Capítulo 84 Traslado

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Lily cierra la puerta de golpe y se dirige a su invernadero; supongo que le  apetece  estar  sola.  Mi  padre  está  en  la  entrada  hablando  con alguien.  Levanta  la  mano  y  saluda,  pero  vuelve  enseguida  a  su conversación. La situación m e extraña: es la primera vez que tenemos visita desde  que  estamos  en  esta  casa.  El  visitante  me  da  la  espalda,  pero  su silueta  me  resulta  extrañamente  familiar.  Mi  madre  saca  del  maletero  dos bolsas  llenas  de  comida  que  hemos  comprado  en  el  camino  de  vuelta.  No hemos  parado  para  buscar  una  falda  roja.  No  es  importante.  En  realidad, nunca lo fue.

—Ven conmigo por la puerta de atrás Jenna —me dice.

Su  voz  está  cerca  de  un  límite  que  ya  he  calculado.  ¿Cuánto  más  puedo estirar  la  cuerda?  Me  doy  la  vuelta  y  echó a  andar  hacia  la  fachada  de  la casa, donde hablan mi padre y el visitante. Están cerca el uno del otro, como si quisieran acorralar las palabras para que no se las lleve el aire. Mi padre m e urge con la mirada a que entre rápidamente en casa. Pero yo m e hago la remolona, por supuesto.

«Mañana…».

«No es seguro…».

Me  concentro  para  tratar  de  descifrar  los  susurros.  De  repente  noto  un zumbido, una oleada de dolor y luego una extraña calma, como si mi padre y su amigo estuvieran hablándome al oído. Me da la impresión de que todos los  neurochips  disponibles  de  mi  cerebro  se  han  puesto  a  trabajar.  De hecho, así es. Y tengo miles de millones de neurochips disponibles.

—Aquí son demasiado vulnerables.

—Hay varias posibilidades. Mañana me los llevaré.

—No podemos permitir que los… 

—…localicen, ya lo sé. Estoy en ello.

—Y debe ser un lugar seguro.

— ¿Te he defraudado alguna vez?

—Ella es mi vida, Ted.

El visitante le choca los cinco a mi padre y se da la vuelta, consciente de que llevo un rato observándolos. Me saluda con un gesto de cabeza y siento que todo se derrumba a mí alrededor. Es el turista de la misión. El que nos sacó una foto a Ethan y a mí.

Se aleja arrastrando los pies y se monta en un pequeño coche que resuella bajo su peso.

— ¿Quién es? —le pregunto a mi padre cuando se me acerca.

—Nadie importante — me contesta—. Vamos adentro.

—No es la primera vez que lo veo.

Mi padre frunce el ceño, dándose cuenta de que no voy a olvidarlo sin más.

—Es mi especialista en seguridad. Se ocupa de… cosas.

— ¿Cómo yo?

—A veces.

—Me hizo una foto en el lavadero de la misión.

—El que le interesaba era Ethan. Estaba investigándole a él y comprobando que el proyecto de trabajo comunitario era seguro. Tenemos que minimizar el factor riesgo.

— ¿Eso es mi vida ahora?

— ¿Cómo?

— ¿Es mi vida una burbuja con factor riesgo minimizado en la que criar a tu animalito de laboratorio?

Mi padre suspira y se pasa la mano por los cabellos, el único tic nervioso que le he observado.

—No empieces otra vez con lo mismo, Jenna.

La adorada Jenna FoxDonde viven las historias. Descúbrelo ahora