Allys se quita una pierna y la apoya en la mesa. Es ortopédica.
—No debería quitármelas fuera de casa, pero ésta todavía me molesta.
Se masajea el muñón mientras Gabriel y Ethan comen sin darle mayor importancia. Yo me quedo mirando fijamente la pierna artificial y el lugar donde estaba colocada.
— ¿Te molesta? —me pregunta Allys—. Me la puedo poner otra vez...
—No, solo estoy sorprendida. No me había dado cuenta. ¿Qué te paso?
¿Tuviste un accidente?
—No, fue una infección bacteriana. Me dio muy fuerte: los antibióticos normales no hacían efecto, y cuando lograron conseguir una autorización para tratarme con antibióticos restringidos, ya había perdido una pierna.
Esta, de hecho —pasa el dedo por el muñón y hace una mueca—. Supongo que la primera es la más difícil de perder.
— ¿También la otra es artificial?
—Sí, y los brazos. Y algunos órganos internos están dañados; por eso tengo que tomar esta montaña de medicinas.
Se mete un puñado de pastillas en la boca y las traga con un sorbo de agua.
Mis ojos se mueven entre el muñón y sus manos.
—Parecen tan...
— ¿Reales?
Afirmo con la cabeza.
—Mucha gente m e lo dice. Es increíble lo bien que las hacen hoy en día —se remanga y distingo la línea apenas perceptible en la que lo artificial se encuentra con la piel real—. Hasta les han añadido más lunares y pecas originales.
—Si —añade Gabriel con la boca llena—, tiene toda una constelación en el otro brazo.
Ethan no dice nada. Se limita a mirarme mientras come. —En fin, como maquillaje está muy bien, pero aún tengo algunos dolores fantasmas en esta pierna —se queja Allys —. Solo hace seis meses que me operaron, así que espero que desaparezcan. Los tratamientos de biorrespuesta funcionaron en los otros miembros, pero no en este.
Allys deja de frotarse el muñón y coge su sándwich. Observo cómo sus dedos artificiales se doblan delicadamente y se ajustan alrededor del pan igual que los reales. Recuerdo haber oído de estas prótesis, pero creo que esta es la primera vez que las veo tan de cerca. La piel parece tan auténtica como la mía. Allys se vuelve hacia mí y yo aparto la vista; ya tengo un punto en contra por poner en evidencia a Ethan, y no quiero ganarme otro por quedarme mirándola como si fuera un bicho raro. Me han invitado a su círculo y en él me quiero quedar.
Me acomodo en la silla tratando de parecer relajada. Estamos en una especie de comedor que hay en una esquina del supermercado, junto a la sección de bebidas. No son más que dos mesas pequeñas apretujadas, cada una con cuatro sillas. Gabriel y Allys han cogido unos sándwiches de la sección de refrigerados. Ethan se ha comprado una manzana, un burrito con alubias y queso y una botella de leche. Aunque fue él quien m e invitó a venir, parece reticente a hablarme. Trato de mantener la boca cerrada, pero como no estoy comiendo, no me resulta fácil.
— ¿Dónde está Dane? —pregunto—. Creí que tenía hambre.
—Dane no come con nosotros —contesta Gabriel con una sonrisa forzada.
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La adorada Jenna Fox
Ciencia FicciónAntes era alguien. Alguien que se llamaba Jenna Fox. Con esas palabras da comienzo una historia de ciencia ficción en un futuro cercano. Jenna Fox es una adolescente que acaba de despertar del coma. Un terrible accidente la dejó en ese estado durant...