Capítulo 85 Lo saben

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Capítulo 85

Lo saben

Estás temblando.

—Solo las manos.

—No, tiemblas entera.

Me  atrae  hacia  sí  con  un  brazo  mientras  maneja  la  volante  con  el  otro.  Es verdad,  ahora  me  doy  cuenta  de  que  mis  hombros  se  estremecen.  Intento parar, pero no puedo controlarlo. Recuerdo lo que m e dijo mi padre el otro día:  «El  problema  podría  surgir  si  se  produjera  incompatibilidad  entre  tu tejido cerebral original… puede crear una respuesta autoinmune… una parte trataría  de  anular  a  la  otra…  necesitamos  disponer  de  una  copia  de seguridad por si acaso. Solo por si acaso». 

Ethan se inclina hacia mí sin dejar de mirar la carretera de reojo y m e roza la sien con los labios. Su contacto m e hace sentir una especia de corriente eléctrica, y por un momento olvido lo que estaba pensando. 

—No va a pasar nada —dice. 

Se endereza para concentrarse en la carretera, pero no deja de acariciarme el hombro.  Lo  miro,  preguntándome  cómo  una  persona  tan  cariñosa  puede haberle  abierto  la  cabeza  a  alguien  con  un  bate.  ¿Tendrá  todo  el  mundo sorpresas así ocultas en su interior? 

—No te preocupes, no creo que Allys lo cuente. Lleva cuatro días sin venir a clase. Si se lo hubiera dicho a alguien, ya lo sabríamos. 

—Tal  vez —contesto—.  Y  tal  vez  no.  Tú  siempre  dices  que  el  CFEC  es  un monstruo  burocrático.  Puede  que  mi  sentencia  se  haya  retrasado  por  el papeleo. 

Él  se  queda  en  silencio,  pero  sus  ojos  recorren  rápidamente  el  paisaje  en movimiento como si leyera en él palabras que yo no puedo ver. Me acaricia el hombro con más fuerza y de repente empieza a recitar: 

—«Creo  en  conciencia  que  es  malo  la  mayor  parte  de  lo  que  mis  vecinos llaman bueno, y si de algo m e he de arrepentir…» —se interrumpe y m e mira de reojo con expectación.

Sonrío.

—«…es, muy probablemente, de mi buen comportamiento» —remato.

—«Por antigua que sea una forma de pensar o de hacer, no debemos confiar en ella sin pruebas. Aquello que todos repiten…». 

—«… o que pasa inadvertidamente como verdadero hoy, puede revelarse falso mañana».

Levanto la mano para impedir que siga hablando.

—Ethan,  aprecio  mucho  tu  esfuerzo,  pero  aunque  me  pase  todo  el  día recitando a Thoreau, no creo que deje de tener miedo.

—Pero a lo mejor yo sí —responde estrechándome más fuerte—. Y fíjate: tus hombros han dejado de temblar. Parece que no sabes tanto como crees.

Es  verdad: el  temblor  se  ha  ido.  Sigo  teniendo  miedo,  pero  estoy  calmada. Algo  mejor.  Se  me  ocurre  pensar  en  los  ciclones:  a  pesar  de  su  energía salvaje,  en  su  centro  tienen  un  pequeño  círculo  de  calma.  Eso  es  lo  que Ethan me ha dado. Me apoyo en su hombro.

—A lo mejor no está enferma. Tal vez lo que pasa es que no quiere verme.

—No tenía buen aspecto la última vez que la vimos. Su piel estaba… no sé, no me gustó su color.

Es verdad. Recuerdo haberme dado cuenta de su palidez amarillenta y de lo mucho que le costó tragarse las pastillas. ¿Otra bacteria? No, imposible; no otra vez. Pero en lo más profundo, sé que es posible. Hoy día, las infecciones bacterianas son la principal causa de mortalidad.

La adorada Jenna FoxDonde viven las historias. Descúbrelo ahora