Capitulo 55 Confianza

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Es media noche. La casa está oscura. Silenciosa. Mi madre y Lily están en la cama desde hace una hora.

Veo Jenna Fox / Año Siete. Es la única grabación que he visto más de una vez. De hecho, con esta van cuatro.

Una Jenna de siete años guía a su padre por la casa. Él tiene una venda en los ojos. Debe de ser Lily quien filma. De vez en cuando se ven atisbos de mi madre sonriendo y siguiéndonos, y se oyen las risitas de Jenna y las débiles protestas de mi padre.

— ¿Adónde me llevas, Jenna?

— ¡No preguntes, papá! ¡Es una sorpresa! —protesta ella.

— ¿A la Luna?

— ¡Papá!

— ¿Al bosque?

Observo cómo mi padre se deja llevar de la mano por toda la casa, pasando de  habitación  en  habitación  y  recorriendo  el  pasillo.  Subiendo  y  bajando escalones. Exagera sus movimientos, levantando los pies como si subiera a un escenario. Pero confía en mí. Confía en la Jenna de siete años. ¿Qué hice para que eso cambiara?

Llegan a la entrada de la cocina. Sobre la mesa del centro hay una tarta azul un  poco  torcida,  con  las  velas  ya  a  medio  consumir.  El  glaseado  azul  se abomba en un lado y cae como la lengua de un glaciar, arrastrando consigo algunas velas.

— ¡Para! —exclama Jenna—. Date la vuelta. ¡No, por aquí! Agáchate. ¿Estás listo?

— ¡Sorpresa! —gritamos mi madre y yo mientras palmoteamos.

Mi padre agita las manos en el aire, boquiabierto. Jenna irradia satisfacción. Su sonrisa desdentada es casi angelical. 

— ¡Es preciosa! ¡Es perfecta! ¡Es la mejor tarta que he tenido nunca!

—La hizo ella sola — explica mi madre con orgullo —. Compramos el doble de ingredientes porque quería que fuera bien grande.

Mis padres se miran a los ojos, un vistazo rápido sobre la cabeza saltarina de  Jenna.  Es  un  instante  privado,  solo  de  ellos.  Una  mirada  de  amor,  de satisfacción,  de  tranquilidad,  de  plenitud.  Todo  lo  que  quieren  y  necesitan está en esa habitación.

— ¡Pues sí que es enorme! ¡Y azul! —exclama mi padre inclinándose ante la tarta. Parece como si la adorara del mismo modo en que adora a Jenna.

Observó cómo atacan la tarta con los tenedores sin molestarse en servirla en platos. Más risas. Más chillidos. Más miradas.

Verlo  me  hace  sentir  del  modo  en  que  he  querido  sentirme  desde  que desperté.

Digna de confianza.

Feliz.

Completa.

Mi padre hunde el dedo en el glaseado de la tarta y deja un pegote azul en la nariz de Jenna. Ella chilla.

Y  ahora  en  el  silencio  de  mi  habitación,  yo  también  me  río.  Me  río  en  voz alta.

Tal vez lo he hecho cada vez que lo he visto.

La adorada Jenna FoxDonde viven las historias. Descúbrelo ahora