otro. Se marcha. Regresa. Me ruega. Me explica. La escucho pero no contesto. Lily también entra. Observa. Le susurra algo a Claire. Se acerca a mí. Se marcha. Regresa.
No saben qué hacer conmigo. Mi padre está de camino. Claire lo llamó hace horas. Estamos en mitad de la noche. Son las dos de la madrugada. Él me lo explicará todo, dice Claire. Cuando llegue. Me hará comprender. Y sin embargo, se sienta en el borde de mi cama y trata de explicármelo ella misma.
—Te quemaste mucho, Jenna. Lo intentamos todo. Incluso con injertos temporales, estabas perdiendo demasiado líquido. Logramos que te estabilizaras durante unos días. Yo tenía muchas esperanzas. Pero entonces empezaron las infecciones y nos dimos cuenta de que estábamos perdiendo.
Los antibióticos no funcionaban. El tiempo se acababa y no teníamos muchas opciones. Entonces, un día, tu padre m e dijo que me metiera con él en un armario. ¡Un armario! Ahí es donde tuvimos que decidir qué hacer contigo. Me contó en susurros que había una manera de salvarte. Teníamos que tomar una decisión… Salvarte de la única forma que nos ocurría, o dejarte morir. Cualquier padre hubiera elegido lo mismo que nosotros.
Sus manos aferran el borde de mi colcha. Se levanta. Da vueltas por mi habitación. Vuelve a mi cama.
—Pedimos que te trasladaran inmediatamente a un centro privado. Con una habitación individual. Todos los médicos que habían trabajado en tu caso fueron despedidos, excepto aquellos que trabajaban con tu padre en Biosistemas Fox. La infección estaba avanzando rápidamente. De hecho, tu padre tuvo que inyectarte los nanobots mientras estabas en la ambulancia camino al nuevo centro. Tenía que conseguir que te escanearan el cerebro cuanto antes.
— ¿Por qué?
Se levanta de nuevo. Su rostro parece alerta. Tiene una expresión cauta. Casi alegre. Se siente esperanzada porque le he respondido. No debería.
—Tu sistema circulatorio no aguantaba más. No sabíamos cuánto tiempo aguantaría tu corazón. Y para que salgan bien esos escáneres, es fundamental que la sangre circule. Cada escáner tarda al menos seis minutos. Pero tu cuerpo no resistía más: tus órganos vitales estaban dejando de funcionar uno a uno. Para cuando llegaste al quirófano, ya habías sufrido dos paradas cardiacas. Los médicos te estaban esperando con el biogel preparado. Salvaron todo lo que aún era viable.
Se acerca. Está pálida. Se arrodilla al lado de mi cama y toma entre sus manos mi mano herida. La agarra como si pensara que se va a disolver sin su contacto.
—La mariposa, Jenna. Así llaman muchos médicos al cerebelo. Es la parte más importante del cerebro. Y tú aún la tienes.
¿Y el resto? ¿Mis recuerdos? ¿Mi historia? Esa mariposa no puede contenerlos a todos. ¿De dónde sale el resto? ¿Por qué recuerdo tantas cosas? Casi todo, de hecho. Excepto el accidente.
Cierro los ojos. Quiero que se vaya. No quiero hablar de mariposas ni de cerebros. Ni siquiera quiero respuestas. Y no la quiero a ella. Siento su mejilla en mi mano. Su aliento. Su necesidad. Después m e suelta despacio y se va.
Abro los ojos nuevamente. Mi habitación está oscura. El silencio de la casa es una sábana pesada. Estoy pegada a la cama, como si me hubieran clavado con un alfiler al colchón.
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La adorada Jenna Fox
Ciencia FicciónAntes era alguien. Alguien que se llamaba Jenna Fox. Con esas palabras da comienzo una historia de ciencia ficción en un futuro cercano. Jenna Fox es una adolescente que acaba de despertar del coma. Un terrible accidente la dejó en ese estado durant...