Capítulo 28 Ethan

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Me llega el turno de «reunirme» con Rae. No le gusta que la llamemos doctora;  dice  que  todos  somos  «compañeros  de  aprendizaje».  Me cuenta detalles de su vida. Como vamos a ser compañeras, dice, yo debo  saber  tanto  de  ella  como  ella  de  mí.  Tiene  cuarenta  y  ocho  años,  de modo que es mayor que Claire, pero parece al menos diez años más joven.

Me pregunto qué habrá hecho envejecer tanto a Claire. Rae m e dice que se mudó  a  California  desde  Ohio  cuando  era  adolescente.  Que  para  ella  fue difícil cambiar a esa edad.

— ¿Y a ti? ¿Te resultó muy difícil marcharte de Nueva York? —pregunta.

Nueva  York: claro.  Mi  madre  me  ha  pedido  que  no  cuente  que  somos  de

Boston. Los periodistas siempre están molestando a mi padre, y ella quiere paz y tranquilidad.

—No —contesto—. Hice el viaje dormida.

Sonríe.

—Parece  que  eres  flexible,  Jenna,  y  que  tienes  sentido  del  humor.  Eso  te llevará lejos. 

Le dejo que piense lo que quiera. 

Me  dice  que  hay  clase  tres  días  a  la  semana,  y  que  cada  uno  de  nosotros instruirá a los demás en asignaturas clave. El centro modifica los currículos oficiales  todo  lo  posible  para  ajustarlos  a  la  especialización  en  ciencias medioambientales. Mientras nosotras dos hablamos, Ethan está moderando una  discusión  sobre  Walden,  la  vida  en  los  bosques.  Pacer  ser  que  la literatura  es  el  fuerte  de  Ethan.  Gabriel  es  profesor  asistente  de  lógica  y resolución  de  problemas.  Allys  se  ocupa  de  ética  y  ciencia.  Dane,  de investigación artística. Rae completa los vacíos. 

— ¿Te gustaría coordinar un grupo de trabajo sobre investigación histórica?

Teníamos pensado iniciar un debate sobre la isla de Pascua y... 

—Los  primeros  habitantes  de  la  isla  de  Pascua  fueron  los  Rapa  Nui  que llegaron a ella alrededor del año 300 después de Cristo. Hacia el año 1000, la deforestación había avanzado enormemente debido al uso de troncos para el transporte de los moáis por parte de los isleños. La deforestación generó erosión, lo que a su vez aceleró la pérdida de árboles en la isla. Hacia el año 1600, la escasez de recursos en la isla era tal que la población no se podía mantener, por lo que apareció el canibalismo... 

Noto una peculiar expresión en la cara de Rae y me interrumpo.

— ¡Vaya! Sí que sabes historia —dice. 

—También estoy familiarizada con  Walden, por si Ethan necesita ayuda.

De  hecho,  estoy  más  que  familiarizada…  Podría  recitarlo  palabra  por palabra,  pero  eso  no  se  lo  digo.  Yo  misma  estoy  impactada  por  esta revelación. Hasta que Ethan lo mencionó, no tenía ningún recuerdo de ese libro. Puede que también se me diera bien la literatura.

—Estupendo.

Vuelve  a  mirar  mi  cuestionario.  Sé  lo  que  va  a  decir  antes  de  que  las palabras salgan de su boca: «¿Debilidades? ¿No tienes debilidades?». La frase rebota  en  mi  interior.  No  desaparece.  Debilidad.  Por  favor,  Jenna,  te necesitamos.  ¿Por  qué  veo  los  rostros  de  Kara  y  Locke?  No  creo  que  ellos fueran mi debilidad. Los siento más bien como mis puntos fuertes.

— ¿Así que no tienes debilidades?

—No las quise escribir.

— ¿Y no te gustaría compartirlas con nosotros?

¿Compartirlas? Tengo miedo. Estoy perdida.

No tengo amigos. Siempre vuelvo a ese punto. ¿Por qué me preocupa tanto?

No tengo amigos.

¿Qué debilidad puedo confesar?

—Camino de forma extraña —le digo, y la respuesta parece satisfacerla.

 El  grupo  de  discusión  que  coordina  Ethan  se  extiende  hasta  las  once.  Le corrijo  dos  veces  en  su  evaluación  de  Walden.  Quiero  ser  su  amiga.  Los amigos se ayudan entre sí. 

Mi segunda intervención le impulsa a subir la voz. 

—Pero fue su rechazo del materialismo y de la revolución industrial lo que le llevó a retirarse al lago Walden, y esto es lo que le da fuerza a todo el... 

 —No es verdad —le interrumpo—. Su viaje fue tan individual como público.

Estaba buscando su propia esencia a la vez que difundía un planteamiento político.

—Pero…

—En  su  conclusión  final  dice:  «Es  cerca  del  hueso  donde  la  vida  es  más dulce».  Y  luego  lo  desarrolla:  «Me  senté  a  una  mesa  donde  había  ricos manjares  y  vino  en  abundancia,  una  atención  obsequiosa,  más  no  había sinceridad y verdad; y me fui hambriento de ese desapacible hospedaje».

—Ya pero que me dices de… 

—Por  no  hablar  de  cuando,  antes  de  eso,  afirma  abiertamente:  «Fui  al bosque porque quería vivir a conciencia… quería vivir  con  profundidad  y absorber el tuétano de la vida… quería…»

—Vale, vale, ya lo he entendido —me corta Ethan.

Dane,  Allys  y  Gabriel  me  miran  fijamente.  Ethan  ha  apartado  la  vista.  Rae hojea  las  páginas  de  Walden  rápidamente,  recorriendo  las  líneas  con  los dedos. Finalmente, también ella alza los ojos hacia mí.

Dane se levanta.

—Lo  único  que  Thoreau  y  yo  tenemos  en  común  es  que  los  dos  estamos muertos de hambre —dice—. Me largo.

Rae mira su reloj. 

—Las  once.  Sí,  es  hora  de  descansar.  Por  la  tarde  seguiremos.  Gracias, Jenna. Y a ti también, Ethan. 

Dane ya ha salido de la habitación. Rae se aleja tras Mitch para ocuparse de alguna cosa más importante que yo. Los demás se quedan en pie sin saber bien que hacer. Está claro que los he desequilibrado. ¿Tendrán que incluir a esta chica nueva que camina raro en sus planes para el almuerzo? ¿Tendrán que  redefinir  los  límites?  ¿Tendrán  que  hacer  un  hueco  para  esa  bocazas que  interrumpe  a  Ethan  cuando  debería  estar  callada?  ¿Por  qué  me  doy cuenta de eso ahora, cuando ya es demasiado tarde?

—Tenemos dos horas libres —me informa Allys—. Podemos comer, trabajar en nuestros proyectos personales, reunirnos… En fin, lo que queramos. Rae nos da mucha libertad.

Gabriel señala algo a su espalda.

—Normalmente  vamos  al  supermercado  de  enfrente  y  pillamos  algo  para comer. Cada uno va a su rollo.

La adorada Jenna FoxDonde viven las historias. Descúbrelo ahora