Me llega el turno de «reunirme» con Rae. No le gusta que la llamemos doctora; dice que todos somos «compañeros de aprendizaje». Me cuenta detalles de su vida. Como vamos a ser compañeras, dice, yo debo saber tanto de ella como ella de mí. Tiene cuarenta y ocho años, de modo que es mayor que Claire, pero parece al menos diez años más joven.
Me pregunto qué habrá hecho envejecer tanto a Claire. Rae m e dice que se mudó a California desde Ohio cuando era adolescente. Que para ella fue difícil cambiar a esa edad.
— ¿Y a ti? ¿Te resultó muy difícil marcharte de Nueva York? —pregunta.
Nueva York: claro. Mi madre me ha pedido que no cuente que somos de
Boston. Los periodistas siempre están molestando a mi padre, y ella quiere paz y tranquilidad.
—No —contesto—. Hice el viaje dormida.
Sonríe.
—Parece que eres flexible, Jenna, y que tienes sentido del humor. Eso te llevará lejos.
Le dejo que piense lo que quiera.
Me dice que hay clase tres días a la semana, y que cada uno de nosotros instruirá a los demás en asignaturas clave. El centro modifica los currículos oficiales todo lo posible para ajustarlos a la especialización en ciencias medioambientales. Mientras nosotras dos hablamos, Ethan está moderando una discusión sobre Walden, la vida en los bosques. Pacer ser que la literatura es el fuerte de Ethan. Gabriel es profesor asistente de lógica y resolución de problemas. Allys se ocupa de ética y ciencia. Dane, de investigación artística. Rae completa los vacíos.
— ¿Te gustaría coordinar un grupo de trabajo sobre investigación histórica?
Teníamos pensado iniciar un debate sobre la isla de Pascua y...
—Los primeros habitantes de la isla de Pascua fueron los Rapa Nui que llegaron a ella alrededor del año 300 después de Cristo. Hacia el año 1000, la deforestación había avanzado enormemente debido al uso de troncos para el transporte de los moáis por parte de los isleños. La deforestación generó erosión, lo que a su vez aceleró la pérdida de árboles en la isla. Hacia el año 1600, la escasez de recursos en la isla era tal que la población no se podía mantener, por lo que apareció el canibalismo...
Noto una peculiar expresión en la cara de Rae y me interrumpo.
— ¡Vaya! Sí que sabes historia —dice.
—También estoy familiarizada con Walden, por si Ethan necesita ayuda.
De hecho, estoy más que familiarizada… Podría recitarlo palabra por palabra, pero eso no se lo digo. Yo misma estoy impactada por esta revelación. Hasta que Ethan lo mencionó, no tenía ningún recuerdo de ese libro. Puede que también se me diera bien la literatura.
—Estupendo.
Vuelve a mirar mi cuestionario. Sé lo que va a decir antes de que las palabras salgan de su boca: «¿Debilidades? ¿No tienes debilidades?». La frase rebota en mi interior. No desaparece. Debilidad. Por favor, Jenna, te necesitamos. ¿Por qué veo los rostros de Kara y Locke? No creo que ellos fueran mi debilidad. Los siento más bien como mis puntos fuertes.
— ¿Así que no tienes debilidades?
—No las quise escribir.
— ¿Y no te gustaría compartirlas con nosotros?
¿Compartirlas? Tengo miedo. Estoy perdida.
No tengo amigos. Siempre vuelvo a ese punto. ¿Por qué me preocupa tanto?
No tengo amigos.
¿Qué debilidad puedo confesar?
—Camino de forma extraña —le digo, y la respuesta parece satisfacerla.
El grupo de discusión que coordina Ethan se extiende hasta las once. Le corrijo dos veces en su evaluación de Walden. Quiero ser su amiga. Los amigos se ayudan entre sí.
Mi segunda intervención le impulsa a subir la voz.
—Pero fue su rechazo del materialismo y de la revolución industrial lo que le llevó a retirarse al lago Walden, y esto es lo que le da fuerza a todo el...
—No es verdad —le interrumpo—. Su viaje fue tan individual como público.
Estaba buscando su propia esencia a la vez que difundía un planteamiento político.
—Pero…
—En su conclusión final dice: «Es cerca del hueso donde la vida es más dulce». Y luego lo desarrolla: «Me senté a una mesa donde había ricos manjares y vino en abundancia, una atención obsequiosa, más no había sinceridad y verdad; y me fui hambriento de ese desapacible hospedaje».
—Ya pero que me dices de…
—Por no hablar de cuando, antes de eso, afirma abiertamente: «Fui al bosque porque quería vivir a conciencia… quería vivir con profundidad y absorber el tuétano de la vida… quería…»
—Vale, vale, ya lo he entendido —me corta Ethan.
Dane, Allys y Gabriel me miran fijamente. Ethan ha apartado la vista. Rae hojea las páginas de Walden rápidamente, recorriendo las líneas con los dedos. Finalmente, también ella alza los ojos hacia mí.
Dane se levanta.
—Lo único que Thoreau y yo tenemos en común es que los dos estamos muertos de hambre —dice—. Me largo.
Rae mira su reloj.
—Las once. Sí, es hora de descansar. Por la tarde seguiremos. Gracias, Jenna. Y a ti también, Ethan.
Dane ya ha salido de la habitación. Rae se aleja tras Mitch para ocuparse de alguna cosa más importante que yo. Los demás se quedan en pie sin saber bien que hacer. Está claro que los he desequilibrado. ¿Tendrán que incluir a esta chica nueva que camina raro en sus planes para el almuerzo? ¿Tendrán que redefinir los límites? ¿Tendrán que hacer un hueco para esa bocazas que interrumpe a Ethan cuando debería estar callada? ¿Por qué me doy cuenta de eso ahora, cuando ya es demasiado tarde?
—Tenemos dos horas libres —me informa Allys—. Podemos comer, trabajar en nuestros proyectos personales, reunirnos… En fin, lo que queramos. Rae nos da mucha libertad.
Gabriel señala algo a su espalda.
—Normalmente vamos al supermercado de enfrente y pillamos algo para comer. Cada uno va a su rollo.
ESTÁS LEYENDO
La adorada Jenna Fox
Fiksi IlmiahAntes era alguien. Alguien que se llamaba Jenna Fox. Con esas palabras da comienzo una historia de ciencia ficción en un futuro cercano. Jenna Fox es una adolescente que acaba de despertar del coma. Un terrible accidente la dejó en ese estado durant...